viernes, 25 de febrero de 2011

Mi libro favorito: Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal (1948)

 Buscando un libro en la biblioteca que  heredé de mi abuelo encontré  el que hoy les recomiendo, acá daré una  breve pasada por la vida de Leopoldo Marechal, Buenos Aires, 1900 - 1970) Narrador, poeta, dramaturgo y ensayista argentino, autor de esta novela titánica escrita durante su estadía en París.  Hablando de esta obra, no queda más que aclarar que esta reseña es apenas un intento de expresar aquello que nace de su lectura, la grandiosidad a la que me parece haber asomado como lectora ya que la historia es difícil de resumir y ciertamente imposible de analizar en apenas un post. Pero como mi idea es siempre dar a conocer la opinión con mucha humildad de aquello que leo y no tanto aburrir con análisis que quizás no estoy preparada y que en otros serían palabras deliciosas y pensamientos acabados, haré el intento de dejar en claro el porqué de su recomendación.Porque esta es una novela que bien merece leerse.

Ya el autor había declarado que:
"Al escribir mi Adán Buenosayres no entendí salirme de la poesía. Desde muy temprano, y basándome en la Poética de Aristóteles, me pareció que todos los géneros literarios eran y deben ser géneros de la poesía, tanto en lo épico, lo dramático y lo lírico. Para mí, la clasificación aristotélica seguía vigente, y si el curso de los siglos había dado fin a ciertas especies literarias, no lo había hecho sin crear "sucedáneos" de las mismas. Entonces fue cuando me pareció que la novela, género relativamente moderno, no podía ser otra cosa que el "sucedáneo legítimo" de la antigua epopeya. Con tal intención escribí Adán Buenosayres y lo ajusté a las normas que Aristóteles ha dado al género épico."
Si hay algo evidente y que resalta de continuo en Adan Buenosayres es justamente su estilo poético, su construcción a modo casi de una gran epopeya que resalta las cotidianas andanzas de un porteño en el que bien podría reconocerse al propio Marechal. Ya desde este punto y sin miramientos con la historia en sí, la obra es de una sabrosura inconmensurable donde cada descripción, cada imagen, cada retrato, cada palabra es una baldosa escultural en el magnífico mosaico del mundo en el que se mueven sus personajes.
La obra consta de un prólogo y siete libros de los cuales los dos últimos actúan a modo de apéndices o epílogos: "El cuaderno de tapas azules" y "Viaje a la oscura ciudad de Cacodelphia", esta última una parodia en sí misma del infierno dantesco. Todo en su conjunto no es otra cosa que el origen, descripción, desarrollo y habitantes de la ciudad de Buenos Aires, de sus mitos, leyendas y postulados. En el ir y venir de Adán- ¡y qué significativo el nombre del personaje!- y de sus compañeros de aventuras, así como en el continuo discurrir de las ideas filosóficas plasmadas en sus diálogos y reflexiones se va armando el génesis de una ciudad que por aquel entonces, década del '20 o '30, se transformaba por completo, se rehacía, se mezclaba. 
 El extremo cuidado que Marechal pone en el estilo de su prosa, las palabras utilizadas y las imágenes generadas, reafirman aquello que él planteara al comienzo con respecto a la Poética de Aristóteles. Su novela, a pesar de ser tal, vierte poesía en cada frase. Valga por caso, entre las incontables que posee la obra, la reflexión que Adán se hace al ver unos funebreros bebiendo en el bar del barrio:



"¡Flacos aurigas de la Parca!- rezongó Adán en su ánimo- Galerones raídos, libreas de color verdemuerte y botonaduras de un metal sin gloria. ¡Carontes de pantalón remedado en el culo! Gruñendo cuentan las propinas, o hacen buches de guindado para sacarse de la boca el gusto fénico de la muerte..."

La descripción que hace sobre la reacción de los peatones al ver pasar los coches fúnebres es una clara y profunda cavilación sobre la muerte y el terror que genera en el ánimo del ser humano, en su propio ánimo. Más evidente es aún en el libro VI, El cuaderno de tapas azules, que tomando ya la primera persona la narración, somos testigos del alma misma del protagonista, su alma de enamorado pero también, insisto, de poeta.
Adán Buenosayres es un recorrido a la Buenos Aires ontológica, a sus formas y figuras, a sus barrios y habitantes. Imposible no identificar en cada recorrido del protagonista la esencia del porteño y el origen de la poesía. Valga por todo esto la lectura de una obra descomunal, sensible, atemporal- si se me permite.
Una obra imperdible que recomiendo degustar de a poco, sin apuros, disfrutado de la resonancia musical que encierra en cada una de sus imágenes.
 
