sábado, 31 de mayo de 2014

Alfonsina Storni

Se la recuerda por romántica y suicida. Dice el mito que caminó dulcemente mar adentro. Pero el zapatito gastado que quedó en la escollera afirma que antes, corrió y recorrió las calles de la ciudad. Derritió el cemento de la Buenos Aires siglo XX con sus versos, que la convirtieron en referente para generaciones posteriores. Convulsionó al patriarca, despabiló a las damas, acompañó a las trabajadoras, acunó a los niños, peleó, enamoró, lloró, enseñó, y antes de irse, cambió las letras femeninas para todo el viaje.
Llegará un día en que las mujeres se atrevan a revelar su interior; este día la moral sufrirá un vuelco; las costumbres serán cambiadas.
(Alfonsina Storni, Cositas sueltas)

Nació un 29 de mayo de 1892, en un pueblo de la Suiza italiana, llamado Sala Capriasca. Fue la tercera de los ocho hijos del matrimonio de Pasqualina Marianna Aurora Martignoni (Paulina) y Alfonso Ambrogio Carlo Storni.
A los 4 años se muda a la San Juan argentina, donde ya vivían cuatro hermanos de su padre. Era una familia adinerada, que fue abatida y derrumbada por la crisis financiera acaecida durante el mandato de Juárez Célman, según le contaron cuando creció. Pero hasta los 10 años allí vivió.
A los 10 años, como consecuencia de la miseria económica en la que había caído la familia, se traslada a Rosario. A los 11 años trabaja como obrera y sustenta el alquiler de su casa. A los 12 escribe su primer verso. Hablo en él de cementerios, de mi muerte. Lo doblo cuidadosamente y lo dejo debajo del velador para que mi madre lo lea antes de acostarse. El resultado es esencialmente doloroso: a la mañana siguiente tras una contestación mía levantisca unos coscorrones frenéticos pretenden enseñarme que la vida es dulce. Desde entonces los bolsillos de mi delantal, los corpiños de mis enaguas, están llenos de papeluchos borroneados que se van muriendo como migas de pan. En 1906 muere su padre. Desde entonces pasa por diferentes empleos, como el de costurera u obrera en una fábrica de gorras. Muchos la recuerdan por esos días repartiendo panfletos anarquistas en las manifestaciones del 1º de mayo. En 1907 llega a Rosario la compañía teatral de José Tallaví; el actor era un viejo conocido de Paulina, quien tras arduas insistencias de su hija, consigue una entrevista. Inmediatamente Alfonsina es incorporada a la compañía y parte de gira por el país.
 A los 15 años ingresa en la escuela Normal Mixta de Maestros Rurales de Coronda, a pesar de que no tenía certificados de estudios de ningún tipo, su capacidad la salva. Va a ser maestra. Allí se emplea también como celadora, y los fines de semana trabaja como corista en un teatro pequeño de Rosario. En 1910 se recibe de maestra y quiebra con el rebaño.
Comienza a publicar en Mundo Rosarino y Monos y Monadas, trabaja como maestra y participa activamente en las manifestaciones sociales que hacen hervir el cemento. Incursiona en el mundo de las letras, en el cual, según se dice, conoció al padre de su hijo Alejandro, que cuenta: con mi padre yo me llevaba muy bien. Mi padre era un hombre muy bueno y mi madre nunca me habló mal de él. Su identidad se mantuvo en reserva porque era un hombre mucho mayor que ella, casado, y con un alto cargo político. Pero Alejandro lo frecuentó hasta la muerte, ocurrida ocho años antes que la de Alfonsina.
En 1912 llega a Buenos Aires, donde da a luz a su hijo, el 12 de abril. En 1916 publica su primer libro de poemas, La Inquietud del Rosal.
Como recuerda su hijo, Alfonsina escribía por inspiración. No era metódica para nada, y por eso pasaban lapsos de tiempos en los que ninguna nueva poesía aparecía, y de repente escribía un libro.
Su poesía reconoce dos etapas. La primera tiene matices románticos, muy ligada al modernismo de Rubén Darío. Contiene muchas imágenes cercanas al mundo emocional de la escritora, aparecen anécdotas de su propia cotidianeidad. Ya se hacen presentes aquellos temas que resonarán en su poesía, a veces explícitamente, otras de manera soslayada, como son el amor, la vida, la muerte, el desengaño, el dolor, pero también el rol de la mujer, el machismo, la maternidad; por todos ellos será recordada. La segunda etapa la liga a las vanguardias, al simbolismo y a un nuevo tipo de escritura.
Primera etapa de su obra poética: La inquietud del rosal (1916), El dulce daño (1918) Irremediablemente (1919), Languidez (1920) y Ocre (1925).
Segunda etapa: Pertenecen a ella sus libros Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938).
Cuando publica su primer libro, Alfonsina tiene 24 años. Trabaja como corresponsal Psicológica en la casa Fleixes Hermanos, y allí escribe: “Estoy encerrada en una oficina; me acuna una canción de teclas; las mamparas de madera se levantan como diques sobre mi cabeza...Clavada en mi sillón... escribo mi primer libro de versos. Un pésimo libro de versos. ¡Dios te libre, amigo, de La Inquietud del Rosal! Pero lo escribo para no morir”.
Dos años después aparece El dulce daño. El destinatario retórico claramente perceptible, es el varón. Las metáforas, las figuras estilísticas que elige, dan todavía mayor sensación de mostrar a corazón abierto, un interior de mujer. Corpóreos los versos, casi se materializa ella misma mientras el lector clava la vista en ellos. “Hice el libro así:/ gimiendo, llorando, ay de mi.” Este libro contiene muchos de sus más populares poesías y toca más de cerca sus grandes temas. Aparece uno de sus poemas de mayor resonancia Tú me quieres blanca, donde le recrimina al hombre las pretensiones que de la mujer tiene: “Que sea azucena/ sobre todas, casta”. También aparece aquí –como más explícitamente lo hará en los textos ensayísticos– la crítica a la frivolidad social. Se vislumbra tempranamente el sabor de la muerte idílica, mítica, del artista que vive intensamente, y muere joven: “Tengo el presentimiento que he de vivir muy poco”, dice en uno de sus versos, y en muchos da a conocer su deseo de morir como acceso a la tranquilidad, librada de los dolores del alma y de las arduas faenas terrenales.
Alfonsina trabaja en una escuela para niños débiles mentales de Parque Chacabuco, dicta clases de declamación y da recitales en entidades populares. Ya colabora con sus notas en varias revistas, y en La Nación firma con el seudónimo “Tao-Lao”.
Alfonsina Storni lee sus Antisonetos en Montevideo, el 27 de enero de 1938. 
El 1919, confiesa en Irremediablemente: “Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido/ No fuera más que aquello que nunca pudo ser,/ No fuera más que algo vedado y reprimido/ De familia en familia, de mujer en mujer”. Con su siguiente libro, Languidez, alcanza una considerable fama. Por esta obra va a dictar conferencias a Montevideo, gracias a lo cual conoce a Juana de Ibarborou. Un poema que recuerdan quienes hayan alguna vez escuchado hablar de ella, es La caricia perdida, donde transmite esa sensación de desarmarse por un amor incorpóreo: “Pude amar esta noche con piedad infinita,/ pude amar al primero que acertara a llegar./ Nadie llega. Están solos los floridos senderos./ La caricia perdida, rodará...rodará...”
Todos estos temas se conjugan con mayor madurez en Ocre, ahora dirigiéndose más directamente a las mujeres de la época, a despertar su espíritu crítico ante la condición que les depara la sociedad patriarcal. Las referencias al hombre son siempre sarcásticas: “Con mayúscula escribo tu nombre y te saludo, / Hombre, mientras depongo mi femenino escudo/ en sencilla y valiente condición de derrota.” Con este libro se despide de sus raíces románticas y se despega del modernismo, aunque nunca del todo. Curiosamente, le dedica un poema a Rubén Darío.
Pasarán nueve años hasta que vuelva a escribir un libro. Sin embargo, varios poemas que componen su siguiente obra son publicados en este lapso en revistas y diarios de la época.
Comienza la segunda etapa de su poesía. Como puede leerse en un viejo diario de La Opinión: “En 1934, Mundo de siete pozos recoge la exaltación vanguardista de la imagen y la metáfora como centros del texto lírico.” Este libro se lo dedica a su hijo: “A Alejandro: tiene mi vida que bien vale un verso”.
Con su último libro, Mascarilla y trébol (1938), “incursiona decididamente en la vertiente surrealista, recurriendo al tema del sueño y del inconsciente.”

