domingo, 31 de julio de 2011

Juan José Saer


?Con el tiempo, si es que estoy viva, tomaré el color de la esterilla del sillón, me iré volviendo amarillenta y lustrosa, pulida por el tiempo.?
?El tiempo de cada uno es un hilo delgado, transparente, como los de coser, al que la mano de Dios le hace un nudo de cuando en cuando y en el que la fluencia parece detenerse nada más que porque la vertiente pierde linealidad.
?Sombras sobre vidrio esmerilado

Se puede decir que su obra es tan rica como su capacidad literaria. Que se trata del escritor más destacado de la literatura argentina actual. Pero nada de esto alcanza: para entender realmente de qué se está hablando cuando se habla de Saer, hay que leerlo. Vale la pena abandonarse a las palabras, dejarse seducir, enamorarse de su estilo.

Entre París y Santa Fe
Treinta y siete años en Francia no hicieron que olvidara sus raíces ni su maestría en el manejo de la lengua española. Había nacido en Serodino, provincia de Santa Fe, en 1937, pero era Colastiné, el pueblito donde creció, a orillas del río, parte obligada de su anual peregrinación a la Argentina.
Repartiendo su tiempo entre París, Buenos Aires y Santa Fe, Juan José Saer logró ocupar ?y seguirá ocupando? un lugar central en la literatura de nuestro país y de habla hispana.
En 1968 una beca de la Alianza Francesa llevó a Saer desde la Universidad del Litoral ?donde estudió Literatura y daba clases de Estética en el Instituto del Cine? a París. Allí obtuvo una cátedra de Estética en la Universidad de Rennes. Treinta y cuatro años permaneció en ese puesto, del que se jubiló hace tres.
Debió esperar mucho para ser reconocido, pero siguió fiel a su estilo.
Un imaginario ?rescatado del río? brilla con luz propia

Su escritura ?teñida por la obsesión con el tiempo y la permanente presencia del río, ligada a su infancia y a su amado país? reenvía una y otra vez a paisajes o personajes que se reiteran y toman nuevos significados en cada escrito, haciendo de un conjunto de textos ?más allá de las historias, y de los marcos argumentales?, un solo texto.
Recorriendo las páginas de sus libros, no se puede dejar de oír el sonido que emerge, poco a poco, en el universo callado de la lectura.
Sólo hay que dejarse llevar por su estilo tan particular: ese cuyos rasgos más salientes son el uso de frases largas, y el manejo exquisito y ultrapreciso de la puntuación.
Su obra

"...decir que Juan José Saer es el mejor escritor argentino actual es una manera de desmerecer su obra. Sería preciso decir, para ser más exactos, que Saer es uno de los mejores escritores actuales en cualquier lengua y que su obra ?como la de T. Bernhard o la de Samuel Beckett? está situada del otro lado de las fronteras, en esa tierra de nadie que es el lugar mismo de la literatura..."
Ricardo Piglia
Saer fue traducido al inglés, francés, alemán, italiano, holandés, sueco y griego.
Toda su obra en castellano está editada por Seix Barral (también se consiguen algunas ediciones de Alianza, Ariel y Centro Editor de América Latina).
Libros de cuentos:
En la zona (1960)
Palo y hueso (1965)
Unidad de lugar (1967)
La mayor (1976)
Lugar (2000)
Novelas:
Responso (1964)
La vuelta completa (1966)
Cicatrices (1969)
El limonero real (1974)

Nadie nada nunca (1980)
El entenado (1983)
Glosa (1985)
La ocasión (1986, Premio Nadal)
Lo imborrable (1992)
La pesquisa (1994)

Las nubes (1997)
La grande (2005, está en duda si terminó o no de corregirla)
Ensayos:
En 1983 publicó Narraciones, antología en dos volúmenes de sus relatos.
En 1986 apareció Juan José Saer por Juan José Saer, selección de textos seguida de un estudio de María Teresa Gramuglio.
En 1988, Para una literatura sin atributos, conjunto de artículos y conferencias, editado en Francia.
En 1991 publicó el ensayo El río sin orillas, con gran repercusión en la crítica.
En 1997, El concepto de ficción
Poesía:
El arte de narrar (1977)

Juan José Saer murió en París el 11 de junio de 2005, a los 67 años


romi







martes, 26 de julio de 2011

La Literatura y el Cine

Con la misma rapidez y facilidad con que el cine pasó de ser una invención a una atracción de feria, se convirtió después en espectáculo y luego en expresión artística. Desde hace mucho tiempo es un poco de cada una de esas cosas y, también desde hace mucho, hace parte esencial de nuestra cultura y sociedad, a tal punto de haber significado un cambio trascendental en ciertos aspectos de la vida del hombre, aunque a simple vista parezca un mero entretenimiento que sólo algunas veces alcanza el carácter de arte.