romi

lunes, 21 de febrero de 2011

La literatura y el suicidio

"Los poetas son precoces. Junto a la intensa emoción de su palabra, algunos hacen de su vida una metáfora fugaz e irrepetible. Después queda la obra y el mito"


Si los escritores - prefiero utilizar este término - tienen más o menos "factores de riesgo" que otras actividades, no sé.
  A los problemas que cada uno de nosotros debe hacer frente debidos a nuestra relación tanto individual (con nosotros mismos) como social (nosotros con los demás), debemos añadir los que puede llegar a generar una actitud creadora; y ante esto nos encontramos con un montón de preguntas: ¿Cual es el papel, rol, que el escritor él mismo se designa frente a la sociedad?, ¿Bajo qué criterios puede llegar a sentirse frustado en su trabajo?, ¿Cómo puede afectarle la malinterpretación, incompresión o rechazo de su obra?, ¿Qué grado de conexión puede llegar a existir entre su trabajo y , la llamada por nosotros, realidad?, ¿Autorechazo, autocrítica?, etc.
Creo tambien que la raza de los escritores suicidas, pero indecisos,  el se ha inventado otro tipo de estrategia para no matarse, y para ni siquiera intentarlo. Me refiero a los escritores que, en vez de dar el salto, trasladan el propio suicidio a sus personajes. Así hizo Shakespeare con Ofelia, Romeo y Julieta; Goethe, con el joven Werther; Tolstói, con Anna, y Schnitzler, con el subteniente Gustl. Es raro, pero si uno suicida a alguien en un libro, se experimenta una muerte que de alguna manera sacia la ansiedad por la propia muerte.
Alejandra Pizarnik (1936-1972) 
 Fue una poeta argentina que se suicidó víctima de la depresión. En su poema hija del viento, expresa como la ansiedad se vuelve dos animales hambrientos, el miedo y la soledad que la consumen. Haciéndole sentirse invadida en toda su intimidad y testigo de la caída de su voluntad hacia la nada. Ella fue una poeta que pudo llevar a la letra los estragos de la depresión, ese mal invisible que está dentro del ser humano y quita color a la vida.

Hasta los 24 años fue "estudiante" en Buenos Aires: Filosofía, Literatura, Periodismo, Arte. Nunca fue capaz de dar un examen en ninguna de las carreras que emprendió, pero publicó tres libros de poemas y con ellos se ganó un espacio en las letras argentinas. Con ese equipaje se fue al París de la posguerra. Cuatro años de espléndida creación intelectual, con sus mejores libros de poemas: El Árbol de Diana y Los Trabajos y las Noches.

Alejandra Pizarnik, que en su última carta a Antonio Beneyto terminaba: "... Y aquí te dejo para ir a despachar la carta a un correo lejano que no cierra por la noche.";
Pizarnik. pierde la esperanza en el lenguaje para deconstruir su situación, el idioma se estanca en un punto muerto, sin ofrecer una salida a la circunstancia negativa que le hace lamentar su soledad.
Lo tenía todo: genio poético, padres compresivos, amigos y amantes que besaban el suelo que pisaba, y reconocimiento en vida, que fue incomparable al de cualquier otro poeta argentino. Sin embargo, una sobredosis de somníferos puso fin a su vida a los 36 años. Era su tercer intento, se había vuelto casi una rutina, con la que buscaba paliar una inexplicable dificultad de vivir que le asediaba desde la primera juventud

Alfonsina Storni
Nació en 1892 en Lugaggia (Suiza italiana) y ejerció el magisterio primario y secundario en Buenos Aires. Entre sus obras más conocidas figuran “La Inquietud del Rosal” (1916), “Irremediablemente” (1919), “Languidez” (1920) y “Ocre” (1925).
El veintiséis de enero de 1938, en Colonia, Uruguay, Alfonsina recibe una invitación importante. El Ministerio de Instrucción Pública ha organizado un acto que reunirá a las tres grandes poetisas americanas del momento, en una reunión sin precedentes: Alfonsina, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. La invitación pide «que haga en público la confesión de su forma y manera de crear». Tiene que prepararse en un día y, llena de entusiasmo, escribe su conferencia sobre una valija que ha puesto en las rodillas. Divertida, encuentra un título que le parece muy adecuado: «Entre un par de maletas a medio abrir y las mancillas del reloj».

Hacia mitad de año apareció Mascarilla y trébol y una Antología poética con sus poemas preferidos. Los meses que siguen fueron de incertidumbre y temor por la renuencia de la enfermedad.
El 23 de octubre viajó a Mar del Plata y hacia la una de la madrugada del martes veinticinco Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió al mar.Sobrellevó un cáncer, pero por un desengaño amoroso, a los 46 años sintió que la abrumaba la desesperación y decidió suicidarse. El último poema que escribió se llama: "Quiero dormir". Sus biógrafos aseguran que saltó al agua desde una escollera.

