El primer libro de Cortazar que leÏ de muy chica
Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
romi
8 comentarios:
Hola Romi que alegría leerte se te extrañaba, espero publiques más seguido, muy buen libro de Cortazar
Besos
Marina Ponce
Me alegro que hayas vuelto a publicar,son tantos los blogs que dejan de publicar sin darnos un motivo, pues nada costaría hacer una entrada y decir...estaré ausente un tiempo. Y todos quedamos tranquilos.
Un buen relato, así suceden con las herencias de casonas grandes, los que nos siguen tienen otros planes.
Un abrazo
Romi, gracias por tus palabras,amiga...También yo me alegro de encontrarte de nuevo por la blogosfera...Y justo en estos momentos, el escrito de Cortázar me llega muy hondo, porque he heredado la casa grande de mis padres,que guarda tantos recuerdos y que yo cuidaré y mantendré con mucho cariño...Las casas tienen vida propia y nos van dejando su alma y su aliento en cada habitación.
Mi abrazo de luz y cariño para ti, amiga.
M.Jesús
Bonjour,
Des maisons qui ont une âme... Belle histoire.
Gros bisous
Gracias Marina por tu comentario, tambien extrañé mucho
Cariños
Sor Cecilia que alegría leerla, lamentablemente comprobé que muchos blogs amigos no están publicando, esperemos que vuelvan, por mi parte estaré acá compartiendo con uds.
Cariños :)
Hola María Jesús, me alegro leerte y que estés mejor, en mi caso tambien heredé la casa de mis abuelitos allí viví momentos hermosos por eso cuidaré con amor esa casa, me alegro lo de la casa de tus padres, a pesar que ellos no están quedan los recuerdos vividos.
Cariñoss M, Jesús
Martinealison gracias por tu visita
Cariños
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