Antes de que los hermanos Lumiére apostaran su cámara afuera de su fábrica, a la espera de la salida de las obreras, las personas sólo podían hablar (o escribir) sobre dos experiencias: las vividas por propia cuenta y las que otras personas les contaran (oral o por escrito). Pero con la llegada del cine, se abrió una tercera forma de conocimiento y creatividad, pues gracias a la experiencia cinematográfica, que ya hace parte de la vida de casi todo mundo desde muy temprana edad (aunque sea a través de la televisión, esa hija boba del cine), hemos podido conocer lugares, hombres, costumbres e, incluso, épocas remotas; además, hemos conocido también sentimientos que no habíamos experimentado, o por lo menos no plenamente, como el amor, el heroísmo, la violencia o el miedo. Pero esta tercera forma de conocimiento no se conforma con una tercera parte de influencia sobre nuestras experiencias, sino que se impone a la segunda, lo que nos cuentan, y trata de suplantar a la primera, lo que vivimos.
De acuerdo con una definición ya clásica, toda novela es un espejo que se pasea por un camino reflejándolo todo. Desde hace cien años ese espejo literario coincide con el espejo en que se ha constituido también el cinematógrafo. Ninguno de los dos podrían ignorarse, por más que lo quisieran, así que inevitablemente han terminado por reflejarse mutuamente, prestándose, robándose y multiplicándose entre sí las imágenes y las ideas reproducidas por uno y otro. A estas alturas, entonces, resulta que hay muchos de esos reflejos que han ido y vuelto sucesivamente entre un espejo y otro, al punto de no poder discernir en cuál de ellos empezó, y convertidos en imágenes-ideas que han evolucionado o mutado por completo, debido a este singular paso de un lado a otro.
MAMÁ LITERATURA
Es bien sabido que el cine, cuando apenas daba sus primeros pasos, recurrió a la literatura como fuente de inspiración y cantera temática. Esta influencia directa tiene que ver con aspectos como la elección de temas, de la intriga y de las técnicas literarias, así como la transformación de géneros y de formas narrativas. David Wark Griffith, quien descubrió una nueva gramática para el cine en sus primeros años, no negó nunca que tomaba la obra de un Charles Dickens como modelo, una obra en la que se encontraban recursos narrativos que Griffith aplicó sistemáticamente en sus películas, como, por mencionar sólo uno, el montaje de acciones paralelas, que equivale al "entre tanto" de la literatura.
Pero muchos no hicieron una aplicación tan apropiada del legado literario, y se limitaron a pensar en el cine como la nueva imprenta de la literatura y, de paso, elevar el nivel cultural o intelectual del nuevo arte. Al principio sucumbió al melodrama y al folletín, incluso al teatro filmado, que tiene como su más patente ejemplo el poco afortunado film d'Art francés.
Posteriormente, con la llegada del sonoro, la literatura le cedió al cine la palabra, y con esto la comunión entre ambas formas artísticas y expresivas se hizo más grande, pero siempre guardando las distancias obligadas por las características propias e intransferibles de cada medio. Por eso siempre se ha escrito mucho acerca de la relación entre cine y literatura, pero generalmente estas reflexiones se han limitado al único aspecto de las adaptaciones, quedándose casi siempre en las denuncias contra la inferioridad de los resultados. Sin embargo, es necesario trascender este simplista y superficial aspecto de dicha relación, la cual podría abordarse de muchas formas diferentes, la propuesta por André Bazin, por ejemplo, quien decía que el reto del cine no era inspirarse en la literatura o adaptarla, sino buscar una "equivalencia integral" frene al texto escrito.
DIFERENCIAS, SIMILITUDES Y DEPENDENCIAS
Entre cine y literatura es posible encontrar diversos puntos de contacto, préstamos, paralelismos y diferencias infranqueables, incluso malentendidos y mutuos prejuicios. El estudio de esta relación es un amplio campo aún no cubierto por completo y todavía no se sabe con exactitud a quién compete. Con el tiempo el cine adquiere su propio lenguaje y se aleja de la literatura como su referente primero. El ejemplo más simple de estas grandes diferencias que se establecen entre ambos medios es la capacidad de síntesis del cinematógrafo, ya que puede cubrir en una sola secuencia lo que a una novela normalmente le llevaría páginas enteras.
El arte y la literatura, que desde hacía mucho tiempo buscaban la mejor forma de expresar el movimiento, encontraron soluciones definitivas y nuevas posibilidades con el advenimiento del cine. Pero evidentemente los resultados nunca serán los mismos, dadas las particularidades de cada forma de expresión, así pues, como lo explicara Jean Mitry, si el arte y la literatura traducen el movimiento, lo significan más de lo que lo expresan, esto debido a que no lo poseen. El cine, en cambio, no lo significa sino que lo representa, y si lo significa es con el movimiento mismo o por medio de éste.
Esto nos lleva diferencias insalvables entre los elementos constitutivos de cada medio y a su lenguaje mismo. El lenguaje de la literatura, por ejemplo, es arbitrario. "La palabra revólver no dispara", decía el semántico Kuroda. El cine, por su parte, también tiene sus limitaciones frente a la literatura. Una de las principales es que siempre se mueve en un perspectiva unidemensional con respecto al tiempo. En el cine todo está en presente, incluso los flashbacks, pues lo que vemos en ellos siempre nos es mostrado en presente, no es posible de otra forma. Por eso, el cine carece de los matices sicológicos que brinda el lenguaje mediante los modos y tiempos verbales. Entonces, así como la palabra revólver no dispara, el cine nunca podrá traducir a su lenguaje aquella metáfora poética del verso de Vallejo: "El traje que vestí mañana". Es un reto que el cine no puede vencer. Sería como "cinematografíar" ese ya mítico párrafo de Cien años de soledad, en el que se habla en presente, pero luego en pasado y después en futuro que hace una nueva alusión al pasado.
Por razones como éstas, la literatura siempre ha estado más abocada y ha tenido mayores recursos para recrear mundos interiores y hacer grandes reflexiones, y el cine se ha centrado más en la acción y en las anécdotas. Claro que después de la llegada del cine sonoro, el séptimo arte comienza a buscar estas formas de expresión, reservadas hasta entonces para la literatura, y los resultados son evidentes, primero de forma muy incipiente, pero luego, con autores como Ingmar Bergman o Michelangelo Antonioni, por sólo mencionar dos de ellos, el cine puede discutir y hacer interrogantes acerca de los temas más profundos.
El maridaje entre ambos medios, entonces, también crea un campo de convivencia, no sólo con el préstamo en doble vía de descripciones, ordenación de elementos narrativos o articulación de puntos de vista, sino también con la aceptación de similitudes como la que se presenta entre la sucesión de las imágenes en el cine y la de palabras en la literatura, propiedades que llevan a pensar en rasgos comunes como la secuencialidad y la temporalidad, o dicho de otra forma, es posible ver que el encadenamiento de los planos obedece al orden del discurso. Es bueno aclarar también, que muchos de estos elementos fueron originados en la literatura y luego retomados y perfeccionados por el cine, para después ser devueltos de nuevo a su medio original. En este sentido también funciona la figura de los espejos de que hablaba al inicio de este texto, y su mejor ejemplo, es la dependencia del cine negro con la novela negra de los años treina y cuarenta, y luego su posterior influjo sobre ésta.
Por otra parte, nos encontramos con la incursión cada vez más activa de escritores en el mundo del cine, una incursión que se inició cuando autores como Scott Fitzgerald, William Faulkner o John Steinbeck aceptaron el llamado de Hollywood para escribir los guiones de muchas de sus películas. Incluso ha llegado a haber una interdependencia, la cual contempla una serie de obras literarias o cinematográficas en las que se produce una fusión de los dos lenguajes. Tendríamos como ejemplo aquellos textos "bastardos" etiquetados como ciné-romans; algunas obras de difícil catalogación como las novelas-filmes El poeta y la princesa o El cabaret de la cotorra verde, ambas de Pío Baroja; el cinedrama Vidas cruzadas de Jacinto Benavente o el poema cinematográfico La manzana de León Felipe.
Igualmente, han existido estrechas colaboraciones entre guionistas y directores, o escritores que se han decidido a dirigir, como Jean Cocteau, Jean Genet, André Malraux, Susan Sontag o Marguerite Duras. También habría que anotar el acercamiento de algunos escritores al cine en la década del sesenta, movimientos como Angry young man o Noveau roman, tuvieron fructíferos contactos, con coincidencias ideológicas y estéticas, con el free cinema inglés y la nueva ola francesa, respectivamente. En este mismo orden de ideas, es preciso hablar de convergencias entre cine y literatura, como fue el caso de la concepción existencialista del hombre presente en la novela de Jean Paul Sartre o Albert Camus, así como en el cine negro norteamericano o en los filmes de Michelangelo Antonioni o Jean-Luc Godard.
HERENCIA DE CELULOIDE
 La incidencia del cine en la literatura, nada mejor para introducirlo que las palabras del escritor Leon Tolstoi al toparse con el, por aquel entonces, nuevo arte: "Ya vereís como este pequeño y ruidoso artefacto provisto de un manubrio revolucionará nuestra vida: la vida de los escritores. Es un ataque directo a los viejos métodos del arte literario. Tendremos que adaptarnos a lo sombrío de la pantalla y a la frialdad de la máquina. Serán necesarias nuevas formas de escribir. He pensado en ello e intuyo lo que va a suceder."
"Pero la verdad es que me gusta. Estos rápidos cambios de escena, esta mezcla de emoción y sensaciones es mucho mejor que los compactos y prolongados párrafos literarios a los que estamos acostumbrados. Está más cerca de la vida. También en la vida los cambios y transiciones centellean ante nuestros ojos, y las emociones del alma son como huracanes. El cinematógrafo ha adivinado el misterio del movimiento. Y ahí reside su grandeza."
El escritor ruso no pudo ser más acertado en sus apreciaciones, pues la influencia del "artefacto" en los literatos cada vez se va convirtiendo más en una presencia constante, y quien primero se dio cuenta de ello fue Claude-Edmunde Magny, cuando escribió sobre la influencia del cine sobre las técnicas narrativas de la novela norteamericana de los años veinte, y más específicamente sobre los escritores de la lost generation. Magny fue la primera que se atrevió a precisar qué tipo de técnicas y estructuras, desde el modo narrativo "absolutamente objetivo", hasta "el principio de cambio de plano", habían pasado del cine a la novela contemporánea.
Y es que es innegable que con la irrupción del cine, la literatura encontró, con una enorme riqueza de recursos estéticos, una expresión que había perseguido hasta entonces; aunque también, tal incidencia operó desde los contenidos que manejaba el cine y la forma como lo hacía, es decir, le proporcionó a la literatura una gran fuente de referentes, elementos iconográficos y hasta su propia mitología. Esta distinción, entonces, define las dos principales maneras en que la literatura dispuso de la herencia que el cine había puesto a su buen haber: la aplicación de algunos elementos del lenguaje propiamente cinematográficos y la novedosa y diferenciada visión del mundo que tenía el cine.