Alfonsina Storni fue una de las poetas más importantes del siglo y un mito poético y espiritual que se internó lentamente en el mar.
A su entierro asistieron los escritores y artistas Enrique Larreta, Ricardo Rojas, Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Manuel Gálvez, Baldomero Fernández Moreno, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, Alejandro Sirio, Augusto Riganelli, Carlos Obligado, Atilio Chiappori, Horacio Rega Molina, Pedro M. Obligado, Amado Villar, Leopoldo Marechal, Centurión, Pascual de Rogatis, López Buchardo.
Leopoldo Lugones
Escritor argentino, natural de la provincia de Córdoba. Tuvo una variada actuación política, ya que tuvo contacto con el socialismo (fue uno de sus iniciadores en Argentina), el liberalismo, el conservadurismo y, finalmente, desde 1924, el fascismo.  Como poeta, se inicia en 1897 con Las montañas del oro, con versos medidos y libres, y prosa poética, en plena eclosión del modernismo. La atmósfera decadente se prolonga en Los crepúsculos del jardín (1905) y Lunario sentimental (1909), siempre bajo la influencia de Rubén Darío. Su registro poético cambia luego con las Odas seculares (1910), exaltación de las riquezas argentinas inspirada en Virgilio. Su poesía se vuelve intimista y cotidiana en El libro fiel (1912), El libro de los paisajes (1917) y Las horas doradas (1922). Su última manera es la poesía narrativa: Poemas solariegos (1927) y el póstumo Romances del Río Seco. Como cuentista se le deben Las fuerzas extrañas (1906) y Cuentos fatales (1926), que desarrollan la literatura fantástica que se liga con Horacio Quiroga y anuncia a Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.
 El relato histórico sobre la guerra de la independencia anima La guerra gaucha y las meditaciones esotéricas de teosofía, una olvidable novela, El ángel de la sombra (1926). En el campo de la historia cuentan El imperio jesuítico (1904), Historia de Sarmiento (1911) y El payador (1916). Lugones tradujo partes de La Ilíada de Homero y estudió aspectos de la Grecia clásica en Las limaduras de Hefaistos y las dos series de Estudios helénicos. La evolución de su pensamiento político puede seguirse en libros como Mi beligerancia, La patria fuerte y La grande Argentina.
 Leopoldo Lugones apareció muerto por envenenamiento en una habitación de un recreo del Tigre, llamado El Tropezón, el 19 de febrero de 1938. El deceso se produjo la noche anterior. En su mesa, como imagen espartana de su vida, había una botella de whisky a medio consumir, un vaso de agua intacto, una carta y un artículo inconcluso.La carta no decía nada en absoluto sobre los motivos de la muerte. Sólo alertaba que el difunto era dueño de sus actos. Fuera de eso, pedía que lo enterraran sin cajón y sin lápida. Curiosamente, la carta póstuma empezaba así: No puedo terminar el libro sobre Roca. Basta
A 12 años de haber conocido a la joven Emilia, Lugones bebe su cicuta solo, en el lugar llamado El Tropezón, y establece su enigma.


romi

miércoles, 16 de febrero de 2011

Cuando los gatos se vuelven literatura

Considerado como el primer animal doméstico de la historia, el gato ha sido inspiración de pintores, músicos, filósofos y escritores.
Heredoto, padre de la historia, escribió hace 2500 años el primer texto sobre el gato, asombrado de ese animal que en tan gran número habitaba y era objeto de culto en el Antiguo Egipto.
Los gatos acompañan al hombre a través de historias, poesías, novelas y cuentos inspirados en los misterios de un animal vinculado a la magia, la fantasía y el esoterismo.
El texto más conocido y que forma parte de la infancia de millones de niños en todo el mundo es “El gato con botas”, de Charles Perrault, basado en relatos del siglo XVI de escritores venecianos y napolitanos.
 Vinculado a magos y brujas y habitante de arcanos lugares, su independencia y misterio dio lugar a algunos de los mejores cuentos de terror, como “El gato negro”, de Edgar Allan Poe, y “Los gatos de Ulthar”, de Howard Phillips Lovecraft. En la actualidad, también ha sido protagonista de obras de Stephen King y Clive Barker.
En Francia, Charles Baudelaire, padre de la poesía moderna, se inspiró en los animalillos que dormían entre sus papeles. Jaques Prevert y, sobre todo, Colette también escribieron deliciosos textos sobre ellos.
En nuestra literatura cercana en tiempo y espacio, García Lorca y su “Canción novísima de los gatos”, Terenci Moix, Jorge Luis Borges  son algunos de los autores que dieron al arrogante felino carácter de actor principal de sus obras y de sus vidas.
Y en el terreno infantil, Gloria Fuertes y María E. Walsh acercaron a los niños esos gatos divertidos y musicales, reyes de la casa y de reinos fabulosos.
Pero es el gran poeta chileno Pablo Neruda el que mejor resume esta literaria vinculación de siglos en su “Oda al gato”, incluida en su más célebre obra, “20 poemas de amor y una canción desesperada”.