 Esta obra enorgullece a Alfonsina al punto de confesar que al fin ha logrado comunicar lo que quería, y que es lo mejor que a hecho. Al comienzo del libro, Alfonsina explica y advierte al lector que se va a encontrar con versos que pueden parecer “oscuros”, como ya prevé por lo que han suscitado algunos de sus poemas publicados en revistas y diarios. Avisa que estos nuevos poemas necesitan de la colaboración del lector para completar su sentido, y se autovincula para eso con las nuevas corrientes estéticas: “ Los movimientos vanguardistas en arte y política se apoyan en el hecho social de esta colaboración, cada vez más exigida.”
Entre sus últimos dos libros, ocurren dos hitos de su vida: se suicida Horacio Quiroga (con quien tenía estrecha relación) y se le descubre un tumor cancerígeno. Su salud comienza a empeorar notablemente, y su ánimo a decaer.
Sus textos periodísticos minaban el ambiente mediático de entonces, viceralmente polémicos, sarcásticos, lucidos y heréticos. Alfonsina escribe ensayos, notas de opinión, obras teatrales, novelas y prosas poéticas en diferentes revistas y diarios, como El Hogar, La Nota, Caras y Caretas, La Nación, y otros medios nacionales y extranjeros.
Según Alejandro (h), Alfonsina empezó a escribir prosa porque no podía trabajar como maestra, eso era más difícil. Aún así, en una entrevista a la poetisa, realizada en septiembre del ‘31, ella responde: De todos mis libros tengo preferencia por uno pequeño en prosa: Poemas de Amor. No quitaría de él una coma, aún cuando le aumentara perfección.
“Heme embarcada de nuevo en este tema, bien burgués, bien moderado por cierto; incapaz, por ahora, de hacer descolgar la luna del firmamento que, un poco vieja y desdentada, sigue rodeando a la tierra sin saber que existe un país, el nuestro, donde entre muchas cosas raras existen unos códigos –fantasmas, misteriosos, que, como cosas sagradas, permanecen impenetrables desde hace varias décadas–.”
(Storni, Alfonsina, A propósito de las incapacidades relativas de la mujer (10 de octubre de 1919, La Nota), en “Nosotras y la piel...”, Alfaguara, Buenos Aires, 1998)
Sus escritos periodísticos permanecen algo escondidos porque conservan el mismo grado de “peligrosidad” que entonces. Algunos de los elocuentes títulos: Compra de maridos, Feminismo Perfumado, Un simulacro de voto, A propósito de las incapacidades relativas de la mujer.
Entre un par de maletas a medio abrir y la manecilla del reloj
Alfonsina pasa a la historia como mito. Se la recuerda como la poetisa que se suicidó en el mar por una pena de amor. Sabido es que todo mito tiene algo de verdad, y es probable que Alfonsina haya guardado grandes penas; pero es cierto que su enfermedad terminal no la dejaba ya ni siquiera escribir.
El 25 de octubre de 1938, a la una de la madrugada, se tiró por la escollera -se sabe que no se adentró caminando porque un zapato quedó en la escollera. Así lo relata Alejandro (h)- de una playa de Mar del Plata que ahora tiene su nombre. No era su primer intento. Dejó cartas a su hijo, dejó un papel anunciado que se arrojaba al mar en el escritorio de su habitación, y envió a La Nación un último poema: “Voy a dormir”. A la mañana, mientras la poesía salía en el diario, el cuerpo de Alfonsina era encontrado por unos pescadores.
Fue una mujer visionaria; en su último libro de poemas predice ciertos estados del mundo que ella nunca llegaría a ver, ya que es el que habitamos en este minuto. Su carrera y su vida estuvieron ligadas a la protesta social, al accionar, al no conformismo. Se preocupó por despertar a las mujeres se su cómodo letargo, participó activamente de las rebeliones sociales, y lo hizo públicamente. Llegó a los medios, le habló a todo el público posible: al de sus poemas más simples, al de los más abstractos, al que leía el periódico en el tranvía, al que asistía el teatro; al que todavía iba a la escuela. Uno de sus ámbitos más frecuentados fue el Café Tortoni.  En el legendario café se reunía con sus amigos de La Peña, recitaba poemas, y sí, se reía mucho. Uno de sus grandes amigos fue el artista plástico Benito Quinquela Martín, quien la acompañó al medico desde el primer susto, y la contuvo hasta el final.
En el cementerio de Chacarita descansa Alfonsina, en un mausoleo adornado por una enorme escultura con la imagen de una mujer, que fue mandada a hacer por la gente de La Peña, para lo cual se vendió el piano del Tortoni. Al lado de ella, en una colorida tumba, sigue cuidándola su querido Quinquela.


