Un bar tiene siempre sus personajes, sus protagonistas, sus testigos, sus seres anónimos. Y están los dueños de los secretros, ese hombre o esa mujer que habla y cuando habla revela la clave de una historia, lo que no se sabe, lo que no se puede saber, y lo que nunca terminará de saberse o de comprobarse por mucho que se lo cuente y se lo escuche.
“Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese que se yo, viste?”, dice una balada del poeta uruguayo Horacio Ferrer, musicalizada por el gran bandoneonista Astor Piazzolla; y vaya si estas palabras hacen justicia a la capital argentina.Un elemento indispensable de la cultura porteña, son los cafés. El porteño no sólo va al café a tomar algo, sino que pasa en él gran parte de su día: Lee el diario completo, mira por la vidriera, se encuentra con amigos, conversa, escribe, encuentra la solución a todos los problemas del mundo, teje sueños imposibles. Que no te sorprenda si en un café de Buenos Aires, ves en la mesa de al lado, a una pareja matándose a besos o a insultos. Todo puede suceder allí, no es nada menos que una representación a escala de la ciudad.
Algunos de los bares que acompañaron la evolución de Buenos Aires y brindaron a sus habitantes, una bebida perfumada y cobijo entre sus paredes, a lo largo de los años, fueron:
Café Tortoni
Fundado en el año 1858, por un francés que tomó prestado su nombre de un bar de París, el Café Tortoni fue reducto de artistas y poetas, grandes figuras de la cultura como Benito Quinquela Martín, Jorge Luis Borges, Federico García Lorca, Alfonsina Storni y González Tuñón; y fue pasaje obligado para celebridades como Carlos Gardel, Hillary Clinton, Atahualpa Yupanqui, Rey Juan Carlos de Borbón y Joan Manuel Serrat.
Sus paredes fueron testigo del colorido paso del tiempo, y hoy, cual fiel testimonio de aquellos años, muestran orgullosas una infinidad de fotografías, pinturas y recuerdos, que se entremezclan con los techos y ventanas vitrales, para dar identidad al café más antiguo de Buenos Aires.
En las diferentes salas del bar, se puede disfrutar de espectáculos, así como de una muestra de arte permanente. Para degustar: imperdible el café con churros.
Las Violetas
Otro de los más antiguos cafecitos de Buenos Aires, Las Violetas, fue fundado allá por 1884 (incluso con la presencia del posterior presidente Carlos Pellegrini) y dio cobijo a las figuras de la literatura y la política de la época. Una peculiar anécdota cuenta que un día, el famoso jinete Irineo Leguisamo, se sentó en una mesa de Las Violetas y preguntó por los dulces; el pastelero, gran fanático suyo, se atrevió a dedicarle una torta que terminó bautizada “Leguisamo”.
El edificio del café fue restaurado en diversas ocasiones, pero siempre mantuvo su estilo original; posee columnas con apliques de bronce, cielo razo estucado y preciosas ventanas curvas de vitraux, provenientes de Francia.
El Banderín
Actual templo de adoración masculina del fútbol, El Banderín, fue fundado a fines de la década del 20’ y claramente debe su nombre, a los más de 400 banderines de clubes de fútbol, que hay colgados en su interior, junto a camisetas autografiadas. Por allí pasaron personajes como Carlos Gardel, Ángel Firpo, y el gran humorista Tato Bores. Cuenta la historia, que en el año 1942, el gran bandoneonista Aníbal Troilo, fue a tocar a la cárcel de Caseros y los presos le regalaron una bandera de fútbol hecha con sus propias manos, que hoy, adorna las paredes de El Banderín.
Los 36 billares
Declarado de interés cultural y considerado uno de los cafés notables de Buenos Aires, Los 36 Billares (de los que sólo quedan 19) fue fundado en el año 1984 y actualmente, mezcla con gracia particular el pool con el tango. Detrás de sus puertas, funciona una Academia de Tango que ofrece clases individuales y grupales, de la mano de maestros del 2x4; y también una exclusiva sala de billar y pool, cuyas mesas de paño verde, guardan los mejores secretos del juego.
Durante la semana, también se puede disfrutar de interesantes shows de tango.