Julio Cortázar tenía un gato de nombre “Teodoro W. Adorno”, tomado del nombre del filósofo y sociólogo alemán.

Además el gato de Cortázar (“Teodoro W. Adorno” reprocesado ficticiamente) aparece mencionado en muchas partes o de sus cuentos o de sus novelas, como por ejemplo en el capítulo 59 de “Rayuela” o en Fragmento de “El Diario de Andrés Fava”, publicado póstumamente en 1995, etc.
Otro llamado Negro vení lo acompañó en el exilio y murio en Buenos Aires

Osvaldo Soriano contaba: El día que nací había un gato esperando al otro lado de la puerta. Mi padre fumaba en Mar del Plata, en el patio. Mi madre dice que fue un parto difícil, a las cuatro y veinte de la tarde de un día de verano. El sol rajaba la tierra.
Los jóvenes Borges y Bioy Casares paraban cerca de ahí, en Los Troncos alucinando las historias de don Isidro Parodi. A Borges lo seguían los gatos. En una de sus fotos más hermosas está junto a María Kodama, que tiene uno en brazos; Borges lo acaricia como a un amigo
  La adoración de Osvaldo Soriano por los gatos es tanto o más pública que su obra. Según cuenta el escritor en su Educación Sentimental, el día que nació había un gato esperándolo al otro lado de la puerta. Un gato negro de mirada contundente le trajo la solución para Triste, solitario y final; y otro, Vení, lo acompañó en el exilio y sólo murió al regreso a Buenos Aires. Hubo un gato Pulqui que fue mono, león, pirata y bandolero en su infancia; y otro llamado Peteco que lo sacó de apuros literarios.
Entre sus obras podemos encontrar el libro "El Negro de París"

romi
PD/
Me gustaría comentarle mi experiencia con mis gatitos, desde hace un dos  años  tengo a Gastón y ahora se sumó Giulietta, Giuly,  pienso que los animales nos dan un ejemplo de como debemos  relacionarnos  los seres humanos, observandolos me di cuenta que el gato no es un ser interesado,  sino todo lo contrario de hecho, no se le puede comprar,  me costó ganarmelos,  cuando encontré a Gastón en la plaza y decidí traerlo a casa sentí mucha felicidad, en realidad no sabía como actuar con él, pero lo fuí conociendo de a poco tratando con amor de ganarme su confianza,  entrando en una dinámica diferente de la que se práctica entre los seres humanos, pues ellos no responden a la hipocresía ni a las falsedades, ni tienen que demostrar nada a nadie, no necesitan entrar en esos juegos inventados por los hombres.
Tambien creo que la mayor virtud que poseen es al de poder comunicarse con uno tanto como un humano, sin la necesidad ni las pretensiones de un idioma.
Así es la convivencia con estas dos bellezas, claro tambien son hermosamente traviesos, no voy a negar que  traen problemas en casa con mi mamá, porqué rompieron bastantes cosas, primero fué Gastón y ahora Giuly, una de las cosas que ya no será igual en casa , pretender tener un arbol de navidad entero y con las luces encendidas, ya que Gastón lo escalaba pensando que era un arbol de verdad,pero es hermoso tenerlos.
Lo importante es que seguiremos aprendiendo de ellos, pues nos  sorprenden con su gran ternura, su inteligencia y su mundo lleno de magia.






domingo, 13 de febrero de 2011

El amor en la Literatura

Cuando el amor invita a la literatura, todo se detiene. Los dos establecen una relación que atraviesa épocas, rompe esquemas y enseñorea sus ansias ante la mirada de los incrédulos. Se dan la mano, discuten a veces, pero nunca se abandonan.
El amor ha sido y es el motivo constante de la creación literaria, así como también de muchas otras manifestaciones de la cultura. Lo encontramos tanto en mitos y leyendas de la antigüedad, como en obras literarias contemporáneas; en expresiones musicales, pictóricas y escultóricas de distintas épocas, como en textos filosóficos, en películas, teleseries, en las letras de canciones, en fin, en múltiples y diversos productos de la cultura

