miércoles, 29 de septiembre de 2010

La música en las obras de Cortazar

Como expresa George Steiner, la música y la palabra son artes cuya manifestación se caracteriza por la ruptura del silencio1. De hecho, el origen de la poesía es musical y a lo largo de la historia abundan los ejemplos de interrelación entre ambas artes2. Estudiosos como Lawrence Kramer analizaron las posibilidades de convergencia de poemas y composiciones musicales en un mismo ritmo estructural3. La música es un lenguaje de entendimiento matemático abstracto, y el lenguaje suena a música cuando su melodía adquiere fines artísticos y se somete a reglas estéticas.

En la literatura hispanoamericana son frecuentes los ejemplos de obras literarias donde la música es un elemento temático fundamental. Junto a autores como Felisberto Hernández o Alejo Carpentier, Julio Cortázar llevó esta relación a un cruce totalizador que permitía la fusión completa entre ambas disciplinas estéticas y convertía el motivo musical en expresión de ideas o en escenario artístico de determinadas secuencias. Así, su obra posee una recurrencia de motivos musicales con una rica variedad de matices difícil de encontrar en otros autores hispanoamericanos.
Cortázar, como amante de la música, apostó también por una vía inventiva de referencias múltiples musicales dentro de su obra. Era seguidor de varios géneros musicales, aunque prevaleciera su afección al jazz; género al que se suele constreñir el universo musical cortazariano, entresacando casi siempre los ejemplos del cuento “El perseguidor”, donde el protagonista es un trasunto biográfico del gran inventor del be-bop: Charlie Parker. Pero hay otras músicas insertadas en las obras de Cortázar: el tango y la música clásica, como recogen estos versos del Libro de Manuel:
Ambas disciplinas artísticas son fundamentales para hallar algunas ideas recurrentes del autor y para la expresión de su mundo mental representado, puesto que la música permite alcanzar a los personajes el kibutz que anhelan con sus palabras. Es el arte intuitivo que permite comprender lo intangible, amar la espontaneidad y rechazar un orden social rígido que constriñe de la libertad del ser humano. Con la música se atrapa lo invisible, el azar y lo etéreo, y se expresa una forma de existencia auténtica: vida y arte unidos.
El jazz como forma cortazariana predilecta se aprecia en una de las surrealistas enumeraciones caóticas de Rayuela (capítulo 11), donde un personaje liberado de prejuicios y de toda lógica consecuente, a causa de una borrachera, evoca su hermosura y su dinamismo. Nuestro autor ya amaba el jazz cuando residía en Buenos Aires, pero su gusto creció y maduró en París. Este interés se percibe por primera vez en su narrativa y en un conjunto de reflexiones sobre la novela de Teoría del túnel, obra programática en forma de mosaico calidoscópico que años más tarde llevó a la práctica en Rayuela, y que prefiguró su literatura rebelde, como expresa Saúl Yurkievich5.
El cuento más característico de su amor al jazz es “El perseguidor”. Su protagonista, Johnny Carter, es un prototipo del artista inventor ya que crea el estilo be-bop, y es, como la Maga de Rayuela, esa mujer a la que la única ropa que le sienta bien es la libertad, un individuo bastante inculto, un drogadicto, un bohemio y un alienado. Su oponente antitético es el crítico de jazz llamado Bruno, prototipo del intelectual aburguesado, racionalista y conformista. El fracaso del crítico al escribir la biografía de Carter ilustra la idea cortazariana de la imposibilidad del conocimiento absoluto y de alcanzar una perspectiva totalizante de la realidad. La libertad simbolizada por el músico es inasible por la racionalidad, de la misma forma que la música es otra realidad (¿mágica o metafísica?), o al menos un plano de la realidad distinto. El autor entiende y genera un arte que remite a otra realidad distinta a la epistemología de lo “real” tangible y físicamente constituida por hechos empíricos. El jazz resulta ser la intersección entre el hombre y su realidad invisible en el plano novelesco, gracias a su capaz de transmitir y de hacer sentir al oyente sensaciones y sentimientos. A la vez, la música es un puente entre el texto de nuestro autor y la experiencia del lector, que ha de vivir las situaciones novelescas de forma activa gracias al nexo de la melodía y la palabra.
El tango, segunda vertiente musical en la obra cortazariana, es el producto musical que expresa mejor el alma argentina. Pero Cortázar no participaba de una mixtificación patriótica: sí, en cambio, del concepto del tango como motivo de argentinidad y de vínculo mental con su patria desde la distancia parisina. Su ritmo entrecortado forma parte de todo lo que Cortázar amaba y odiaba al mismo tiempo: la referencia nacional. Le permite añorar aquello la Argentina que le falta y nunca podrá tener, lo que le convertirá en un extraño allá donde se encuentre, y así lo expresa en Salvo el crepúsculo:
Desde luego como Orfeo, tantas veces habría de mirar hacia atrás y pagar el precio. Lo sigo pagando hoy; sigo y seguiré esperándote, Eurídice Argentina.
El tango plantea conflicto en Los premios y en El diario de Andrés Fava expresa la incomodidad el intelectual, de la misma forma que dibuja el desarraigo en “Con tangos” (Salvo el crepúsculo), “Tango de vuelta” (Queremos tanto a Glenda) y “Las puertas del cielo” (Bestiario). Además, para subrayar lo expresado, Cortázar incorpora distintos aspectos del tango a sus textos: instrumentos, letras de canciones y la propia danza en el ritmo de su prosa. No fue solamente un elemento temático o reflexivo sino un factor de musicalidad en su propio discurso.