romi

miércoles, 21 de mayo de 2014

LA POESÍA CONTEMPORÁNEA


Se inicia en el siglo XIX una tendencia, que continúa en la actualidad, de ampliar los horizontes de la poesía por cualquier medio posible, dejando de lado la exclusividad de la antigüedad. Las corrientes y los movimientos se van a ir sucediendo muy rápidos, dando lugar a un inmenso caudal poético muy variado tanto en sus formas como en el fondo.
1).- FRANCIA: Este es un
 período muy rico en la poesía gala, que prácticamente va a imponer sus estilos en todo el mundo. Varias corrientes surgen en Francia:
a).- Parnasianimo: Corriente que busca, frente a la exaltación romántica, alcanzar la belleza objetiva, a través de formas métricas perfectas y de la impersonalidad de los sentimientos. Sus máximos representantes fueron Leconte de Lisle(1818-1894), José María de Heredia (1842-1905) ySully Prudhomme (1839-1907), primer Premio Nobel de literatura.
b).- Simbolismo: Corriente que busca sugerir la noción ideal de las cosas combinando las palabras según su valor musical y evocador, frente al rigidez parnasianista. Sus representantes más importantes, todos ellos figuras clave de la literatura, fueron Charles Baudelaire (1821-1867), considerado el primer "poeta maldito", Arthur Rimbaud (1854-1891),Stéphane Mallarmé (1842-1898), Paul Marie Verlaine (1844-1896), Paul Valéry (1871-1945) yPaul Claudel (1868-1955).
c).- Dadaísmo: Movimiento artístico nacido en Zurich que se basa en el desarrollo de lo ilógico y absurdo. Tuvo una corta vida y su mayor representante en poesía fue el refugiado rumano Tristan Tzara (1893-1963).
d).- Surrealismo: Este movimiento, que tuvo como precursor al misterioso Guillerme Apollinaire (1880-1918), nace oficialmente en París en 1924. Allí André Bretón (1896-1966), influenciado por las doctrinas de Sigmund Freud, publica el Manifiesto Surrealista donde define el movimiento como "automatismo psíquico puro a través del cual nos proponemos expresar, ya sea verbalmente o por escrito, o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento". Pronto el surrealismo se extenderá a otras artes como la pintura. Otra figura destacada es la de Louis Aragon (1897-1982).
Todos estos movimientos van a hacer que a lo largo del siglo XX surjan en Francia figuras de un nuevo lirismo como Antonin Artaud (1896-1948), Paul Eluard (1895-1952), Henri Michaux(1899-1984), el senegalés Léopold Sédar Sénghor(1906-2001) o el multifacético Jean Cocteau(1889-1963).
2).- ITALIA: Giosué Carducci (1835-1907) señala el final del romanticismo junto con Gabriel D’Annunzio (1863-1938) y Giovanni Pascoli(1855-1912). En 1909 Filippo Tomasso Marinetti(1876-1944) funda el futurismo, movimiento dinámico que arremete contra los valores tradicionales. A partir de aquí se va a buscar un equilibrio entre el legado greco-latino y la cotidianeidad por nombres como Dino Campana(1885-1932), Arturo Onofri (1885-1928), Umberto Saba (1883-1957), Giuseppe Ungaretti (1888-1970), Eugenio Montale (1896-1981), Salvatore Quasimodo (1901-1969) y Cesare Pavese (1908-1950).
3).- ESPAÑA: A finales del siglo XIX, la decadencia del romanticismo deja los nombres de Gaspar Núñez de Arce (1834-1903) y Ramón de Campoamor (1817-1901), pero será a comienzos del XX cuando la poesía resurge con el pesimismo de la Generación del 98, representada por Antonio Machado (1875-1939) y Miguel de Unamuno (1864-1931), y por la figura de Juan Ramón Jiménez (1881-1958) que operan un cambio en la lírica española que llegará a su esplendor con la Generación del 27 y los movimientos de vanguardia: Federico García Lorca (1898-1936), Gerardo Diego (1896-1987),Jorge Guillén (1893-1984), Vicente Aleixandre(1898-1984), Pedro Salinas (1892-1951), Luis Cernuda (1902-1963), Rafael Alberti (1902-1999) yMiguel Hernández (1910-1942).
En la segunda mitad del siglo XX hay que destacar los nombres de León Felipe (1884-1968),Luis Rosales (1910-1992), Leopoldo Panero (1909-1962), Dámaso Alonso (1898-1990), Gabriel Celaya (1911-1991), Blas de Otero (1916-1979),José Ángel Valente (1929-2000), Jaime Gil de Biedma (1929-1990), José Hierro (1922-2002),Carlos Bousoño (1923) y Francisco Brines (1932)
4).- PORTUGAL: Las figuras de Guerra Junqueiro (1850-1923) y de Teixeira de Pascoaes(1879-1952) preparan la lírica contemporánea, en la que destaca Joâo José Cochofel (1919-1982).
5).- ALEMANIA: La poesía contemporánea germana puede personificarse en Rainer Maria Rilke (1875-1926) y la personalísima voz deBertold Brecht (1898-1956).
6).- INGLATERRA: Cabe destacar a Robert Browning (1812-1889), Dante Gabriel Rossetti(1828-1882), Thomas Hardy (1840-1928) yWilliam Butler Yeats (1865-1939). Ya en el siglo XX las figuras de T. S. Elliot (1888-1967) y Ezra Pound (1885-1972) van a revitalizar la poesía inglesa, ejerciendo una influencia actual en autores como Dylan Thomas (1914-1953).
7).- ESTADOS UNIDOS: Dos grandes figuras van a lanzar la naciente poesía en Norteamérica, que a partir de ahora generará un importante número de poetas: Walt Whitman (1819-1892) y la poetisa Emily Dickinson (1830-1886). De entre el nutrido grupo de poetas norteamericanos del siglo XX hay que destacar a Wallace Stewens(1879-1950), Charles Bukowski (1920-1994), Jack Kerouac (1922-1967) y Allen Ginsberg (1926-1997).
Para cerrar esta breve historia de la poesía hay que recordar dos nombres: el libanés Khalil Gibrán (1883-1991) y el indio Rabindranah Tagore (1861-1941) cuya lírica obtiene gran repercusión en todo el mundo.


romi

domingo, 20 de abril de 2014

Gabriel García Márquez 1927- 2014



Gabriel José García Márquez nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca (Colombia), hijo del telegrafista Gabriel Eligio García y de Luisa Santiaga Márquez Iguarán.
El pequeño "Gabito", a causa de la pobre economía de sus padres, se crió al cuidado de sus abuelos, el coronel Nicolás Ricardo Márquez y su esposa Tranquilina Iguarán Cortés, personas muy influyentes en el mundo literario de su nieto, en especial su abuela, quien le contaba multitud de relatos de fantasmas, demonios y demás seres esotéricos.
Cuando su abuelo falleció en 1936 y su abuela estaba casi ciega, Gabriel tuvo que regresar junto a sus padres. Estos últimos estaban residiendo en Sucre tras conseguir su progenitor emplearse en una farmacia.
Los estudios de García Márquez se iniciaron en la población de Barranquilla. Posteriormente logró una beca para estudiar bachillerato en Zipaquirá y en 1946 comenzó la carrera de Derecho en la Universal Nacional de Bogotá.
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En su periplo universitario conoció a Mercedes Barcha Pardo, con quien se casó en 1958 y con quien tuvo dos hijos, Ricardo y Gonzalo.
Tras el asesinato del político liberal Jorge Eliécer Gaitán y los disturbios posteriores que ocasionaron el cierre del centro universitario, García Márquez se trasladó a la Universidad de Cartagena para intentar proseguir unos estudios a los que prestó poco interés, todo lo contrario que a la literatura, devorando con avidez todo tipo de libros.
En ese periodo comenzó a colaborar en el periódico "El Universal".
En 1950 García Márquez abandonó los estudios y se dirigió de nuevo a Barranquilla para escribir en "El Heraldo" y formar parte de un círculo literario conocido como "El Grupo De Barranquilla".
En 1954 comenzó a colaborar con "El Espectador" de Bogotá, en donde divulgó su primer relato, "Ojos De Perro Azul", además de escribir crítica de cine. Un año después apareció su primera novela, "La Hojarasca" (1955).
Cuando estaba en Europa trabajando como corresponsal el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla ordenó cerrar su periódico.
García Márquez aprovechó la coyuntura para recorrer la parte Este del viejo continente, incluida la Unión Soviética, al tiempo que colaboraba en las revistas venezolanas "Elite" y "Momento".
Tras derrocar Fidel Castro al dictador Fulgencio Batista, Gabo trabajó con el revolucionario cubano en la agencia de noticias "Prensa Latina", llegando a ser corresponsal en la ciudad de Nueva York.
En 1961 abandonó este trabajo para residir en México, colaborar con Carlos Fuentes en la redacción de guiones cinematográficos, y escribir en las revistas "Sucesos" y "La Familia".
En 1967, con la publicación de "Cien Años De Soledad" (1967), Gabriel García Márquez se convirtió en una de las personalidades latinoamericanas más destacadas de su tiempo.
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Durante las siguientes décadas se implicó más en cuestiones políticas, creando en los años 70 la revista izquierdista "Alternativa".
También fue miembro del Tribunal Bertrand Russell y creó la Fundación Habeas, dedicada a la asistencia a presos políticos.
Estas implicaciones ideológicas le llevaron en varias ocasiones a exiliarse voluntariamente en otros países, especialmente México.
En 1982 le fue concedido el Premio Nobel.
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García Márquez fue uno de los grandes literatos en habla hispana del siglo XX. Influenciado por Juan Ramón Jiménez,Franz KafkaWilliam Faulkner o Pablo Neruda, en sus novelas amalgama un retrato naturalista con elementos fantásticos conformando el estilo denominado realismo mágico.
Su principal obra es la citada "Cien Años De Soledad" (1967), trabajo cumbre de una trayectoria repleta de novelas significativas como la también nombrada "La Hojarasca" (1955), "El Coronel No Tiene Quien Le Escriba" (1957), "El Otoño Del Patriarca" (1975), "Crónica De Una Muerte Anunciada" (1981), El Amor En Los Tiempos Del Cólera" (1986), "El General En Su Laberinto" (1991) o "Del Amor y Otros Demonios" (1994).
Después de diez años sin publicar una novela, reapareció con "Memoria De Mis Putas Tristes" (2004), libro sobre un viejo periodista de noventa años que busca la compañía amorosa de una mujer joven.
Sobre su persona se ha publicado un cómic con guión de Óscar Pantoja.
Tras sufrir una neumonía, Gabriel García Márquez falleció a causa de una insuficiente respiratoria el 17 de abril del año 2014. Tenía 87 años.