Tenía razón Balzac: «el amor es un poema enteramente personal». Y de lasentrañas de los versos y las narraciones surgen historias que todos apreciamos. ¿Quién no recuerda las cartas que el caballero andante le enviaba a Dulcinea? ¿Cuántas preguntas del sufrido Werther nosotros mismos a veces nos hacemos?
La literatura, como fuente viva, resume en sus esencias el acto amoroso. La idealización del sentimiento, la frustración de los sueños o su realización a toda costa, encuentran espacio en los libros. Páginas enteras reflejan las contradicciones de los enamorados, sus luchas contra los prejuicios, sus deseos de encontrarse y ser felices.
Muchos títulos trascienden al utilizar el amor como tema, pero sin duda alguna, Romeo y Julieta, de William Shakespeare, constituye el ejemplo más universalmente reconocido. Símbolo de la lucha incontenible contra fuerzas opuestas, el autor conduce a sus personajes a una muerte trágica. Otros libros como Cumbres Borrascosas, de Emile Brontë, Del amor y otros demonios,
También Crimen y Castigo, un clásico de Fedor Dostoievski, aborda este asunto.
Al final de la novela, el autor narra el encuentro entre Sonia y Rodia Romanovich Raskolnikof: «Querían hablar, pero no pudieron pronunciar una sola palabra. Las lágrimas brillaban en sus ojos. Los dos estaban delgados y pálidos, pero en aquellos rostros ajados brillaba el alba de una nueva vida, la aurora de una resurrección. El amor los resucitaba. El corazón de cada uno de ellos era un manantial de vida inagotable para el otro. Decidieron esperar con paciencia. Tenían que pasar siete años en Siberia. ¡Qué crueles sufrimientos, y también qué profunda felicidad, llenaría aquellos siete años! Raskolnikof estaba regenerado.»
..Gabriel García Márquez, escribió algunas maravillosas historias de amor, como: “El amor en los tiempos del cólera”, “Del amor y otros demonios”, novelas que recorren la línea entre lo mágico y lo real con la solvencia del relato increíble. “Como agua para chocolate”, de Laura Esquivel, nos coloca en la pasión culinaria y a partir de ahí en el apasionamiento de los protagonistas que nada apacigua.
Infinitos literatos plasmaron su creatividad en pos de este sentimiento enloquecedor, y han desarrollado fantásticas historias de amor que han traspasado todos los tiempos, como “Romeo y Julieta”, de William Shakespeare, la novela por excelencia de la humanidad.
Y como olvidarse de los poetas, aquellos que con sólo sentir ya describen lo indescriptible. Francisco de Quevedo, por ejemplo, se refirió con minuciosidad a la revolución que provoca en el ser humano el amor en su poema “Definición De Amor”. Al igual, Pablo Neruda en su “Poema 20″ y otros de igual talante; Gustavo Adolfo Bécquer con sus rimas pasionales, y ésta que resume el sentimiento de todo loco que haya encontrado a su amor.

Amor Eterno
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.


Respetando a los grandes escritores más arriba citados quiero dar mi humilde opinión sobre este sentimiento tan hermoso, creo cuando existe el amor entre dos personas se generan dos clases de sentimientos diferenciados, aunque el uno necesite del otro para ser completo. Al amar se satisface un ansia, un deseo de prodigar ternura y constituye una clase especial de realización.
Ser amado sacia otra necesidad, el deseo individual de ser querido y apreciado.
 El amor es posible solo en libertad; la envidia , los celos, ambición son pasiones y el amor no es una pasión sino una actitud, una capacidad humana, no compulsiva.
No es un arrebato súbito sino una disposición permanente que consiste más en dar que en recibir. Se trata de darse la propia vitalidad, lo que está vivo en cada uno, su alegría, su tristeza, su interés, su comprensión, su conocimiento, su humor, su tristeza y todas las expresiones propias de cada uno y mucho respeto.
Quizás el amor verdadero sea la combinación de deseo, ternura y amistad. Una pareja se une por la presencia de estos tres elementos y sus momentos de felicidad se deben al equilibrio de estos mecanismos psicológicos. Es el amor que produce energía, dan deseos de luchar y de cambiar.

romi

sábado, 12 de febrero de 2011

Buenos Aires y sus misterios: Los túneles secretos.

Un misterio recorre Buenos Aires. O mejor dicho, sus entrañas: ¿qué hay, qué se esconde en su subsuelo, en los túneles que la atraviesan y son fuente de infinita curiosidad?

Hoy en día debajo de la moderna ciudad de Buenos Aires hay túneles que cumplen funciones para los que han sido excavados en el subsuelo de esta pampa húmeda.