romi

viernes, 22 de julio de 2011

Si Tu Me Olvidas

Quiero que sepas una cosa.
Tu sabes como es esto: si miro la luna
de cristal, la rama roja del lento otoño
en mi ventana, si te toco junto al fuego
la implacable ceniza o el arrugado cuerpo
de la leña. Todo me lleva a ti, como si
todo lo que existe, aromas, luz, metales,
fueran de pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.
Ahora bien, si poco a poco dejas de
quererme, dejare de quererte poco a poco.
Si de pronto me olvidas no me busques que
ya te habre olvidado. Si consideras largo
y loco el viento de banderas que pasa por
mi vida y te decides a dejarme a la orilla
del corazon en que tengo raices, piensa que
en ese dia, a esa hora levantare los brazos
y saldran mis raices a buscar otra tierra.
Pero si cada dia cada hora sientes que
a mi estas destinada con dulzura implacable.
Si cada dia sube una flor a tus labios
a buscarme, ay amore mio, ay mia, en ti todo
ese fuego se repite, en mi nada se apaga ni
se olvida, mi amore se nutre de tu amor,
amada, y mientras vivas estará en tus
brazos sin salir de los mios.

Pablo Neruda

.romi

lunes, 18 de julio de 2011

Para mi abu Helena

Hoy me toca hacer el homenaje más triste de los que he realizado en mi blog,  a muerto "mi Abuelita  Helena"  no pondré biografía ni nada solo les diré que he perdido al ser más dulce, cálido y hermoso que me tocó tener a mi lado para compartir mi vida...con ella aprendí a cocinar, ya que desde peque me ponía el delantal y subida a un banquito la ayudaba, (bue es un decir) a cocinar..el blog de cocina lo hice pensando en ella,.tambien me enseñó el amor por las plantas..entre las dos teníamos una huerta en el balcón de casa..cosechamos en macetas tomates muy peques y girasoles...tambien me enseñó a amar a los animales..la última gatita Giullieta me la regaló ella, la trajo a casa cuando yo estaba de viaje, cuando regresé la tenía en una canastita con un moñito, fué una sorpresa hermosa.
Mis padres siempre  dicen que de ella heredé el caracter alegre, su fortaleza y la tozudez para realizar lo que me viene a la mente ...yá, aunque  tambien heredé de mi abu ser super inquieta
Los últimos  recuerdos de momentos vividos con ella..serán ya enferma, mirando tomadas de las manos en la tele sus programas favorítos, haciendolé morisquetas  para que comiera porqué estaba débil, llevándola a pasear en  auto.. pues ya  casi no caminaba para  recorrer la ciudad, los lagos de Palermo o simplemente a observar el rio que le encantaba, viví para ella este último tiempo tratando de que no se diera cuenta de su verdadero estado de salud y no se deprimiera, traté de darle muchisima felicidad, mimarla, era una forma devolverle todo lo que me había dado desde que nací.

No soy escritora, pero traté de dejarle un homenaje con lo que siento.

Abu Helena
Cual un ave herida,
estabas aquel día.
Dios te llamaba en ese instante,
Entonces… supe que te perdía.
A tu último paseo, no podía acompañarte.

Era demasiado tarde, era… nuestra despedida.
Recordé nuestros paseos, añoré los buenos ratos
emociones y tristezas, que pasé en tu compañía,
El encanto de tu risa, la energía de tus ojos
Tu dulzura y fortaleza, tu dedicación y alegría.
Recordé las muchas veces, que sin temor

con angustia, desesperación y dolor
acudí a tus cálidos brazos, en busca de ese consuelo
en busca de ese consejo, en busca de tu amor.
Y al saber que tu consuelo, siempre llegaría,
y al saber que tu consejo me ayudaría a vencer
y al saberte a mi lado llena de algarabía.
Todo se resolvía, todo volvía a florecer.
Hoy no estás más conmigo, estás allá…
seguramente en la estrella más brillante o al final del arco iris
Pero lo que quiero decirte, donde estés lo percibirás,
donde te encuentres… abu
Porque el amor de una abuelita no se pierde jamás.
Te amo abuela,gracias por haber compartido tu vida conmigo y si algún día llego a tu lado......"enséñame a volar"


romi

PD/ Les pido disculpas quizás es muy triste lo que traje a mi blog, pero siento una pena muy grande, me duele el alma y necesitaba hacerlo, gracias




viernes, 15 de julio de 2011

Julio Cortázar

El nacimiento de Julio Cortázar marca un hito entre las dos vertientes literarias, la cultista, formal, y la vanguardista. Qué enamorado kitsch no ha ido a parar al cine después de haber leído la carta de la Maga a Rocamadour; o, por sólo mencionar un ejemplo, el capítulo 7, o las primeras instancias de una Rayuela ordenada en el más incompleto sentido o “temblor de agua encerrado en un cristal”. Julio Cortázar nació en Bruselas el 26 de Agosto de 1914, de padres argentinos