romi

domingo, 6 de abril de 2014

Victoria Ocampo


Ramona Victoria Epifanía Rufina  Ocampo nació el 7 de abril de 1890 a las 16:00 hrs. en la calle Viamonte 482 (Buenos Aires, Argentina), calle que después se llamó avenida Leandro N.Alem. Fue hija de una familia argentina rica y aristocrática, cuyos antepasados se establecieron en esas latitudes, gobernando la región desde los días de la conquista española.
  Sus padres fueron, el ingeniero Manuel Ocampo y Ramona de Aguirre de Ocampo. Fue una niña protegida en su infancia y adolescencia y se movió en un medio donde se respetaban y conservaban las tradiciones familiares.
  Desde pequeña mostró inclinación por la lectura (en inglés o en francés, especialmente en éste último), aunque nunca fue a la escuela. Sin embargo, recibió una educación muy minuciosa, ya que siempre tuvo profesoras particulares en su casa. Lo que se enseñaba a las mujeres de su clase social en esa época (comienzo de siglo) no era mucho: nociones de aritmética, ortografía, abundante catecismo e historia sagrada, algo de historia argentina, un poco de historia universal, otro poco de ciencias naturales y, además, música (piano, que era obligatorio para toda niña).
  Aquella inclinación a la lectura, unida a una notable facilidad para aprender y a una no menos notable retentiva, dio lugar a que su padre se lamentara más de una vez de que ella no hubiese nacido varón, para darle una carrera universitaria.
  El francés fue la lengua de su niñez y adolescencia, aunque su conocimiento del inglés fue perfecto y lo mismo puede decirse del italiano.
  Pocos datos tenemos de su adolescencia, ésta aparece como un cono de sombra: una joven que espera el amor, el primer contacto violento con la realidad, la muerte de su hermana Clara. Es todo lo que sabemos sobre esta etapa.
   En 1910, cuando las jóvenes no salían de su casa, y si lo hacían era para ir a misa con la mirada fija en el suelo, Victoria se bañaba en Mar del Plata, no en la playa exclusiva para mujeres, que en esa época estaba separada de la de los hombres, sino donde se le daba la gana. Bailaba tango, esa danza que para algunos "era indecencia pura", andaba a caballo con breeches y no con polleras. Además, escribía, manejaba autos y quería ser actriz, lo cual provocaba terremotos familiares.  
  El 8 de Noviembre de 1912, Victoria se casa con el profesor Luis Bernardo Mónaco de Estrada. La ceremonia religiosa se celebra en la casa de sus padres. De viaje de bodas, van a Europa, pero pocas semanas después, ella comprende que Estrada no le desagrada pero la irrita; descubre que es un hombre convencional.
  En Roma, dónde luego los lleva el viaje, ella despierta los celos de "Mónaco". Su relación se echa a perder, las peleas son cada vez más violentas, e incluso llevan a las manos. Estando casada, se enamora apasionadamente de Julián Martínez Estrada, primo de su marido, quién, tiempo después, se enamora de ella. Julián era padre soltero.   
  Una carta anónima denuncia las "relaciones" de Victoria y Julián. Mónaco Estrada enloquece. Esta carta, cuyos primeros efectos son devastadores, es también benéfica, ya que le proporciona el medio de ponerse en contacto con el primo de su esposo.
  Cuando regresan a Buenos Aires, ella y Mónaco no dormían juntos y ya ni se hablaban. No se separaron de inmediato, pero el matrimonio era sólo ficción. Victoria y Julián comienzan a verse a escondidas, en casa de él.
  En 1916 conoce a José Ortega y Gasset, un filósofo español quien ayudó en la fundación de la revista Sur.
  En 1920, Victoria se va a vivir sola, en un departamento situado en la calle Garay, cerca del parque Lezama. Dieciocho años duró la pasión; luego comenzó a entibiarse. Según su propia confesión, nunca tuvo un amor semejante.
  En 1930 fundó una revista de ideas y cultura; la revista Sur. La primera edición apareció en Buenos Aires el 1° de enero de 1931, y se editó durante cuatro décadas.
  En 1933 fallece Luis Bernardo Mónaco Estrada, su odiado esposo.Victoria, ya viuda, comienza a escribir sus "Testimonios".
  En 1936 Victoria es elegida presidente de la "Unión de mujeres argentinas". El fin de esta unión, era luchar con la reforma de la ley de 1926, sobre los derechos de las mujeres casadas. A partir de esta fecha, la unión de mujeres no dejó de luchar por el mejoramiento de la condición femenina en Argentina. Sin embargo, Victoria renuncia en 1938.
  En 1939, entre Victoria, una mujer de 49 años, y el sociólogo Caillois, 22 años menor que ella, surge una verdadera pasión.
  En 1944 Victoria asume la presidencia de un comité encargado de recaudar fondos, para Francia y sus artistas.
  En 1946, Victoria reanuda sus temporadas en Europa para escapar del clima político que había en Argentina. En su paso por París recibe un homenaje de los escritores franceses por la ayuda en su favor durante la guerra.
  El antiperonismo de Victoria la llevó a la cárcel en 1953, acusada de guardar en su casa marplatense, armas para los enemigos del régimen. Tenía 63 años. La enviaron al Buen pastor, un instituto para prostitutas.
  En 1955, Victoria Ocampo, que no ha previsto la caída del peso y ha invertido fuertes sumas en Sur, se ve obligada a reducir notablemente su nivel de vida. A los sesenta y cinco años, está casi arruinada en relación con su modo de vida anterior. Debe renunciar en parte a sus viajes, limitar sus gastos personales y tener presente el valor real del dinero. No se jacta de ello y sólo confía sus dificultades económicas a los más íntimos. A Gabriela Mistral, tras declinar una invitación que le hace en 1956, le confiesa la pérdida neta de 85.000 pesos de Sur en su 25° aniversario.
  En 1960 Victoria supera la barrera de los setenta años. La vieja dama se mantiene activa y sigue atentamente la vida literaria, siempre a cargo de la responsabilidad de Sur.
  1962, es un año muy extraño en la vida de Victoria, un año negro marcado por la pérdida de seres queridos, pero también un año feliz, con condecoraciones y homenajes. Además, en este año, el gobierno argentino ofrece a Victoria Ocampo el cargo de embajadora en la India, pero no lo acepta invocando su avanzada edad, y por temor a cambiar sus hábitos de vida.
 En enero de 1973, Victoria dona a la UNESCO sus casas de San Isidro (con su mobiliario y sus colecciones) y de Mar del Plata.                                           Para una mujer que amaba la vida como Victoria; que amaba el mundo y todo lo que éste le dio; que conoció tanta gente a lo largo de su vida; para una mujer cargada de años y de amigos, y a quien la carga de años ha ido, a su vez, cargándola de muertos, la muerte no puede dejar de ser un tema siempre presente. Sin embargo, para ella, la muerte significaba una partida, un viaje a otro lugar para seguir mirando las mismas cosas desde otro ángulo que tiene mucho de misterio... esto le ayudó a superar más fácilmente la muerte de sus seres queridos.
  Victoria Ocampo muere el 27 de enero de 1979.