Hay arroyos naturales entubados por los que circula permanentemente agua, y que evitan inundaciones en la superficie. Por arriba del arroyo canalizado suele pasar una avenida, o una calle.
Subterráneos públicos eléctricos por los que se desplaza a diario una buena parte de la población.
Pasadizos por lo que transita mucha gente. Por ejemplo, los que conectan las distintas líneas de los subterráneos eléctricos.
Cloacas por las que circulan deshechos biológicos, y a veces (¿Por qué no?), personajes marginales de Buenos Aires.
Caños de distintos grosores: De gas, de teléfonos, de cables, y de electricidad.
Y están las catacumbas de Buenos Aires, los misteriosos túneles secretos:
Hace alrededor de 150 años, aparecieron las primeras noticias sobre túneles secretos. En Av. Belgrano 97, el pasadizo de la casa del Unitario Stegman fue denunciado como un lugar desde donde se buscaría armar un complot contra Rosas. A partir de allí surgió una extensa mitología y un sinnúmero de leyendas, fábulas, páginas literarias, narraciones, hipótesis y las más diversas historias y aventuras que enriquecieron la literatura de los porteños. En la misteriosa Buenos Aires, diversas redes subterráneas ocultarían sombríos planes. Más allá del potencial imaginario, lo cierto es que a lo largo del siglo se realizaron investigaciones para saber cuáles fueron los orígenes de los túneles.


Túneles en la manzana de las luces
El pequeño sector en donde se encuentran los túneles ubicados sobre la calle Perú en la Manzana de las Luces, recién se descubrió cubierto de tierra en 1980. Quién, cómo y cuándo los tapó es una incógnita. Al analizar las paredes, se pudo establecer que su antigüedad se remite a fines de 1600 o principios de 1700.
El misterio de los túneles reside en que es muy difícil investigar sobre sus circuitos, porque los subterráneos, los cimientos, las cañerías de agua, de gas o las vibraciones de los automóviles fueron un obstáculo insalvable para poder establecer cuáles fueron sus conexiones.
En las visitas guiadas de la Manzana de las Luces suponen que fueron hechos por los jesuitas (en otros lugares que estuvieron como Córdoba, Santiago del Estero, o Mendoza, también se encontraron construcciones bajo tierra), para poder establecer una red con los edificios más importantes. Esta es la única articulación existente y abarca de la Manzana de las Luces a unas pocos sitios cercanos. Incluso tiene intervenciones ya que hubo otras construcciones subterráneas posteriores. El objetivo sería unir los edificios de dicha orden y quizás algunos otros construidos por arquitectos jesuitas. Este proyecto nunca fue concluido por la expulsión de los jesuitas en 1767.
Uno de los túneles iría hacia Alsina y Piedras, lugar en el que se encuentra la iglesia San Juan Bautista. Otro tomaría rumbo hacia Belgrano y Perú, en donde estaba en 1760 la casa de la familia del Virrey. Otro se reuniría con el del Nacional Buenos Aires o seguiría hasta unir el Cabildo y la Catedral yendo hacía el río. De allí habría dos ramificaciones, una hacia la iglesia de la Merced y otra hacia el Fuerte (actual Casa Rosada).
Los otros análisis sobre porqué se hicieron son variados y ocurrentes y las hipótesis más comentadas son la siguientes:
Contrabando; defensa o escape de piratas e indios; cárceles o sitios de tortura; depósitos de armas durante la época de Rosas; encierro y tráfico de negros y esclavos.
La suposición que apunta a que pudieron haberse creado para el comercio ilegal aprovechando la cercanía de la Casa Rosada con el puerto parece razonable. Sin embargo, todos sabían de la existencia del tráfico ilegal más allá de los túneles y parece muy difícil poder tramar nexos secretos cuando los mismos requerían gran cantidad de personas trabajando. Por otra parte, la ciudad en el siglo XVIII era muy pequeña, -no superaba las 20 cuadras de extensión- y la población era escasa.
La presunción de que fueron pensados como defensa frente a una eventual invasión a la ciudad, no parece muy sólida porque por sus exiguas dimensiones esconderse allí sería más bien un callejón sin salida.
Una incógnita y un mito en la historia de San Telmo, fue saber si en la ex Residencia de Hombres de Humberto 1º, -lugar en donde se encuentra la iglesia de San Pedro González Telmo, que comenzó a construirse en 1734 por los jesuitas-, no habría túneles de conexión con la red subyacente de los misioneros. En 1991 se realizaron excavaciones y se desentrañó el misterio de la pared hueca de la capilla. Se halló un pozo de basura y un gran aljibe construido en la primera mitad del siglo XVIII por los jesuitas. Los túneles de Defensa 751 penetrados en 1986 y 1987, habían sido dos pozos ciegos, una letrina, dos aljibes construidos con cisternas y un pozo de balde.
En Perú 680, donde funcionó la imprenta Coni también se realizaron exploraciones en 1989 y 1990. Por allí pasaba el arroyo Tercero del Sur, que partía de Constitución y a esa altura iba por Chile para después desembocar su caudal en el Río de la Plata. Durante el siglo pasado se realizaron entubamientos de arroyos, para canalizar agua de lluvia evitando crecidas e inundaciones y después se instaló la red de aguas sanitarias.
Cuando se construyó esta imprenta se hicieron tres grandes cisternas que son las más grandes de la ciudad. Estas permitían alimentar la máquina de vapor con el agua del arroyo.
Otro lugar en el que se encontraron fosos subterráneos, fue en el Parque Lezama. Las perforaciones que se realizaron en 1991 por el equipo de Arqueología Histórica de Buenos Aires, dieron cuenta de la existencia de aljibes.
Lo cierto es que no se puede afirmar con certeza, que en ningún caso los túneles hayan servido para algunas de las hipótesis mencionadas anteriormente. Sin embargo, la gigantesca trama secreta de sus articulaciones poco tiene que ver con la realidad que, muchas veces, es superada por la ficción. Después de todo se puede rescatar que las ideas ingeniosas que se crearon por su existencia, contribuyeron a potenciar la capacidad creadora, los cuentos, épicas y epopeyas gestados en torno a la Ciudad de Buenos Aires.