Criado en Banfield, especie de pueblito a manera de colonia inglesa en los suburbios bonaerenses, la imagen de Julio es la de un gigante en ambos sentidos en que cabe la naturaleza léxica de la palabra subvertida a fondo, cuando pasa por la sombra alta de este bicíclope con la ironía y la caída ilesa de los vanos sentimientos por cada una de las cosas rigiendo un todo inevitable; quien, con la recreación mítica del minotauro, Los Reyes, su primer poema dramático, a la vez que recrea, vulnera una tradición cretense que había dado para siglos. Es lo que sucede no sólo con bombas anti-literarias, sino con la perduración memoriosa de sus émulos creadores, los pocos a quienes se refiere ese eterno viaje con vacaciones de regreso a una realidad, que, después de todo, son sólo unas vacaciones para los pocos autonautas que toman verdadero sentido en sus cosmopistas, comprometiéndose con la literatura vital, en un desafuero que rebasa todo límite intelectualoide desparramado a lo largo sillas Luis XVI y pavoneos gratuitos que paren cada día más textos sepultados en erratas y en aviones que los niños saben aprovechar para no desperdiciar un instante de poesía de papel; literatura como acto meramente estético y libertario, legión de pensamientos en collage que no dejaron de aguijonear al argentino más llorón de la literatura castellana, y no por eso menos profundo.
Distinguido profesor normalista, correcto en redactar discursos para jovenzuelos, leyéndoles los desafueros líricos de un Rimbaud, un Keats, la trama policial inglesa. Más adelante traduciría a Poe de manera admirable, y en esa suerte de proyección de su propia figura hacia los terrenos sorpresivos de lo remoto y maravilloso, encumbraría hacia la UNESCO, fungiendo como traductor, viajero, vago con gabardina, y absuelto cronopio pidiendo a la azafata le trajera cositas de colores para no ir cabeceando mientras pasaban las nubes gordas e infectas; tomando así el freno de mano por ignotos parajes del mundo, que no sólo es libros, y que más bien, lejos de ellos se da la vida que pasa a colores, sino fuera por ellos viéndolos como en un daguerrotipo. Tal la imagen que proyectara para sí la novela respecto de un film, y el cuento respecto de una fotografía, que la suerte de hija mayor sería la grata y constante sorpresa de saberse retornado casi siempre de una aventura dejando pasar al mundo como unas nubes preñadas, sorpresivas.
Asiduo coleccionista —cuando no consumado músico— de jazz, que en la ciudad de las luces llamaba a rebato, circunliloquio de saxo melancólico, mientras el espacio entre esos dos mundos, el latinoamericano y el europeo se unía tan sólo por la delgada trama que separa la poesía de la encontrada muchacha antinovela, que al igual que Ulises, en Europa, entretendría a lectores machos y en proceso androginoide, por lo menos otro medio milenio, para completar una era como emergida de otro continente, perdido entre dos movimientos tectónicos, que siempre han sido la literatura vestida de frac y la vanguardia, por la que siempre abogó hasta soltar el timón de ida un tal Cronopio, un tal Julio.
Sus piezas narrativas son consideradas por la crítica —después de Poe— las mejores orquestadas por narrador alguno. Tan en su estilo rítmico, pendiendo de un hilo entre el afloramiento onírico y la esencia de la historia como historia, sin subyugar técnica a mera arbitrariedad antojadiza, concepto tal que desarrollaría en “La teoría del túnel”, hacia 1947, y que desplegaría en un proyecto más comprometido con ese viaje sin retorno emprendido cada vez que dejaba volar sus largos dedos sobre la Remington, en divina manera de embriagadoras imágenes collageadas, dejar volar los sentimientos, los afectos y los esperanzas; Gauloises al ristre, contestando ese mar de correspondencia que tras la publicación de Rayuela en 1963 se convertiría en un metro cúbico de cartas de jóvenes despistados y soñadores que muchas veces creyeron en sus héroes literarios como paradigmas inmortales de divina orquestación tramada por el Cronopio en ese film de horas sin tiempo, atmósfera creada a lo largo de una vida de lector, docente y Rector De Una Vida Sorpresiva. Tanta correspondencia, era, aunque no se lo crea uno, capaz de ser respondida sólo por una legión de pulpos que acudieron en su ayuda; parte de un compromiso literario que asumió como escritor agradecido de sus lectores dinámicos.
Tras la aparición de un tomito —para su gusto, muy mallarmeano—, Presencia (1938), la figura casi mítica de Cortázar se alejó del seudónimo de Julio Denis para caer en la cuenta de que su deseo no era de este reino, ese kibbutz propulsor de un prurito por llegar a tierras donde no se sabe ser aprendiendo a ser profeta: París.
Últimamente, la aparición de Papeles inesperados (2009) bajo el cuidado de la viuda y heredera universal de Cortázar, Aurora Bernárdez, ha desempolvado manuscritos perdidos en diarios, revistas, entre otras publicaciones de escasa circulación, cuando no inéditos, o desaparecidas transgresiones a la lógica o ilógica formal, metatextos mostrando el proceso de un artista o cocina literaria, como pocos. Se me hace raro que, este también talentoso poeta, nunca hablara de la poesía, tal que ese reino, o le inspiraba demasiado respeto o ya era ocioso hablar de lo que no se puede tapar con un dedo en una obra que era pura poesía en estado de erupción. Y es que su prosa narrativa, novelesca, ensayística, cronicoide, collageada y pintoresca, estos suyos y nuestros textos, eran casi solapadas fichas del dominó que por las tardes el Cronopio enrumbaba entreviendo el paso inexistente de un ave despistada, cuya muerte le deparó la sorpresa de no saberse en sí mientras lo oscuro planea por un perfil contrario a través del cristal de la ventana, el paso por la inconsciencia temblorosa de un agua soterrada e inmersa dentro del vidrio, mientras ese hombre barbado y siniestro se sorprende de lo apresurada que trama ser la existencia, esa bella trama de lo bello, de lo mojado sobre mojado; y con leve temblor de vida recién fría, pobre ave sin retorno, a la literatura, como un “hasta aquí ha sido” muy inesperado en todo sentido, el viaje por el cual poesía, mundo, religión del cuerpo o magia homeopática de los sueños; collage que día a día iba armando el escritor argentino —no gauchesco—, en una literatura rociada de casi todos los géneros anti-literarios, a-literarios, para-literarios, plagados de esos seres inocentes, frescos, los cronopios, y su contraparte, los famas, que lo guiaron a paso zancudo por un mundo regido por el mandala de golpeteos imperceptibles, los que produce el galopar cadencioso de la Remington® que sirve para escribir, y no siempre para ser escritor; o del paso firme por un mundo que es eso, que siempre fue eso, paso por un viaje con la certeza de que la llave de entrada siempre abre sésamos incalculables, al solo palanqueo de la piedra interior, de doce ángulos imperiales en sus aguas dormidas que han arrasado todo, absolutamente todo pánico paisaje de un amanecido hálito inundado, derramando el tesoro escondido en La isla de la vida. Jack Farfán Cedrón

romi

lunes, 11 de julio de 2011

La literatura y los cafés de la Avenida que nunca duerme.