romi

martes, 4 de marzo de 2014

El papel de la mujer en la literatura


La mujer ha logrado abrirse camino en las artes y las letras. No ha sido fácil para ellas. Sin embargo, en el momento tienen un puesto importante en este campo. Tanto, que han sido galardonadas en grandes concursos literarios.
Debido al gran empeño que muchas mujeres literatas han puesto en mostrarle al mundo lo que crean, ahora se puede decir que la mujer en la literatura camina hombro a hombro, junto a los grandes escritores. Para ellas no ha sido un camino fácil el que decidieron seguir. Se trató de una senda llena de obstáculos, entre los que estaba centralmente ser mujer.
En el siglo XIX, gran parte de las mujeres escritoras tenían que publicar con un seudónimo de hombre para ser tomadas en serio. Émily Brontë y sus hermanas fueron muestra manifiesta de ello. Cumbres borrascosas fue publicada bajo el seudónimo de “Ellis Bell”. De lo contrario, ningún editor se atrevía a publicar, pues consideraban que ellas solamente escribían novelas de corte romántico. Cumbres borrascosas pudo escapar a esto, al ser publicada bajo el seudónimo de hombre, porque lo relatado en el libro estaba inmerso en una historia de amor. Era verdad lo que se creía en ese tiempo sobre lo que escribía la mayoría de las mujeres, pero la obra de Émily Brontë estaba muy bien esquematizada. Caso similar ocurrió con sus dos hermanas, quienes también utilizaron seudónimos masculinos. 
Para comienzos del siglo XX, las cosas habían cambiado drásticamente. Fue así como la escritora londinense Virginia Woolf comienza en 1905 a escribir para el suplemento literario del Times, y 10 años después publica su primera novela. Aunque algunos críticos la consideran de difícil comprensión, por tener una fuerte tendencia hacia el racionalismo doctrinario, lo cierto fue que dejó un gran legado literario.
De igual manera, Marguerite Yourcenar, consagrada escritora belga, comienza su carrera literaria en la tercera década de este mismo siglo. Entre sus obras se puede destacar Memorias de Adriano. En este libro, para el que estuvo trabajando por una década, relata la vida y la muerte del emperador romano Adriano a la manera de una extensa carta del emperador a Marco Aurelio, su hijo adoptivo, quien lo sucede en el trono. Además de esta magistral obra, se destaca Opus nigrum, novela ambientada en la Europa del siglo XVI. En ella deja claros los principios religiosos, los dogmas y las supersticiones del mundo en el que está enfrentada la Edad Media con el Renacimiento. Su protagonista tiene un final trágico, y esto hace pensar que no se trata de una escritora sino de un escritor. Por eso se puede ver que las mujeres no escriben solamente novelas de corte amoroso. Muestra de eso tenemos en otra de las grandes obras de la literatura: Frankenstein.

Primera obra de ciencia ficción

Es una mujer quien, en 1818, nos regala esta magistral obra, que, casi dos siglos después, no deja de asombrar. La escritora Mary Wollstonecraft Shelley publica la que está considerada como primera obra de ciencia ficción de la historia de las letras: Frankenstein o el moderno Prometeo. En esta novela, la escritora londinense explora temas como la moral científica, la creación y la destrucción de la vida, y el afán del hombre por ser como Dios: creador y destructor del hombre. En la historia, su protagonista, el estudiante de medicina Víctor Frankenstein, obsesionado por saber más sobre los secretos de la vida y la muerte, crea un ser nuevo al unir partes de cadáveres. Del experimento aparece lleno de vida el “ser demoníaco” que, como el hombre, está dotado de voluntad propia.


romi

miércoles, 26 de febrero de 2014

Mujeres Escritoras

Sor Juana
La huella que han dejado las mujeres en la escena literaria es indiscutible, a pesar de que hasta tiempos recientes no han gozado de la misma visibilidad que los hombres. En orden cronológico, éstas son las que mayor impacto han tenido.
 Sor Juana Inés de la Cruz :
(México, 1648/51-1695) Es una de las figuras más importantes del Siglo de Oro y además una de las primeras escritoras femeninas que llegó a la fama. Esta poeta y dramaturga fue dama de compañía de la virreina, antes de entrar al convento. El poema "Redondillas" y la carta "Respuesta a Sor Filotea" son dos de sus obras más conocidas.
 Rosalía de Castro:
(España, 1837-1885) Esta poeta y novelista, que escribío tanto en gallego como en castellano, es una de las poetas más importantes del siglo XIX. Junto a Gustavo Adolfo Bécquer, es una figura emblemática del posromanticismo.
Gabriela Mistral :
(Chile, 1889-1957) En 1945, esta poeta se convirtió en el primer escritor latinoamericano en recibir el premio Nobel. Su obra se sitúa entre el modernismo y la vanguardia con un estilo alejado de la afectación esteticista del modernismo y más próximo al lenguaje coloquial. Además de poeta, fue cónsul de Chile en varias ciudades del mundo.
Alfonsina Storni :
(Argentina, 1892-1938) Poeta feminista cuyos primeros poemas se caracterizan por la influencia del modernismo, mientras que su obra posterior tiende a la vanguardia. Se quitó la vida poco después del suicidio de Horacio Quiroga, escritor uruguayo con quien mantuvo una estrecha amistad.
 María Luisa Bombal:
 (Chile, 1910-1980) A pesar de ser breve en extensión, la obra de esta novelista y cuentista fue muy influyente y vanguardista. Su estilo narrativo, que oscila entre la realidad y la fantasía, fue un precusor al realismo mágico.
Carmen Laforet :
(España, 1921-2004) Su novela Nada es un clásico de la narrativa contemporánea española. Pese a su éxito tanto crítico como comercial (Nada sigue vendiendo miles de ejemplares en la actualidad), a Laforet nunca le sentó bien la fama y evitaba los círculos literarios. Allanó el camino para escritoras del medio siglo, como Carmen Martín Gaite yAna María Matute.
Rosario Castellanos :
(México, 1925-1974) Cultivó todos los géneros, pero es más conocida por su poesía, la cual hace hincapié en temas culurales y feministas. Además de escritora, sirvió de embajadora de México en Israel.
Carmen Martín Gaite :
 (España, 1925-2000) Esta escritora de la generación del medio siglo ha sido galardonada con los premios Nadal, Nacional de Literatura, y Príncipe de Asturias, entre otros. Se dedicó a la narrativa y al ensayo, con un enfoque en la memoria dialogada, la metaliteratura, y el juego entre la realidad y el sueño.
Ana María Matute :
(España, 1926) La galardonada novelista es una de las voces más prominentes de la posguerra española. Su narrativa es realista y marcada por la tragedia, con niños o adolescentes protagonizando muchas de sus historias. Es la tercera mujer escritora en ingresar en la Real Academia Española. En 2010, a los 85 años, recibió el Premio Cervantes, el más prestigioso de las letras en lengua española.
10. Isabel Allende :
(Chile, 1942) Esta escritora de best sellers es una de las más conocidas en el mundo, pese a las críticas. Desde la edición de su primera novela La casa de los espíritus , que la lanzó a la fama, sus libros han vendido más de 56 millones de ejemplares

romi

miércoles, 12 de febrero de 2014

JULIO CORTÁZAR A 30 AÑOS DE SU DESAPARICIÓN


Julio Cortázar nació en Ixelles, Bruselas el 26 de agosto de 1914 y falleció en París el 12 de febrero de 1984). Fue un escritor, traductor e intelectual argentino. Optó por la nacionalidad francesa en 1981, en protesta contra la Junta Militar que gobernaba la Argentina.
Se lo considera uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal. Debido a que los contenidos de su obra transitan en la frontera entre lo real y lo fantástico, suele ser puesto en relación con el realismo mágico e incluso con el surrealismo.
Vivió casi toda su vida en Argentina y buena parte en Europa. Residió en Italia, España, Suiza y París, ciudad donde se estableció en 1951 y en la que ambientó algunas de sus obras.
Además de escribir obras propias, fue considerado un reconocido traductor, habiendo trabajado en este oficio para la Unesco.
Apasionado del jazz reflejó en su obra "El perseguidor" la vida de un saxofonista papel que encarnó Sergio Renán.
Como a Osvaldo Soriano, y otros grandes escritores argentinos a Cortázar también lo extrañamos. Dejaron obras cumbres de la literatura pero la muerte les privó de dejar un testimonio más completo todavía.


romi

jueves, 6 de febrero de 2014

Juan Carlos Alarcón




JUan Carlos Alarcón nos tiene acostumbrados a hermosas   historias .Este  video es parte de la promo de su libro  ANY LORAC que saldrá a la venta  en unos dias
quería compartirlo con uds  se lo recomiendo. 

