miércoles, 29 de septiembre de 2010

La música en las obras de Cortazar

Como expresa George Steiner, la música y la palabra son artes cuya manifestación se caracteriza por la ruptura del silencio1. De hecho, el origen de la poesía es musical y a lo largo de la historia abundan los ejemplos de interrelación entre ambas artes2. Estudiosos como Lawrence Kramer analizaron las posibilidades de convergencia de poemas y composiciones musicales en un mismo ritmo estructural3. La música es un lenguaje de entendimiento matemático abstracto, y el lenguaje suena a música cuando su melodía adquiere fines artísticos y se somete a reglas estéticas.

En la literatura hispanoamericana son frecuentes los ejemplos de obras literarias donde la música es un elemento temático fundamental. Junto a autores como Felisberto Hernández o Alejo Carpentier, Julio Cortázar llevó esta relación a un cruce totalizador que permitía la fusión completa entre ambas disciplinas estéticas y convertía el motivo musical en expresión de ideas o en escenario artístico de determinadas secuencias. Así, su obra posee una recurrencia de motivos musicales con una rica variedad de matices difícil de encontrar en otros autores hispanoamericanos.
Cortázar, como amante de la música, apostó también por una vía inventiva de referencias múltiples musicales dentro de su obra. Era seguidor de varios géneros musicales, aunque prevaleciera su afección al jazz; género al que se suele constreñir el universo musical cortazariano, entresacando casi siempre los ejemplos del cuento “El perseguidor”, donde el protagonista es un trasunto biográfico del gran inventor del be-bop: Charlie Parker. Pero hay otras músicas insertadas en las obras de Cortázar: el tango y la música clásica, como recogen estos versos del Libro de Manuel:
Ambas disciplinas artísticas son fundamentales para hallar algunas ideas recurrentes del autor y para la expresión de su mundo mental representado, puesto que la música permite alcanzar a los personajes el kibutz que anhelan con sus palabras. Es el arte intuitivo que permite comprender lo intangible, amar la espontaneidad y rechazar un orden social rígido que constriñe de la libertad del ser humano. Con la música se atrapa lo invisible, el azar y lo etéreo, y se expresa una forma de existencia auténtica: vida y arte unidos.
El jazz como forma cortazariana predilecta se aprecia en una de las surrealistas enumeraciones caóticas de Rayuela (capítulo 11), donde un personaje liberado de prejuicios y de toda lógica consecuente, a causa de una borrachera, evoca su hermosura y su dinamismo. Nuestro autor ya amaba el jazz cuando residía en Buenos Aires, pero su gusto creció y maduró en París. Este interés se percibe por primera vez en su narrativa y en un conjunto de reflexiones sobre la novela de Teoría del túnel, obra programática en forma de mosaico calidoscópico que años más tarde llevó a la práctica en Rayuela, y que prefiguró su literatura rebelde, como expresa Saúl Yurkievich5.
El cuento más característico de su amor al jazz es “El perseguidor”. Su protagonista, Johnny Carter, es un prototipo del artista inventor ya que crea el estilo be-bop, y es, como la Maga de Rayuela, esa mujer a la que la única ropa que le sienta bien es la libertad, un individuo bastante inculto, un drogadicto, un bohemio y un alienado. Su oponente antitético es el crítico de jazz llamado Bruno, prototipo del intelectual aburguesado, racionalista y conformista. El fracaso del crítico al escribir la biografía de Carter ilustra la idea cortazariana de la imposibilidad del conocimiento absoluto y de alcanzar una perspectiva totalizante de la realidad. La libertad simbolizada por el músico es inasible por la racionalidad, de la misma forma que la música es otra realidad (¿mágica o metafísica?), o al menos un plano de la realidad distinto. El autor entiende y genera un arte que remite a otra realidad distinta a la epistemología de lo “real” tangible y físicamente constituida por hechos empíricos. El jazz resulta ser la intersección entre el hombre y su realidad invisible en el plano novelesco, gracias a su capaz de transmitir y de hacer sentir al oyente sensaciones y sentimientos. A la vez, la música es un puente entre el texto de nuestro autor y la experiencia del lector, que ha de vivir las situaciones novelescas de forma activa gracias al nexo de la melodía y la palabra.
El tango, segunda vertiente musical en la obra cortazariana, es el producto musical que expresa mejor el alma argentina. Pero Cortázar no participaba de una mixtificación patriótica: sí, en cambio, del concepto del tango como motivo de argentinidad y de vínculo mental con su patria desde la distancia parisina. Su ritmo entrecortado forma parte de todo lo que Cortázar amaba y odiaba al mismo tiempo: la referencia nacional. Le permite añorar aquello la Argentina que le falta y nunca podrá tener, lo que le convertirá en un extraño allá donde se encuentre, y así lo expresa en Salvo el crepúsculo:
Desde luego como Orfeo, tantas veces habría de mirar hacia atrás y pagar el precio. Lo sigo pagando hoy; sigo y seguiré esperándote, Eurídice Argentina.
El tango plantea conflicto en Los premios y en El diario de Andrés Fava expresa la incomodidad el intelectual, de la misma forma que dibuja el desarraigo en “Con tangos” (Salvo el crepúsculo), “Tango de vuelta” (Queremos tanto a Glenda) y “Las puertas del cielo” (Bestiario). Además, para subrayar lo expresado, Cortázar incorpora distintos aspectos del tango a sus textos: instrumentos, letras de canciones y la propia danza en el ritmo de su prosa. No fue solamente un elemento temático o reflexivo sino un factor de musicalidad en su propio discurso.