 Por Corrientes, desde la avenida Callao y hasta la calle San Martín abundaron los cafés con sabor a tango, a política y disquisiciones psicologistas, a conquistas y engaños, y a todo tipo de movidas artísticas. La bohemia porteña se dio cita a lo largo y a lo ancho de esta avenida, pletórica de ilusiones y anhelos. No podemos dejar de mencionar los numerosos cafés de la avenida Corrientes, ya que ellos también son y han sido parte de la historia de Buenos Aires. Los primeros abrieron hacia 1760, pero su mayor gloria la alcanzaron durante este siglo. Pese a que importantes políticos, escritores, periodistas, músicos y actores vistieron sus mesas; muchos de estos locales ya no están, y los que aún perduran, ya no son lo que eran antes...
Por Corrientes, desde la avenida Callao y hasta la calle San Martín abundaron los cafés con sabor a tango, a política y disquisiciones psicologistas, a conquistas y engaños, y a todo tipo de movidas artísticas. La bohemia porteña se dio cita a lo largo y a lo ancho de esta avenida, pletórica de ilusiones y anhelos. En los distintos cafetines se pronunciaron panegíricos manifiestos acerca de la libertad y los intelectuales de la época evocaron con gran lirismo la autenticidad del alma artística, alejada de los hábitos burgueses y de la mediocridad.
A continuación recordaremos algunos de ellos con la intención, en fin, de suspenderlos con la memoria en un presente vivo.
Los Pinos: Este café estuvo ubicado en Corrientes y Rodríguez Peña. Era el lugar de encuentro de políticos y actores. Fue también el preferido de estudiantes y compañías de teatro. Entre sus habitués se puede recordar al actor Luis Sandrini, Pepe Cibrián y Ana María Campoy.
Pernambuco: Ubicado en la misma intersección de calles, pero de la vereda de enfrente, todavía funciona como café teatral y literario. Relevó a Los Pinos, cuando este último cerró en 1987. Sus habitués suelen ser, en su mayoría poetas, músicos y periodistas que además de compartir una charla y un café, ahora también navegan por Internet.
La Paz: Fue netamente de corte político; aunque su estilo fue denominado "psico-bolche". Ubicado en Corrientes y Montevideo fue un lugar emblemático durante los ´60, cuando el hipismo vistió sus mesas con flores y ondas de amor y paz. Y también fue la época en que el ahora mítico Tanguito visitó el billar del primer piso. Se reunían en este café David Viñas; Ricardo Piglia; Enrique "Mono" Villegas y Rodolfo Walsh, entre otros.
 Dominguez: Estuvo en Corrientes y Paraná y fue el primer café 24 horas de Buenos Aires. Lo mejor de la poesía rea y "mistonga" de la ciudad se reunió allí; y el gran escritor Celedonio Flores lo inmortalizó en su poema "Tristezas" ("Cuando pasa el organito",
Corrientes,
la amable, la calle Corrientes
de los sueños locos, los sueños ardientes
pintoresca calle, noctámbula ideal
del viejo Montmartre, del Café Domínguez
y el rante Pigall...
Continuamente dio cita a los amantes del tango. Enrique Cadícamo en un poema homónimo le cantó en su época de mayor éxito -1918-, cuando Buenos Aires se refugiaba en los teatros de la avenida:
Bar Domínguez
de la vieja calle Corrientes que ya no queda...
De cuando era angosta y la gente
se mandaba el saludo
de vereda a vereda...
Hombres como Francisco Canaro, Noli, Roberto Firpo y Juan Maglio (Pacho) silenciaron también las voces de los parroquianos que se extasiaban con la música de sus conjuntos tangueros.En el mostrador del Café Domínguez se instaló una de las primeras máquinas Express que importó la firma La Cosechera S.A., inaugurando con ella el sinónimo de café. Los mozos, de ahí en más no pidieron tal o cual cantidad de café, sino que sus voces entonaron el "¡marche un express!".En su salón se estrenaron dos tangos de grandes valores musicales, como lo fueron "Tierra Negra" de Graciano De Leone y "Un lamento" de Numa Córdoba.
Iglesias: Era vecino del café Domínguez y también supo ser tanguero. En él se estrenó "La Cumparsita". Lo visitaron entre otros, Pedro Maffia y Roberto Firpo.
El Foro: Ubicado en Corrientes y Uruguay, aún continúa en pie y sigue siendo un café de corte político. En los ´70 reunía a la plana mayor del Partido Comunista. Lo transitan un sinnúmero de abogados y hasta el polémico árbitro de fútbol, Javier Castrilli.
Tango Bar: Estuvo en Corrientes y Talcahuano y podría decirse que fue "hermano" del Marzzotto y del Nacional, por su palquito pasaron una cantidad innumerable de orquestas típicas que alcanzaron el pináculo de la gloria.
El local era alargado y angosto y una mampara de madera y vidrio dividía el salón de familias del salón general. La entrada del establecimiento tenía dos puertas; de una de ellas pendía un cartelito en el que se leía: "Exclusivamente para Familias".Las orquestas que actuaron con sus vocalistas en el Tango Bar fueron las siguientes: Edgardo Donato, con la destacada actuación del pianista y compositor Carlos Figari, quién luego integrara el conjunto de Aníbal Troilo; Elvino Bardaro; Anselmo Aieta; Cristobal Herrero; Eduardo Del Piano; Pedro Laurenz, con Alberto Podestá; Raúl Kaplún; Miguel Caló; Horacio Salgán, con Edmundo Rivero; Osmar Maderna con Raul Iriarte; Osvaldo Pugliese con Roberto Chanel y Alberto Morán; Francisco Rotundo; Francini Pontier con Roberto Rufino y Julio Sosa; Astor Piazzolla, quien debutó en el Tango Bar con la colaboración del vocalista Aldo Campoamor y por último, José Sala.El Foro, en la esquina de Corrientes y Uruguay, con una nueva imagen y diseño donde poco queda del antiguo café.
Café Japonés: Fue un café literario, sin embargo pasó un tanto desapercibido hasta que el gran escritor, Roberto Arlt lo extrajo del anonimato (Los siete locos, página 20, Editorial Futuro, Buenos Aires, 1950). Se dice que este lugar era el "refugio de la mala vida", pues se reunían en él cocheros y rufianes de la zona, esperando alguna muchacha perdida en la noche sin destino. .
Cabildo: Estaba ubicado en Corrientes y Esmeralda. Fue un café tanguero, a tal punto que a esta esquina se la denominó "la esquina del Tango". Paradójicamente fue el lugar que unió en la puja a dos sectores sociales: "cajetillas" y guapos. A esta esquina, el escritor Celedonio Flores le escribió una sonatina; y una de sus estrofas apunta:
Esquina porteña, tu rante canguela
se hace una "melange" de caña, gin fitz
pase inglés y monte, "bacará" y quiniela,
curdelas de grapé y locas de pris.
Café Guaraní: Estuvo en la misma esquina y también fue netamente tanguero. Este café, todas las noches tenía reservada una mesa para Carlos Gardel y José Razzano, que actuaban en el Teatro Esmeralda -hoy conocido como el Maipo-.
Bar de Rosendo: Estuvo en la esquina de Corrientes y Esmeralda. Reagrupó a toda una troupe de políticos, periodistas y escritores; hasta que se produjo el ensanche de la avenida y con dicho acontecimiento desapareció. Fue contemporáneo del cine Empire y del Cabaret L'Abaye, de Esmeralda al 500; y contó con la presencia de Bartolito Mitre y Vedia, Eustaquio Pellicer, José S. Álvarez (Fray Mocho), mientras meditaban la aparición de la revista de mayor trascendencia en Buenos Aires, "Caras y Caretas". (El 8 de octubre de 1898 aparece el primer numero). En este mismo bar nacieron también las revistas "El Hogar" y "Mundo Argentino".
La Richmond: Continúa ubicada en Florida y Corrientes. Desde siempre, supo ser un café literario; albergó a figuras de la talla de Horacio Quiroga, Hector Blomberg y A. Gerchunoff. En el año 1943, la banda de jazz de Eduardo Armani y su cantante Helen Jakson desplegaron sus melodías y a partir de ese momento, el público cultivó este género con gusto predilecto.
El Ramos: Está ubicado en Corrientes y Montevideo. Hace poco sufrió una feroz remodelación, perdiendo por completo su identidad y pasando a ser un café mas de la "aldea global". Fue el bar artístico por excelencia. En los ´60 fue el refugio de actores, periodistas y cineastas. La Richmond, donde aún se puede disfrutar un cálido y elegante lugar para tomar algo mirando hacia la peatonal Florida.
Rafeto: Ubicado en Corrientes y Paraná, fue también un café tanguero; el último de la ronda de los años ´40, cuando la "vieja guardia" del 2 x 4 hacía furor. Esta fue otra de las esquinas reas de Buenos Aires, la de los "cafiolos", de los "pungas" y de las patotas policiales, donde la bohemia encumbrada repartía sus noches en el Rafeto. Pascual Contursi fue uno de sus habitués, junto a Ivo Pelay, Bayón Herrera y Alberto Novión.
La Giralda: Todavía está en Corrientes y Uruguay. Este café permanece intacto y afortunadamente, aún conserva sus lucecitas de neón. Es famoso por chocolate con churros, y sus mesitas de mármol, sobre todo por su aroma a nostalgia.
Café Apolo: Estuvo en Corrientes y Uruguay, contiguo del Teatro Apolo. El café data de la época en que fue inaugurado el escenario del Apolo, es decir, el 9 de julio de 1892. La gente de la farándula teatral se reunía frecuentemente en este lugar. Fue muy destacada la presencia de los hermanos Podestá -Pepe, Pablo y Antonio- acompañados también por Atilio Supparo, director teatral uruguayo. La participación de las tertulias celebradas en el Apolo eran sinónimo de consagración, fundamentalmente, para los autores y actores. El cenáculo teatral, siempre estaba presidido por Pablo Podestá.
La Giralda, quizás uno de los pocos bares de la avenida Corrientes que intenta conservar su antigua imagen.
El Telégrafo: Ubicado en la misma esquina, fue junto al Apolo un verdadero "hogar alternativo", para la farándula durante los anos ´50. La desaparición del café Apolo motivó el traslado de los artistas a las salas del Telégrafo. Angelina Pagano, Roberto Casaux, Arsenio Mary y Lola Membrives lo frecuentaron. Antes de iniciar los ensayos, o a la hora del aperitivo, pasaban por el café Joaquín de Vedia, Alberto Novión, Alejandro Berruti, Alberto Ballesteros, Carlos Osorio o Rodríguez Acasusso, prestigioso periodista del diario La Nación y hombre de teatro.