La fachada de Los 36 Billares, se destaca por el clásico fileteado porteño; y su interior abunda en material de roble.
Café de García
Funcionando desde el 1900, el Café de García, nombrado “Testimonio vivo de la memoria ciudadana”, pareciera estar detenido en el tiempo. En sus paredes cuelgan publicidades viejas y fotos de un movimiento artístico, deportivo y cultural, tan lejano a la actualidad. Sin embargo, cada día su interior resucita y abre los ojos frente a un nuevo rostro. Recordando los consejos de Horacio Spinetto, sobre como reconocer un buen bar en cinco minutos, sin duda, éste califica, por elementos como: Una camiseta argentina autografiada por Diego Maradona; dibujos de Molina Campos; la partitura del tango Nostalgias firmada por Enrique Cadícamo y fotografías del boxeador Nicolino Locche. Por el Café de García pasaron grandes como Horacio Ferrer, Alejandro Dolina, Mariano Mores, Félix Luna y Francis Ford Cóppola.
La Biela
“La Biela”, con cerca de 150 años de trayectoria, fue uno de los primeros locales gastronómicos del barrio la Recoleta. Debe su nombre a la enorme concurrencia por aquella época, de pilotos automovilísticos; según cuenta la leyenda, sus calles linderas, eran escenario de carreras de autos.
Aparte de pilotos, por La Biela pasaron celebridades y artistas como Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sábato, Joaquín Sabina, Facundo Cabral y Pérez Celis. Los cuadros que adornan el lugar abundan en temáticas de autos y hay joyitas como: Un dibujo hecho a mano por el nieto de Enzo Ferrari, fundador de la gran marca Ferrari; y un cuadro donado por el último descendiente de la familia Lamborghini.
romi
6 comentarios:
Romi, que cantidad de personajes has nombrado; me imagino a Gardel hablando con Celedonio Flores para ultimar los últimos detalles de la letra de "Margot" o a Roberto Goyeneche, cantando "Cafetín de Buenos Aires". A los poetas del tango, Discépolo, Manzi, Cadícamo o al gran "Pichuco".
Cuántos amores, encuentros y desencuentros se han vivido en esos cafés, inundados por todos esos artistas, escritores, poetas y cantantes como también por cualquiera que sin ser famoso estuvo en ellos.
Otra vez, tengo obligatoriamente que felicitarte por tu blog.
Un abrazo Romi.
Uhh, cuanto vale la imaginaciòn en estos relatos, recuerdo de pequeña mis padres me solian llevar mucho a ver teatro u otros espectaculos y cuando llegábamos a casa me preguntaban sobre la obra o evento que habiamos presenciado...ellos hacian que yo jugando les diera una opinión de lo que había visto...por supuesto mi imaginacòn volaba lejisimos...y ahora me doy cuenta lo importante que es eso...porque me enseñaron a soñar, y en este texto de los bares... una imagina a esos grandes..u personas anónimas sentados en una mesa de café tejiendo sueños o trazando caminos para sus vidas.
Gracias Galeote
Un abrazo
Romi
Romi, que interesante tema esto de los bares, y que lindo eso que contas de cuando era pequeña, sos muy dulce lo sabias??? Hermoso tu blog..da gusto entrar a leerlo, te felicito porque tocas temas interesantes
Saludos
Joaquin Salas
Bueno Romi, es la primera vez que leo tu blog y leyendo tu perfíl me doy cuenta que realmente sos asi, tenes dulzura, delicadeza lo demostrás en cada nota que publicas, no se como explicar...pero te felicito da gusto leerlo y nunca cambies.
Saludos
Marcelo Gutierrez
Hola Romi, me gustó el tema, interesante..quien no tiene algo que contar de alguna charla de café donde quizás recuerden momentos interesantes...muy buen blog...es un placer leerlo
Abrazo
Roman
Romi, querida combatiente por la cultura en general y la Rioplatense en particular. Una magnífica nota sobre bares y cafés de Bs. As. Gracias por tu comentario a mi nota en Artesanías.
Tu blog sigue en ascenso por el interés que despiertan tus textos y, claro está, la calidad...
Un abrazo, Andrés
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