El tercer gran estilo en su obra es la música clásica. Ella permite mostrar a un Cortázar irónico y desgarrado que al mismo tiempo es un exhibicionista intelectual a partir de un motivo melómano: ironía y gravedad para definir el concepto de la determinación humana y la búsqueda de espacios del más allá metafísico y placentero. En la búsqueda de una definición de “clásico” Andrés Fava expresa el concepto de la siguiente manera: “Lo que se da en llamar ‘clásico’ es siempre cierto producto logrado con el sacrificio de la verdad a la belleza”, de ahí que esta vertiente musical sea un producto estético sublime.
Frente al Cortázar jazzístico del canto errante y libre, el de la música clásica busca una estructura mucho más equilibrada y sujeta a normas, con excepción de los momentos en que se refiere al dodecafonismo y la vanguardia, dado que estos estilos son renovadores y merecen su atención por ello. Sobre todo en Rayuela, donde destaca la escena de la pianista Berthe Trépat. Concibe la música clásica como un sonido en libertad pero sometido a reglas estéticas armónicas que despiertan la sensibilidad. La fuga bachiana de “Clone” (Queremos tanto a Glenda) permite retratar la lucha del hombre por trascender y escapar del tedio de la trivialidad, fin de tantos personajes buscadores de nuestro autor. El jazz es expresión de libertad por lo que está menos sometido a la regla compositiva que la música clásica, pero ésta une disciplina y libertad, fuerzas humanas necesarias para la creación artística. Porque para Cortázar, la música clásica es la grandeza máxima del arte sonoro.
Pocos autores han hermanado literatura y músicas como Cortázar, y no sólo porque el ritmo y la sonoridad sean elementos de la poesía o porque la música beba en fuentes literarias Para nuestro autor argentino, nacido en Bruselas que vivió en París, la música es la máxima expresión de la creatividad y el impulso de libertad necesario en el ser humano. Su obra es una invitación a la valoración de la música en la literatura como un acorde más entre la palabras: un sujeto que aglutina las experiencias de los personajes y el valor de su pensamiento.


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.romi

7 comentarios:

mercedes saenz dijo...

Excelente Romi, mientras escribo esto por segunda vez saltan duendes en la pantalla.
Felicitaciones también por otras secciones del blog!!
Abrazo!!
Merci

romi dijo...

Merci holaa que cosa esos duendecitos..me paso en tu blog no pude dejar comentario.....como siempre gracias por estar es un honor leerte


Besos

Romi

Anónimo dijo...

Que bueno lo de Cortazar Romi, te felicito, hermoso el blog da gusto leerlo...

Saludos

Ariel Cordoba

Anónimo dijo...

Cortázar fue, mucho antes que el autor de una extraña novela llamada “Rayuela”, el hombre que nos hace vibrar con cientos de mil y una pequeñas grandes historias, son los Cronopios y buscadores varios, gérmenes seguros de Horacio Oliveira o La Maga. Si buscamos un elemento identificador en la obra de Cortázar sería, sin duda, el tiempo, como amigo o enemigo del novelista o escritor, como juez y parte del relato.
Buena nota de Cortazar Romi....entro hace poco a tu blog y me gusta mucho lo que editas, te dejo saludos y no cambies nunca porque tenés esa frescura que hace que disfrutemos de tu blog.


Ariel Fernandez

romi dijo...

Poddría opinar sobre "Casa tomada", según su propio autor, " su cuento más leído y más comentado" entre todos los de su producción, quiero reconocer que éste trabajo narrativo, imperfecto; pero genuino, es uno de mis cuentos favoritos; el más apreciado por mí. Se trata de una narración que después de haberla leído hace un tiempo, aún hoy sigo recordándola como si acabara de leerla hace unas horas. Siempre he pensado que un cuento que logra esto, ser recordado toda la vida, ha cumplido su función plenamente.

Gracias Ariel Fernandez por su comentario y por sus palabras.

Saludos

romi

Max Hermo dijo...

Hola Muy buena la info me sirvió para entender el pensamiento del autor cuando menciona temas referidos a la música, en el caso que estoy trabajando con "Las Ménades" me sirvió mucho lo de lo clásico me gustaría saber de que fuente sacaste la info? Me respondes cuanto antes?

romi dijo...

Hola Max, bienvenido, la información la saque de esta fuente que omiti sin querer y no la puse en esa publicación esto que te pego aca espero te sirva
1) George Steiner: Lenguaje y silencio. México, F.C.E., 1967.

(2) Es obvio que muchos compositores aprovecharon las historias literarias y que muchos autores se valieron de la música como motivo temático o como elemento retórico formal. Posiblemente, la vertiente más elocuente de esta interrelación sea la ópera por su conjunción entre partitura músical y libreto dramático.

(3) Lawrence Kramer: “Música y poesía: introducción”. En Silvia Alonso, edit.: Música y literatura. Estudios comparativos y semiológicos. Madrid, Arco Libros, 2002, pp. 29-62.

(4) Incluyamos el blues junto al jazz, dada la interdependencia de ambos en las alusiones cortazarianas.
(5) Saúl Yurkievich: “Julio Cortázar: sus bregas, sus logros, sus quimeras”. En Obras completas I. Cuentos. Barcelona, Círculo de Lectores, 2003, p. 21

saludos
Mandame la dire de tu blog no pude obtenerla