Juan Carlos Alarcón es argentino. Vive en Francia, y ha publicado los libros “País Chúcaro” (poemas, Recovecos, 2006); “Cuando los pájaros vuelan en libertad” (novela, Espartaco, 2006); “El ladrón de campanas” (novela, Espartaco, 2004); entre otros. Es autor y director de teatro, y en su haber se cuentan las obras “La chica de la sonrisa de oro”, “La mujer del fin de semana”, La leyenda de Huanca Iris”, “¿Ya 200 años?...¡Oh mierda!” y “El puerto del infierno”. Como periodista dirige la revista bilingüe “Café Latino” de Francia.

http://www.youtube.com/watch?v=oPenc4ZZqtA&feature=youtu.be

romi

lunes, 27 de enero de 2014

Miguel Cané


Nace el 27 de enero de 1851. Hijo de Miguel Cané y Eufemia Casares, es el segundo hijo del matrimonio. Hereda de su padre la admiración por Europa
y la vocación por escribir. En 1863 muere su padre y a los tres meses ingresa al recién fundado Colegio Nacional. Dos presencias que lo entusiasman moldean su personalidad, El profesor y luego rector del Colegio, Amadeo Jacques y los folletines. Jacques le descubre las modernas corrientes del pensamiento, especialmente el positivismo y en los segundos da los primeros pasos de lector incansable y acucioso. Más tarde descubre su pasión por la música, el ateísmo y la vocación periodística.
El periodismo dará sencillez y espontaneidad a su prosa y fomentará su curiosidad abierta a todo. Y como a otros escritores de su época lo preparará para convertirse en el cronista de su generación, de su país y de sí mismo.
A los 17 años comienza su carrera de abogado y pasa a ser redactor de La Tribuna lo que le posibilita en febrero de 1870, acompañar a su admirado presidente Sarmiento a Entre Ríos para entrevistarse con Urquiza.
Poco después va a conocer Europa " el centro cultural soñado, mezcla de club, museo y sala de música".
En 1873 dirige El Nacional que apoya a la candidatura de Avellaneda. Con el triunfo de éste inicia su segundo viaje a Europa, a su regreso se casa con Sara Beláustegui y es diputado provincial. En 1876 ocupa una banca en el Congreso Nacional.
En 1876 edita sus Ensayos; en ese mismo año vio nacer su primer hijo y obtiene por fin su título de abogado. Asumió luego la representación diplomática ante los gobiernos de Colombia y Venezuela cargo en el que permaneció por dos años. Como resultado de esa salida del país surgió su libro En Viaje.
Ocupó luego otros cargos públicos como la Intendencia de Buenos Aires, el Ministerio de Relaciones Exteriores y ministro argentino en París. Falleció en Buenos Aires en 1905.
Fue considerado por algunos historiadores de la literatura como el escritor más representativo de la generación del 80.
 OBRAS
Aún no cumplidos los 20 años, Cané publica en La Tribuna una sección que titula Párrafos. Páginas breves, fragmentos casi. Esta denominación inicial incluye toda la prosa de Cané. Casi todas sus obras son colección de artículos periodísticos nacidos en el hecho mismo que los provocó. Cuando acusan tal origen -En viaje, Juvenilia- el mismo autor se complace en llamarlos apuntes, "charlas descosidas" nacidas sin plan previo "de una sucesión de cuadros tomados en el momento de reflejarse en mi espíritu por la impresión".
Sus páginas surgidas espontáneamente, "sin plan y sin medida", sin reelaboración, deben entenderse como una charla amable entre el escritor y el lector.
Aunque Cané no escribe para las muchedumbres como sus admirados Dickens y Shakespeare, no restringe su auditorio sino que lo amplia e incluye al lector culto porteño.
Juvenilia: es un relato en primera persona donde el relator da unidad a los primeros episodios que surgen como recuerdos deshilvanados, sin desarrollo lineal.. Hay un melancólico contrapunto entre la adolescencia despreocupada de ayer y el hombre maduro de hoy. El ámbito de la obra es el perímetro del colegio, ampliado durante el período de vacaciones en la Chacarita de los Colegiales. Sin embargo, a él confluyen los ecos ciudadanos y los conflictos nacionales, el mundo de afuera aparece como réplica del mundo de adentro.
Argumento
Poco después de la muerte de su padre, Cané ingresa como pupilo al Colegio Nacional de Buenos Aires. El niño sufre entonces un duro proceso de adaptación ya que se ve sometido a una severa disciplina: levantarse al alba, comer alimentos poco agradables, etc. Los capítulos posteriores relatan las travesuras y rencillas que se suscitan a diario entre los estudiantes. Una figura surge nítidamente como guía rectora: la de su querido profesor Amadeo Jacques. Después de varios años Cané regresa al Colegio ahora como docente- y los recuerdos juveniles impregnan su corazón de suave melancolía.

romi



martes, 14 de enero de 2014

Murió Juan Gelman


Poeta argentino nacido en Buenos Aires en 1930. Murió hoy 14 de enero 2014
Hijo de inmigrantes rusos, se inició en la poesía desde muy pequeño, orientado por su hermano Boris quien fue
un lector compulsivo. Abandonó su carrera de Química para dedicarse por completo al destino de las letras.
Salió de Argentina en 1976 durante la dictadura militar y vivió en el exilio en México, donde decidió fijar la residencia
en forma definitiva.

 Participó de la creación del grupo El pan duro, el cual reunía a jóvenes militantes comunistas en busca de una poesía más fiel a sus raíces y de fácil lectura; además, conseguían sus propios medios para realizar las publicaciones y la difusión de las mismas
Como periodista, colaboró con diarios y revistas tales como La Opinión, Panorama, Crisis y Noticias, ocupando cargos que iban desde director hasta jefe de redacción.
Sin duda, debió enfrentar una de las peores desgracias imaginables: su hija, su hijo y su esposa fueron secuestrados durante la dictadura militar argentina. A pesar de no haber recuperado a su familia, continuó escribiendo enfocado en sus versos, aunque en su poesía se nota la inquietud de quien necesita seguir adelante, no detenerse.
De su obra poética se destacan las siguientes publicaciones:«Violín y otras cuestiones» en 1956, «En el juego en que andamos»
en 1959,   «Gotán» en 1962, «Los poemas de Sidney West» en 1969,  «Fábulas» en 1970, «Salarios del impío» en 1993,
«Sombra de vuelta y de ida» en 1997, «Incompletamente» en 1997  y «Salarios del impío y otros poemas» en 1998.
En 1997 obtuvo el Premio Nacional de Poesía en Argentina, el premio Juan Rulfo en el año 2000,  en 2004 el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde, en 2005 los premiosIberoamericano Pablo Neruda y Reina Sofía de Poesía, y en el año 2007 el Premio Cervantes.