romi

martes, 8 de febrero de 2011

Mi poema favorito:Táctica y Estrategia

  Mi táctica es
  mirarte
 aprender como sos
 quererte como sos
 mi táctica es
 hablarte
 y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
"por fin me necesites. "

Mario Benedetti
Al leer “Táctica y estrategia” entendí que Benedetti lo escribió con un lenguaje accesible a más no poder, nos presenta la ceremonia de la seducción, las artes que el enamorado sigue para atraer la atención de su amada, el tradicional rito con el que un hombre busca “construir con palabras un puente indestructible” que le conecte con esa mujer a la que ronda, para “quedarse en su recuerdo”, para conocerse, para querer entenderse y para que llegue ese día en el que ella avance también por el puente y se encuentre con él en pleno centro, sobre el río, y construir así juntos un poderoso y revelador amor en pareja

romi

martes, 1 de febrero de 2011

Proyecto cultural de la revista Sur

"Tener una revista significa exponerse a ser odiado porque hay que contestar sí y no todo el tiempo."

Victoria Ocampo
La revista Sur, a pesar de su éxito, también recibía críticas. Si bien uno de sus objetivos editoriales era la publicación de ensayos sobre temas vinculados con lo argentino, se le criticaba una postura europeísta y liberal que privilegiaba la traducción de autores europeos, y una estética vinculada
El primer número apareció en el verano de 1931 y en él, se publica en primer lugar la “Carta a Waldo Frank” de Victoria, en donde da cuenta de cómo escogió finalmente el nombre de la publicación:
Al embarcarme en Brooklyn estábamos los dos seguros de que la revista se haría.
// Usted, Waldo, me ha impuesto esa tarea. Finalmente vencida, la he aceptado de usted como un don precioso. // He creído poderla aceptar debido a los amigos que están en mi torno y en quienes tengo confianza. Gracias a su ayuda todo se hace posible.
// Esta revista no será mi revista sino porque es la revista de ellos y la revista de usted. Ella será el lugar constante de nuestro encuentro. // No sé, a la hora en que escribo, si conoce ya su nombre. Fue escogido por teléfono, a través del Océano. Por lo visto todo el Atlántico se necesitaba para este bautismo... // Teníamos varios nombres en la cabeza, pero no lográbamos ponernos de acuerdo. // Entonces llamé por teléfono a Ortega, en España.
Esas gentes tienen costumbre de bautizarnos... Así, Ortega no vaciló y, entre los nombres enumerados, sintió enseguida una preferencia: Sur me gritaba desde Madrid.// Volví con ese nombre de mi pesca telefónica y lo clavamos con una flecha en la tapa de la revista. Ahora la revista está en prensa.
Los primeros cien ejemplares de Sur se imprimieron en papel de hilo Bond, con 199 páginas en un formato de 19 por 24 centímetros y fueron numerados y reservados para los suscriptores de la edición de lujo, según se explica en la misma edición que se anunciaba con una periodicidad trimestral. Castillo y Felgine anotan que del número uno se imprimieron cuatro mil ejemplares que se vendieron rápidamente, sobre todo en París y en Madrid, sin precisar la fuente de tal información.
Dirigida por Victoria Ocampo, con Dirección y Administración en Rufino de Elizalde 2847, Buenos Aires –su propia casa-, su Consejo Extranjero estaba compuesto por: Ernest Ansermet, Drieu La Rochelle, Leo Ferrero, Waldo Frank, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Jules Supervielle y José Ortega y Gasset.
Su Consejo de Redacción por: Jorge Luis Borges, Eduardo J. Bullrich, Oliverio Girondo, Alfredo González Garaño, Eduardo Mallea, María Rosa Oliver y Guillermo de Torre que fungió como secretario (en 1928 se casó con Leonor Fanny Borges Acevedo (Norah) artista plástica y hermana de Jorge Luis).