El Estaño: Ubicado en la esquina de Corrientes y Talcahuano, aún hoy continúa siendo un café tanguero y teatral, pese a que nada queda ya de estaño y mucho sobra de fórmica y acrílico. Pocos saben que precisamente en El Estaño trabajó el conocido magnate del petróleo, Aristóteles Sócrates Onassis, cuando solo era un adolescente y residía en nuestro país como un simple refugiado. Llegó al almacén, paradójicamente acompañado por un amigo turco que lo contactó con Juan Katapodis, un griego mayorista de quesos, quien le suministró empleo en una frutería y verdulería de Leandro N. Alem y la Avenida Córdoba. En El Estaño, Onassis no solo trabajó, sino que también tuvo la oportunidad de servirle un café a Carlos Gardel (Revista "Panorama", febrero de 1966)
La Real: Fue el lugar predilecto, entre tantos otros de la bohemia tanguera. El estilo de la decoración era art nouveau. Su salón poseía grandes columnas marmoladas, espejos biselados y las mesas y las sillas eran de madera maciza. Por lo general, la afluencia del público se concentraba a la hora del vermouth. Por sus mesas pasaron hombres como Cátulo Castillo, Aníbal Troilo, Ernesto Ochoa, Juan Carlos Cobián, Julio De Caro, Ángel D'Agostino, José Razzano, Tito Lusiardo, Matos Rodríguez y Carlos Raúl Muñoz y Pérez -poeta máximo del lunfardo, que fuera más conocido como el "Malevo" Muñoz-. Aunque, sin lugar a dudas, el personaje que se llevaba todos los laureles, por aquellas épocas era, Carlos de la Púa. El mismo Enrique Cadícamo lo recordó en uno de sus poemas:
Confitería de ambidiestros,
de Corrientes y Talcahuano.
Nosotros somos los maestros
y de la Púa el gran decano.
Se dice que Carlos de la Púa era famoso por su algarabía y también por ser uno de los hombres de mayor cultura alcohólica de las barras trasnochadas de la Avenida Corrientes.
El Nacional: Estuvo ubicado en Corrientes y Carlos Pellegrini. Fue conocido como "La Catedral del Tango". Concurrieron a el, entre otros grandes personajes: Juan D'Arienzo y Anselmo Aieta.
Los Inmortales: Estaba en Corrientes y Suipacha. Fue un café literario. El Café de los Inmortales no siempre se llamó así: anteriormente se había llamado "Café Brasil", en honor a Santos Dumont, quién cumplía sus hazañas en el continente europeo. Don Calixto Milano adquirió este local por mil doscientos pesos. Pero con el tiempo las cuentas demostraron que el negocio no había dado buenos resultados, Milano decide entonces ofrecer el café Brasil a don León Desbernats -hasta ese momento, vendedor de corbatas de la casa Gath y Chaves-. La correcta administración, el empeño y la buena calidad de servicio a la clientela hicieron que el café Brasil ocupara uno de los primeros puestos dentro de la larga lista de locales de la avenida. Allí se reunía la bohemia literaria, que noche tras noche postergaba la cena por las tertulias y una taza de café. Desbernats rebautizó este local gracias a la ocurrencia de Florencio Sánchez y Evaristo Carriego, quienes le otorgaron la nueva denominación, porque quienes lo frecuentaban nunca comían, y por tal motivo, debían ser "inmortales"... Lo visitaban José Ingenieros, Alfredo Palacios, Horacio Quiroga, Enrique García Velloso, entre tantos otros.
Royal Keller: Fue un café político y "bacán", el lugar elegante de algunas familias distinguidas. Mientras que en él se organizaban reuniones literarias a las que concurrían, generalmente, la gente del teatro, en otras oportunidades este café funcionaba como pequeño estadio, donde se hacían las primeras exhibiciones de boxeo. Hacia la década del ´30 solían reunirse los nacionalistas de derecha, quienes propiciaban el derrocamiento del Presidente Yrigoyen, y aprovechaban para organizar una cena a beneficio del general Uriburu, después jefe del golpe triunfante el 6 de septiembre de 1930.
Café de Suárez: Aún está en Corrientes y Maipú. Desde siempre, ha sido un café político y literario. Asiduamente es frecuentado por escritores y políticos de distintas facciones, que de reojo se miran por entre el humo del café y el cigarrillo.
Café Gerard: Estuvo en la esquina de Corrientes y Florida y fue un verdadero reducto político y musical.
Durante varios años fue también el refugio de muchos periodistas, que iniciaban su recorrido noctámbulo en La Helvética. A propósito de esto recordamos que su dueño, un ingles, llamado Eugenio Gerard sentía gran aprecio por Charles de Soussens, a quien cambiaba los tickets o vales que le daban en el diario La Nación como contraprestación por sus servicios periodísticos. ("Critica", 10 de julio de 1925). Este lugar fue el primero de la zona céntrica, donde tocó una orquesta de jazz.
La Helvética: Fue el café periodístico por excelencia. Antiguamente este terreno había sido un solar de la calle Corrientes y Catedral. En el año 1844 el lote fue vendido en 92.000 pesos. Aquel solar, del que solo se conservaba un horno pare masa y facturas junto a otros enseres del local, pasaría con el tiempo a convertirse en uno de los cafés más famosos y viejos de Buenos Aires. Se lo denominó la "trinchera intelectual" y el "refugio hogareño de los periodistas del diario La Nación". Fue el santuario, donde muchos reporteros, por la noche, preparaban las notas que leerían los porteños a la mañana siguiente en uno de los principales matutinos. De las muchas anécdotas que se guardan de La Helvética, rescatamos la siguiente: "Otro acontecimiento vivido de los hombres de letras y de prensa es el que aconteció en una entrevista entre Bartolomé Mitre y Roberto J. Payró. Lo habían llevado a la entrevista Emilio Becher, que era el alma viva del tránsito de La Helvética a La Nación. Sentados en una de las mesas del angosto local, Mitre le preguntó al autor de "La Australia Argentina."
- ¿Dígame, Payró, usted para qué cree que nos puede ser más útil en "La Nación"?"
- Para nada - fue la respuesta.
- Entonces, para que cree que nos puede ser menos útil?
- Para todo -respondió de inmediato Payró.
(... ) Con este diálogo llegaron a conocerse íntimamente Bartolomé Mitre Roberto J. Payró, motivo por el cual, este último ingresó inmediatamente a la redacción del diario". (Los Cafés de Buenos Aires. Página 154 y 155. Editorial Schapire)
Concurrían a este recinto Julio Piquet, Carlos García Lauda, Enrique Loncán, Enrique Méndez Calzada, Ángel Falco, José Ingenieros, Pedro Angelici, Joaquín de Vedia, Enrique Hurtado y Arias, Enrique González Tuñon, Héctor Blomberg, Alberto Caprile, Eduardo Mallea, Álvaro Melián Lafinur, Pedro Raggio, etc.
En 1955, el local fue baleado con 24 proyectiles; eran tiempos turbulentos donde no solo temblaban los ladrillos de La Helvética, sino también los cimientos de toda la nación. Pese a que el local reabrió sus puertas años más tarde, el renacimiento fue prematuro, y no tardó en llegar el final..El remate de sus pertenencias se realizó en julio de 1958, aunque se conservaron muy celosamente objetos cuyo valor es incalculable, tales como las antiguas cocteleras de plata o los vasos de licor, cuyo tamaño los asemejaba más al de un florero, que al de un recipiente para bebidas. Entre las tantas finísimas bebidas, se guardaron el coñac Martell, en botella de un litro, imposible de encontrar en la Argentina; el Curvoisier legítimo; el Eduardo VII; el Biscuit; el Napoleón ¡1870!; el champagne Perré Jouet y un oporto rarísimo en nuestro tiempo, el Zabaleta del año 1844. Entre los wiskys se conservó el Dry Sack; Morgan; Old Band; Grand Munich; John Heise y el Procurable.
La Fragata: También estuvo en la intersección de las calles Corrientes y San Martín. Fue el café de la "city"; el aroma del ambiente de la Bolsa y las cotizaciones impregnó el local y el recuerdo de quienes lo visitaron. Cuenta uno de los mitos populares que en Ia Avenida Corrientes hubo una época en que existió un discutidor profesional: discutía sobre cualquier tema; se sentaba a las mesas y por un precio fijo discutía de lo que uno quisiera...
La lista de cafés es por demás extensa e imposible de citar en una sola nota. La memoria nos lleva a recordar lugares como La Opera; Premier; Politeama; El Ateneo; Café Callao; Café Biarritz; el San Bernardo; El Dorado; El Petit y El Julián; etc., etc., etc.
Lo cierto es que esta avenida ha sido considerada por Enrique Cadícamo como la "calle que nunca duerme", sin embargo desde hace poco más de una década bosteza largamente, mientras padece pesadillas edilicias, que poco a poco van diluyendo nuestra identidad. porteña y por que no también, nacional. Los cafés en la historia de Buenos Aires han significado una verdadera institución; la salida de la muchachada; la sede de la expectativa, ya que hasta las cosas mas insólitas podian pasar. También han sido y continúan siendo el escenario de las citas amorosas (ya sea de las primeras o de las últimas), donde la atmósfera se impregna de seducción y confidencia.
Los cafés, son lugares donde se pautan y se cierran acuerdos comerciales; donde se entretejen discusiones; donde se invite a la nostalgia; donde se producen los reencuentros, tantas veces postergados con amigos; donde se llama al recuerdo y donde planea el futuro. En fin, son el lugar por donde pasa la vida, y todo esto, mientras bebemos un café.
Evocar el espíritu de los viejos cafés de Buenos Aires y salvaguardar los que quedan debería ser para nosotros, los porteños, casi una obligación. Porque mantener la identidad cultural de un pueblo es lo que verdaderamente reafirma el hecho de que "Globalización", no es sinónimo de "Neo-colonización". Y "Modernidad", tampoco implica desmedro de nuestro pasado.
 Karina Donángelo.