Fábricas del amor
Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.

romi

martes, 7 de enero de 2014

Osvaldo Soriano

Un escritor al que no le interesaba la literatura -como solía decir-, que aprendió de su vida nómade siguiendo a su padre electrotécnico por las distintas ciudades del interior. Fue él, que nació un día de Reyes de 1943 en la calle Alem de Mar del Plata, mientras Borges y Bioy Casares imaginaban las historias de Isidro Parodi, que nunca terminó el secundario, que no cumplió el sueño de sus padres de ser ingeniero ni el suyo de ser futbolista. Soriano, el escritor, el periodista, el cinéfilo, el fanático, “El Gordo”, que creció entre los paisajes y amistades que podían ofrecerle Mar del Plata, luego Tandil, San Luis, Río Cuarto, Río Negro, jugando a las barajas, refugiándose en el cine y el fútbol. Se hizo de San Lorenzo, sin importar lo que eso significaba en una provincia, sin nunca pensar en otra camiseta. Quizás ya entonces se gestaban los gérmenes de esa intensa provocación que caracterizaría siempre a Osvaldo Soriano.Ya pasaron 17años. Soriano no está. Pero no deja de estar presente. Ni él, ni el periodista de Triste, solitario y final, ni su Andrés Galván y Tony Rocha, ni su Julio Carré, ni sus artistas, locos y criminales, ni sus rebeldes, soñadores y fugitivos, ni sus piratas, fantasmas y dinosaurios. No deja de estar, pese a los críticos y académicos que desdeñaron sus historias y su estilo.Le gustaban los libros. Amaba a Arlt, a Cortázar y a Chandler. También a Simenon y a Greene, cuyas muertes, dijo, “lloró como un chico”. Su iniciación a la lectura fue con Soy leyenda, de Richard Matheson, en 1961. Y luego siguió: los clásicos del siglo XIX, los rioplatenses, los americanos, los clásicos de nuevo, implantando una lectura de orden caótico que lo seguiría toda su vida.Así como empezó a leer, también empezó a escribir, en la oficinita de una metalúrgica de Tandil, mientras trabajaba de sereno. Se sentaba en la máquina y tipeaba hasta el amanecer sus “primeros cuentitos, muy cortazarianos”. Y nunca más pudo escribir de día. Ya en Tandil, entre reuniones de café de intelectuales socialistas, dejó de pensar en fútbol y decidió ser escritor. Ahí consiguió su primer trabajo como periodista en El Eco de Tandil. Y arrancó: llegó a Buenos Aires en 1969 detrás de una nota sobre Semana Santa encargada por Osiris Troiani, para después seguir con sus crónicas en Panorama y La Opinión, luego durante su exilio en medios europeos como Il Manifiesto y Le Canard Echainé, y en su retorno al país, en Página/12. Las vueltas de la vida: ya como periodista, volvió a recorrer las ciudades y pueblos del interior que había recorrido durante su infancia.Fue en 1973 cuando irrumpió en la literatura con Triste, solitario y final. Apenas ocurrido el golpe de estado de 1976 se fue a Bélgica y de ahí a París, donde vivió hasta 1983, cuando regresó al país. “Las únicas dos veces que elegí realmente dónde vivir fueron la primera vez que llegué a Buenos Aires y cuando volví del exilio”, dijo alguna vez. Cuando salió de Buenos Aires nadie lo perseguía. Pero “era mejor estar equivocado con la dictadura que tener razón obedeciéndola”. Viajó y se quedó defendiendo a los exiliados y denunciando la desaparición de personas, que siguió acá, orgulloso, hasta sus últimos días, como cuandoescribió para la conmemoración de los veinte años de la dictadura: “Fui, con las Madres de Plaza de Mayo, con Cortázar, Osvaldo Bayer, David Viñas, con miles de otros mejores que yo, uno más de lo que los militares llamaban ‘campaña antiargentina’”. Y por esa época conoció a Osvaldo Bayer, personalmente. En realidad lo había conocido antes, ya que “como siempre con las muy buenas amistades, empezó con una pelea”, cuenta Bayer, a sus 84 años, mientras explora por primera vez las posibilidades del Skype en una entrevista con Ñ Digital desde Linz Am Rhein.  Él investigaba sobre Severino Di Giovanni -el anarquista fusilado por la dictadura de Uriburu-, cuando salió una nota firmada por Osvaldo Soriano sobre el mismo anarquista que decía exactamente lo contrario. Entonces, claro, Bayer llamó furioso a la revista, y habló, por primera vez, con ese tal Soriano. “Soriano, mucho gusto”, se presentó. “¿Sabe lo que quiero decirle a usted? Usted es poco hombre”. Eso entre otros improperios. Y pasaron varios años, a Bayer le tocó ir al exilio, y en la Feria del Libro de Frankfurt se encontró nuevamente con Soriano, que estaba con el editor Daniel Divinsky. Pero a esa altura, lo de Di Giovanni estaba olvidado para Bayer. “¿Lo conocés a Osvaldo Soriano?”, dice Divinsky. “Sí, mucho gusto, ahora lo conozco personalmente”, contesta Bayer, “Su libro es magnífico, es un gran escritor”. Entonces Soriano lo mira y le dice: “Sí, pero yo soy poco hombre”. Tras cuestiones aclaradas, a partir de ese momento fueron los mejores amigos.Fue también por esos años cuando se conoció en el país No habrá más penas ni olvido-llevada al cine por Héctor Olivera- y se publicó Cuarteles de invierno, que venía de ser considerada mejor novela extranjera en Italia y fue adaptada al cine dos veces. Pero fue en Argentina, tras su imposibilidad de escribir desde el exilio, cuando lanzó A sus plantas rendido un león, Una sombra ya pronto serás -llevada al cine en 1994 otra vez por Olivera-, El ojo de la patriaLa hora sin sombra y su libro para chicos, El negro de París. Y también los cuatro volúmenes con sus mejores crónicas periodísticas: Artistas, locos y criminales (1984), Rebeldes, soñadores y fugitivos (1988), Cuentos de los años felices (1993) y Piratas, fantasmas y dinosaurios (1996).La fascinación que ejercía sobre los lectores se tradujo en enormes ventas y en traducciones a distintos idiomas en el extranjero. “Sus libros demuestran una gran profundidad de todo tipo, una sabiduría popular escrita en un idioma absolutamente popular. Y eso es lo que lo hizo triunfar tanto”, afirma Bayer. “Lo que más valor tiene es que el lector común tiene a su escritor querido, porque Soriano se metía bien en las venas de los barrios porteños, en las venas de lo que es el argentino. Nadie como él ha descrito al porteño con esa profundidad”. Fue ese particular pacto con los lectores lo que lo convirtió en el autor argentino vivo más leído de su época. Con su literatura enfrentó a los argentinos con su identidad. Como dijo Bioy Casares, un argentino que escribía como un argentino. Un novelista atípico. “En el fondo, mis libros plantean por infinitésima vez en la literatura argentina el problema de la identidad. Por eso mis personajes son contradictorios y se parecen tanto a los comunes mortales”, diría alguna vez. Conciencia civil, democrática y política, un intuitivo que montó un mundo de perdedores sentimentales, una suerte deflâneurs tragicómicos que vagan por los pueblos en busca de sí mismos.Soriano, con Bayer, David Viñas, León Rozitchner y Tito Cossa, conformó un grupo de escritores que se reunía los jueves en “el Tugurio” -como Soriano apodó a la casa de Bayer. Era un provocador. “Siempre llegaba más tarde a las reuniones y largaba un tema para que se agarraran en la discusión Viñas y Rozitchner. Y siempre se agarraban tremendamente, a los gritos. Entonces Soriano levantaba la copa y brindaba sonriente, porque otra vez había triunfado”, recuerda Bayer. “Lo que hubiera hecho, lo que hubiera escrito si hubiera vivido”.Como Soriano escribió alguna vez: “Un escritor está siempre igual de solo que un corredor de maratón. De esa soledad debe sacarlo todo: música celeste y ruido de tripas. Y también la peregrina ilusión de que un día, alguien decida abrir su libro para ver si vale la pena robarle horas al sueño con algo tan absurdo y pretencioso como una página llena de palabras”.
Y no hay duda de que vale la pena.
romi