La lista de los colaboradores de este primer número de Sur cumplió con el espíritu cosmopolita que su creadora quería imponerle, plumas de uno y otro lado del Atlántico y a Waldo Frank (1889–1967) del norte de nuestro continente. Entre otros, los argentinos: Ricardo Güiraldes (1886-1927), Jorge Luis Borges (1899-1986), Enrique Bullrich, Alberto Prebisch; Guillermo de Torre de origen español (1900-1971); Jules Supervielle (uruguayo 1884–1960) y Alfonso Reyes de México. Entre los europeos: Pierre Drieu la Rochelle (francés 1889–1945), Ernest Ansermet (suizo 1883 – 1969), Walter Gropius (alemán, 1879-1964). En el número de otoño de 1931, aparece el poema “Pecho en tierra”, de Jaime Torres Bodet (mexicano 1902-1974), y “Martí” del dominicano Pedro Henríquez Ureña (1884-1946
Podría decirse que Sur, sin proponérselo expresamente, se fundó como una revista generacional en donde los colaboradores fueron mayormente los jóvenes de los años veinte y ya maduros en los treinta.
A lo largo de su trayectoria se fueron incorporando escritoras y escritores más jóvenes como Silvina Ocampo (1903-1994) hermana menor de Victoria, Ernesto Sábato (1911), Julio Cortázar (1914-1984), o (María Elena Walsh (1930); de los internacionales, la lista incluye a muchos de los más importantes escritores de la cultura occidental cubriendo la triple gama de la geometría política (izquierda, centro, derecha): Gide, Thomas Mann, Eliot, Claudel, Heidegger, Pound, Malraux, Henry Miller, Camus, Caillois y Octavio Paz (1914-1998) el Nobel de Literatura mexicano.
Los contenidos de la revista respondían a un espíritu liberal, en el sentido de que se trataba de un espacio donde se expresaban tendencias contrastadas; durante el periodo de la II Guerra Mundial se impuso una impronta pacifista y antifascista.
Victoria asumía todos los gastos y comenzó a tener problemas financieros, comunicó a Ortega y Gasset sus preocupaciones y éste, que ya había pasado por experiencia similar al crear la Revista de Occidente en Madrid, le aconsejó que fundara una editorial para equilibrar las finanzas.
Así nació la editorial Sur en 1933, donde se publicó “por primera vez en español” a D.H. Lawrence y Contrapunto (Point Counter Point, 1928) de Aldous Huxley.
Levantó ámpulas la edición en 1936 de La condición humana del comunista André Malraux. Traducidos por Borges, en 1937 y 1938, aparecieron dos obras de Virginia Woolf: Orlando y Un cuarto propio. Siguieron Joyce, Faulkner, Graham Green, Sartre, Nabokov y una larga lista de los mejores…
Mario Vargas Llosa recordaba cómo esperaban en Perú la revista para enterarse de qué se hacía en materia literaria en el mundo, por su parte Julio Cortázar señaló la ayuda que sus contenidos significó para los estudiantes como él que en los años 30 y 40 trastabillaban por un camino de palabras aún incierto.
Octavio Paz fue más expresivo cuando dijo: Porque Sur no es sólo una revista o una institución: es una tradición del espíritu […] Las literaturas de la libertad dependen siempre de esta o aquella idea de la libertad: Sur es la libertad de la literatura frente a los poderes terrestres.
Algo menos que una religión y algo más que una secta. Victoria Ocampo es un Pilar pero no es una criatura mitológica: tiene brazos y manos, voluntad e imaginación, cólera y generosidad. Y con todo eso ha hecho lo que nadie antes había hecho en América.
En una entrevista que concedió Ernesto Sábato al diario argentino La Prensa, el 8 de abril de 1979, sobre su amiga Victoria dijo para cerrar:
“Un día se sabrá cuánto debe la cultura de este país a aquella mujer obstinada.”
Tampoco Victoria se salvo de críticas y rechazos, a pesar de su generosidad, de su mecenazgo, de haber puesto su patrimonio y sus amistades al servicio de Sur, De ella, Jorge Luis Borges expresó: En un país y en una época en que las mujeres eran genéricas, tuvo el valor de ser un individuo. Dedicó su fortuna, que era considerable, a la educación de su país y de su continente. Personalmente le debo mucho a Victoria Ocampo, pero le debo mucho más como argentino.

romi