romi

sábado, 9 de julio de 2011

Facundo Cabral

La Academia Latina de los premios Grammy declaró hoy "un día de luto para la música  y la literatura latinoamericana" por el asesinato del cantautor argentino Facundo Cabral, en la capital guatemalteca.
El cantautor argentino fue asesinado por un grupo de sicarios en la capital guatemalteca, cuando se dirigía con su representante al aeropuerto internacional La Aurora desde el hotel donde se hospedaba. Era la gira despedida del artista por Latinoamérica
Su historia
El cantautor argentino Facundo Cabral nació el 22 de mayo 1937 en La Plata. Su infancia fue dura y desprotegida. Él y sus seis hermanos fueron criados por su madre, ya que su padre abandonó el hogar a los pocos años de su nacimiento.


Al poco tiempo, la familia se mudó a Tierra del Fuego, en el extremo sur de la Argentina, cuando el cantante ya tenía 8 años, se fueron a vivir a Tandil. "La gente nos miraba con lástima. Un día le pregunté a mi mamá si estábamos abandonados y me dijo que no, que estábamos de vacaciones. Y que nos acostumbremos porque íbamos a ser turistas para siempre", contó Cabral en una entrevista.
La vida de Cabral fue luchada y marginal. Estuvo encerrado en un reformatorio del que logró escapar y su vida cambió para siempre. Dijo que fue ahí cuando encontró a Dios en las palabras de Simeón, un viejo vagabundo. "Más que criado por mi madre, yo visitaba a mi madre. Ella llegó a decir que yo no era artista, que era un prófugo. Decía que me había inventado un oficio para escapar del pueblo, y algo de razón tenía", decía Cabral, que comenzó tocando la guitarra y cantando folklore.
Admirador de Atahualpa Yupanqui y José Larralde, en 1959 viajó a la ciudad balnearia de Mar del Plata. Allí consiguió trabajo en un hotel, gracias a que el dueño del lugar lo vio con su guitarra y le dio la oportunidad de cantar.
Su primer nombre artístico fue "El Indio Gasparino", con el que grabó discos "comerciales" que no lograron mayor repercusión. Ya con su verdadero apellido, grabó "No soy de aquí, ni soy de allá" y comenzó a trascender las fronteras, cantando en nueve idiomas con artistas como Alberto Cortez, Julio Iglesias, Pedro Vargas o Neil Diamond, entre otros. Años después, esa canción la cantaría incluso Homero Simpson
Fue considerado un hombre de gran profundidad. Influenciado en lo espiritual por Jesús, Gandhi y la Madre Teresa de Calcuta. "Su secreto era poner la fuerza donde tenía que ponerla. Por él entendés que se puede ser feliz viendo el sol y caminando", dijo hoy el periodista Oscar Gómez Castañón, que lo entrevistó en algunas oportunidades y lo definió como un "caminante y un juglar".
En literatura admiraba a Jorge Luis Borges y Walt Whitman, quienes imprimieron a su vida un rumbo espiritual de observación constante a todo lo que sucedía.
No estás deprimido, estás distraído
No estás deprimido, estás distraído, distraído de la vida que te puebla.

Distraído de la vida que te rodea: Delfines, bosques, mares, montañas, ríos.
No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano cuando en el mundo hay 5,600 millones.
Además, no es tan malo vivir solo. Yo la paso bien, decidiendo a cada instante lo que quiero hacer, y gracias a la soledad me conozco; algo fundamental para vivir.
No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene 70 años, olvidando que Moisés dirigía el éxodo a los 80 y Rubistein interpretaba como nadie a Chopin a los 90. Sólo citar dos casos conocidos.
No estás deprimido, estás distraído, por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado. No hiciste ni un sólo pelo de tu cabeza por lo tanto no puedes ser dueño de nada.
Además la vida no te quita cosas, te libera de cosas. Te aliviana para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela, por eso lo que llamas problemas son lecciones. No perdiste a nadie, el que murió simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón. ¿Quién podría decir que Jesús está muerto? No hay muerte: hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Michelangelo, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas, y nos aleja por que nos hace desconfiados.
Haz sólo lo que amas y serás feliz, y el que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será, y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible. Y sin esfuerzo porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban 3 ó 4 meses de vida. Dios te puso un ser humano a cargo, y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz, después podrás compartir la vida verdadera con los demás. Recuerda a Jesús: "Amarás al prójimo como a ti mismo".
Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios; y decide ahora mismo ser feliz porque la felicidad es una adquisición.
Además, la felicidad no es un derecho sino un deber porque si no eres feliz, estás amargando a todo el barrio. Un sólo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir, mando matar seis millones de hermanos judíos. Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera, el chocolate de la Perusa, la baguette francesa, los tacos mexicanos, el vino chileno, los mares y los ríos, el fútbol de los brasileros, Las Mil y Una Noches, la Divina Comedia, el Quijote, el Pedro Páramo, los boleros de Manzanero y las poesías de Whitman, Mäiller, Mozart, Chopin, Beethoven, Caraballo, Rembrandt, Velásquez, Picasso y Tamayo, entre tantas maravillas.
Y si tienes cáncer o SIDA, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas; si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto: tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas ... y si le ganas, serás más humilde, más agradecido, por lo tanto, fácilmente feliz. Libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad, y la vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente como debe ser.
No estás deprimido, estás desocupado. Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos, y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas. Además el servicio es una felicidad segura, como gozar a la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da sin medida y te darán sin medidas.
Ama hasta convertirte en lo amado, más aún hasta convertirte en el mismísimo amor. Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas, el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso, una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que le destruyan hay millones de caricias, que alimentan la vida.
Pocas cosas tan bellas he recibido como estas palabras, que me parecen salidas no sólo de una alma buena, pero sobre todo muy humana. Ojalá y lo disfrutes tanto como yo y ojalá y todos los practiquemos. ¡A vivir se ha dicho! Y ¡Menos quejas! ¿No crees?.
Facundo Cabral