jueves, 2 de enero de 2014

La ciudad y los perros


Introducción
En 1962, hace aproximadamente 50 años, el escritor peruano Mario Vargas Llosa hizo pública la novela que, en un principio recibió el nombre de Los impostores, y que terminó llamándose La ciudad y los perros. Siempre los libros llegan a los ojos del lector en el momento justo, y sin sospecharlo ni planearlo. “No se lee de la misma manera La ciudad y los perros en 1962  o en 2012, cincuenta años después, cuando la celebramos. Cualquier joven que tenga en sus manos el libro sabe de antemano que se trata de la obra de un autor consagrado que ha merecido el Premio Nobel, que en cierto sentido es un libro clásico, que la lectura que emprenda ha sido precedida por la lectura de miles y miles de aficionados”. Desde un principio el escritor peruano aclara que no habría podido escribir esta novela de no haber sido porque en algún momento fue o actuó como algunos de sus personajes: Cava, Alberto, el Jaguar: “Para inventar su historia, debí primero ser de niño, algo de Alberto o del Jaguar, del Serrano Cava y del Esclavo, cadete del colegio militar Leoncio Prado, miraflorino del Barrio Alegre vecino de la Perla”. Podría yo afirmar lo mismo, pero desde el lugar del lector, porque al momento de imaginar cada escena, cada acción, cada lágrima, experimenté las sensaciones humanas, tan pertinentes, de todos los personajes que componen la obra prima de Vargas Llosa. 
La ciudad y los perros
La novela está dividida en dos partes y en un epílogo. Cada una de las partes se compone de ocho capítulos y van antecedidas por epígrafes en francés. El epílogo, por su parte, va antecedido por un epígrafe en español. Todos, como es normal, hacen alusión a las acciones humanas que se llevan a cabo en cada uno de los apartados. El narrador varía de primera persona a omnisciente, se presentan varios diálogos de los personajes y la trama no es plana. Marcos Martos rescata la importancia de esta obra en el Perú: “(…) abrió un camino de perfección, tanto en la obra del autor como en las letras hispanoamericanas, enriquecidas, a partir de ese momento de un modo inédito, nunca visto, significó una revolución para las letras del Perú que alcanzaba una mayoría de edad literaria y el lanzamiento de un joven autor a la liza editorial del mundo, el comienzo de una merecida fama aumentada cada año con nuevos logros”.
Por otra parte y para dar un esbozo de la novela, exponemos lo siguiente: El Círculo fue una organización comandada por el Jaguar, cuyo propósito era hacer respetar al grupo de inferiores que eran maltratados por los cadetes de títulos mayores. Los perros son entendidos como aquellos nuevos cadetes, novatos, sin experiencia, que entran al colegio militar por mandato de sus padres que tienen el temor de que en otra institución se dañen socialmente. Generalmente eran humillados por grupos de cadetes con más experiencia. El Círculo fue la solución a esta situación. Y de donde resultaron todas las acciones de la novela. Por azar, Cava, uno de los cadetes del círculo, tiene que robar un examen para beneficio de todos; incluso para venderlo a algunos que dan una buena suma por conocer las preguntas. Sin embargo, y aunque lo hurta, rompe un vidrio de una ventana, que pone en evidencia la falta. No obstante, nadie se entera, ni sopla (hago uso de un término muy recurrente en la novela) quién fue el culpable de tal hecho. Mientras se desarrollan estas acciones, el novelista mantiene una historia paralela que solo hasta el final dará sus luces. Presenta a dos niños: uno ladrón, el Jaguar, que se queda sin padres, que cae en el más bajo mundo y que al fin es enviado por su padrino al colegio militar. El Jaguar tuvo una enamorada, Teresa, una chica un poco fea, que al fin de cuentas le fue infiel con otro, con el que Jaguar tuvo problemas de groserías y de golpes. El otro niño es Alberto, con el que usa la primera persona para narrar sus acciones, que fue enviado al colegio militar porque su padre temía que le saliera marica. Y es en Alberto, sobre todo, en quien giran la mayoría de las acciones de La ciudad y los perros.
Tengamos en cuenta también al Esclavo, un cadete que desde el principio fue humillado por los demás, que nunca tuvo amigos, que consideraba a Alberto como su único compañero y que fue asesinado un día por el Jaguar. Ya veremos cómo. Sepamos que Gamboa era uno de los jefes de cuadra y que apoyó hasta donde pudo la denuncia hecha por Alberto del asesinato de su amigo. Por supuesto que hay más personajes, pero conformémonos con estos, mientras tanto. Y ahora sí expliquemos. Después de que se descubre que fue roto el vidrio para robar el examen de Química, los militares de alto rango prohíben la salida los fines de semana a todos los cadetes hasta que se sepa quién fue el culpable. El Esclavo, que andaba enamorado de Teresa, no resistió más su encierro y decidió informar sobre el culpable del hurto. A Cava lo expulsaron y, a partir de ahí, se desencadenaron los demás hechos de la novela. La acción transformadora vino con la muerte del Esclavo, mientras hacían un simulacro de guerra en una especie de selva. Al principio se afirmó que había sido el mismo Esclavo el que había disparado su fusil y que se había causado a sí mismo la muerte. Alberto negó tal hipótesis porque el tiro se lo dieron en la nuca, acto que imposibilitaba el suicidio involuntario. Alberto acusó al Jaguar y se desató entre los militares mayores un conflicto social y político: Gamboa apoyó la idea de Alberto y la defendió ante los de más alto rango militar. El coronel y los demás rebatían tales acusaciones por los problemas que se le vendrían a la institución si llegase a entrar en investigaciones de tal índole. Cambiaron los hechos, de tal forma que se indicara científicamente y legalmente que el Esclavo había muerto por un accidente.
La insistencia de Gamboa hizo que fuera trasladado a otra sede con menos posibilidades de ascenso y en condiciones mucho más precarias. El Jaguar confesó al fin su acto, pero no fue culpado por las cuestiones políticas ya explicadas.
La experiencia de estar en el suelo
En 50 años son muchas las propuestas que se han planteado en torno a los personajes, el contexto militar o histórico, el poder y los súbditos. Y aunque se ha estudiado el tema a fondo, no sobraría reflexionar nuevamente sobre la cuestión del poder y del sentimiento del Jaguar cuando estuvo en los zapatos del esclavo, en la ocasión en que sus compañeros, los que siempre le habían brindado respeto y pleitesía, lo culparon de que había sido él, el Jaguar, y no otro, el que había “soplado” la información de que todos los cadetes tenían en los cajones alcohol y cigarrillos. El Jaguar, y todos los que pertenecían a la misma cuadra, habían supeditado todo el tiempo al Esclavo, lo habían humillado, y cuando el Jaguar se sintió en el piso, tal cual el Esclavo, tomó la decisión de confesar su crimen, después de haberlo encubierto por tanto tiempo: “(…) ahora comprendo mejor al Esclavo. Para él no éramos sus compañeros, sino sus enemigos. ¿No le digo que no sabía lo que era vivir aplastado? Todos los batíamos es la pura verdad, hasta cansarnos, yo más que los otros. No puedo olvidarme de su cara, mi teniente.  Le juro que en el fondo no sé cómo lo hice. Yo había pensado pegarle, darle un susto. Pero esa mañana lo vi ahí al frente, con la cabeza levantada y le apunté”. Y con esto llegamos a uno de los puntos más sobresalientes de la obra: la conveniencia del colegio militar en no delatar al asesino por su propio bien. Y tal vez, en nuestros países latinoamericanos, continúe haciéndose lo mismo.
Así las cosas, La ciudad y los perros, en poco más de 50 años de vida, es considerada una de las obras más importantes de la literatura universal. Sobresalen temas como el racismo, el abuso del poder, el contexto del colegio militar (al que también perteneció el autor), la subvaloración de las personas, dentro de un marco en el cual tales comportamientos hacen más hombre al joven cadete. Nadie, según la experiencia del Jaguar, comprendería a los súbditos si no viven como ellos.
romi