romi

jueves, 7 de julio de 2011

Baldomero Fernández Moreno

Se fue de este mundo el 7 de Julio de 1950.Abandono esta tierra para quedarse 'definitivamente' en el Universo de los Poetas. Así se refirió al poeta argentino, el escritor Jorge Luis Borges, cuando escribió :

" La percepción genial del mundo exterior,
la economía verbal, pero también
la carnalidad...la esencial amargura,
la intolerable y trémula soledad. ".
"Setenta Balcones y ninguna flor..."
Este es el edificio ubicado en Corrientes y Av. Pueyrredon del barrio porteño de Balvanera, en el cual, el poeta y medico argentino, Baldomero Fernandez Moreno se inspirara en componer su celebre poema: "70 balcones y ninguna flor..."


Setenta Balcones y Ninguna Flor
de Baldomero Fernándo Moreno

Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor.
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?
La piedra desnuda de tristeza
¡dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta lleno de ilusiones?
¿Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?
Si no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá una clave...
¡Setenta balcones y ninguna flor!

Baldomero Fernández Moreno

(Buenos Aires, 1886 - 1950) Poeta argentino, considerado uno de los más importantes exponentes de la corriente o tendencia denominada sencillismo. Hijo de padres españoles, vivió unos años en España, donde estudió Humanidades. En 1899 regresó a Argentina e inició un lento aprendizaje literario, a la vez que avanzó y concluyó sus estudios de Medicina, profesión que ejerció en paralelo a su vocación poética. Fue colaborador en periódicos y revistas, obtuvo el Premio Nacional y el Municipal de Literatura y fue miembro de la Academia Argentina de Letras.
Entre sus obras figuran Intermedio provinciano (1916), Ciudad (1917), Por el amor y por ella (1918), Campo argentino (1919), Versos de Negrita (1920), Nuevos poemas (1921), Canto de amor, de luz y de agua (1922), Mil novecientos veintidós (1922), El hogar en el campo (1923), Aldea española (1925), El hijo (1926), Décimas (1928), Último cofre de Negrita (1929), Sonetos (1929), Cuadernillos de verano (1931), Dos poemas (1935), Seguidillas (1936), Romances (1936), Continuación (1938), Yo médico, yo catedrático (1941), Buenos Aires (1941), San José de Flores (1943), La mariposa y la viga (1947).

romi

sábado, 2 de julio de 2011

La literatura y el origen del Tango

El tango ingresó en la literatura, a través del teatro. Se inició con “Justicia Criolla” de Ezquiel Soria. El texto fue interpretado por el actor español Enrique Gil que personificó al negro Benito.
 Este suceso permitió que montones de escritores pudieran volcarse al tango, ya sea desde una pieza teatral o desde la misma poesía.

Su origen se gesta en ambas márgenes del Río de la Plata entre 1850 y 1890. A principios del siglo XIX con su aceptación popular a nivel mundial la danza evoluciona hasta su forma actual. Este baile que se originó en el puerto de Buenos Aires y rapidamente se extendió a los barrios del sur, como San Telmo, Monserrat y Pompeya, tuvo su crecimiento paralelo con el de la sociedad argentina, formada por inmigrantes europeos, que aportaron muchos de sus elementos.

Alrededor de 1860, entre los criollos y gauchos rioplatenses, marineros, indios, negros, y mulatos, se bailaba suelto músicas como valses, de origen austríaco y alpino; pasodoble y tango andalúz; zarzuela; bailes de origen escocés; habaneras, de origen cubano; polka; mazurcas, cuadrilla y milonga; teniendo como base el fandango y el candombe de los negros.En esa época aún no existía el Tango como danza propiamente dicha.
El sonido del bandoneón (de origen alemán) se incorporó como algo imprescindible a pianos, guitarras criollas, contrabajos y violines.
En los barrios surgió el "tango arrabalero," aquel que bailaban en el arrabal, hombres y mujeres con los cuerpos fuertemente abrazados, y que escandalizó a la sociedad de la época.
Condenado por la iglesia y prohibido por la policía por incitar al escándalo, fue asociado con la lujuria y la diversión "non sancta" junto a la bebida y el baile.
Su prohibición obligó a bailarlo en sitios ocultos hasta haber entrado en el siglo XIX, por eso su ambiente de nostálgica pasión.
Amparados en la oscuridad de la noche, guapos y arrabaleros deslizaban sus sentimientos en lo profundo de un verso, una melodía o bailaban abrazados a su ardiente compañera.
En ese entonces, solamente los estratos sociales humildes, los del suburbio, cultivaban esa danza. El Tango surgió en burdeles, rancherías y boliches. Los prostíbulos lo fomentaban con la finalidad de aproximar los cuerpos masculinos y femeninos.
Era concebido como "vulgar" por los estratos mas conservadores, marginado socialmente por buscar la sensualidad y el placer.
La insólita fusión de lenguas, conocimientos y costumbres genera el fenómeno del tango y paralelamente un lenguaje, el lunfardo.
Esta manera de hablar tomaba palabras de algunos dialectos italianos, y de otras lenguas traidas por los inmigrantes, absorbidas y adaptadas al porteño.
Al principio era el lenguaje de los presos y los delicuentes, comunmente hablado por la gente del puerto. El lunfardo es al castellano lo que el cockney o el slang son para el inglés británico y al inglés americano.
EVOLUCION - Afianzamiento junto al nuevo siglo
En 1910 el tango fue bailado en París, ampliando rápidamente su popularidad en todo el Mundo.
Su glamour conquistó a los sectores mas altos de la sociedad y fue bailado en casi todas las capitales europeas.

Los encargados de presentarlo en los salones del viejo mundo fueron los jóvenes hijos varones de las familias tradicionales porteñas, que hacía tiempo frecuentaban los lugares de Buenos Aires donde se bailaba el tango, para disgusto de la sociedad porteña, que aún lo veía con malos ojos por sus escandalosos antecedentes.
Su aceptación final llevó un tiempo más hasta que fue considerado como una necesidad de expresión popular.
La evolución de sus las coreografías lo mantuvo vivo y vigente; en caso de que hubiera permanecido bajo una única forma, habría desaparecido o "sería motivo de un simple recuerdo escénico, como otras formas de danza popular", (Dinzel, 1994).
Jorge Luis Borges, el célebre escritor argentino, dedicó muchas páginas a las historias de "malevos" o "guapos", alimentadas por sus propias experiencias y por los mitos que estos personajes representaban.
Hollywood hizo popular al tango en Norteamérica, a través de la figura de Rodolfo Valentino, quien lo bailó vestido de gaucho.


romi