El tercer gran estilo en su obra es la música clásica. Ella permite mostrar a un Cortázar irónico y desgarrado que al mismo tiempo es un exhibicionista intelectual a partir de un motivo melómano: ironía y gravedad para definir el concepto de la determinación humana y la búsqueda de espacios del más allá metafísico y placentero. En la búsqueda de una definición de “clásico” Andrés Fava expresa el concepto de la siguiente manera: “Lo que se da en llamar ‘clásico’ es siempre cierto producto logrado con el sacrificio de la verdad a la belleza”, de ahí que esta vertiente musical sea un producto estético sublime.
Frente al Cortázar jazzístico del canto errante y libre, el de la música clásica busca una estructura mucho más equilibrada y sujeta a normas, con excepción de los momentos en que se refiere al dodecafonismo y la vanguardia, dado que estos estilos son renovadores y merecen su atención por ello. Sobre todo en Rayuela, donde destaca la escena de la pianista Berthe Trépat. Concibe la música clásica como un sonido en libertad pero sometido a reglas estéticas armónicas que despiertan la sensibilidad. La fuga bachiana de “Clone” (Queremos tanto a Glenda) permite retratar la lucha del hombre por trascender y escapar del tedio de la trivialidad, fin de tantos personajes buscadores de nuestro autor. El jazz es expresión de libertad por lo que está menos sometido a la regla compositiva que la música clásica, pero ésta une disciplina y libertad, fuerzas humanas necesarias para la creación artística. Porque para Cortázar, la música clásica es la grandeza máxima del arte sonoro.
Pocos autores han hermanado literatura y músicas como Cortázar, y no sólo porque el ritmo y la sonoridad sean elementos de la poesía o porque la música beba en fuentes literarias Para nuestro autor argentino, nacido en Bruselas que vivió en París, la música es la máxima expresión de la creatividad y el impulso de libertad necesario en el ser humano. Su obra es una invitación a la valoración de la música en la literatura como un acorde más entre la palabras: un sujeto que aglutina las experiencias de los personajes y el valor de su pensamiento.


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.romi

lunes, 27 de septiembre de 2010

Corazón Coraza


Porque te tengo y no

porque te pienso

porque la noche está de ojos abiertos

porque la noche pasa y digo amor

porque has venido a recoger tu imagen

y eres mejor que todas las imágenes

porque eres linda desde el pie hasta el alma

porque eres buena desde el alma a mí

porque te escondes dulce en el orgullo

pequeña y dulce

corazón coraza

porque eres mía

porque no eres mía

porque te miro y muero

y peor que muero

si no te miro amor

si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera

pero existes mejor donde te quiero

porque tu boca es sangre

y tienes frío

tengo que amarte amor

tengo que amarte

aunque esta herida duela como dos

aunque te busque y no te encuentre

y aunque

la noche pase y yo te tenga

y no.

Mario Benedetti




romi




miércoles, 22 de septiembre de 2010

Armando Tejada Gómez

"Entre las consejas de los mayores y de los indios huarpes, de los que yo provengo, y de las reuniones de fogón, aprendí la cultura americana, porque no frecuenté aulas. Aprendí la voz popular en que creíamos"

 (21 de abril de 1929, en Mendoza; 3 de noviembre de 1992, en Buenos Aires) fue un poeta, letrista, escritor y locutor argentino, relacionado con la música folklórica
Armando Tejada Gómez , uno de los poetas fundamentales de Latinoamérica, no pudo ir como otros niños a la escuela. Sufrió la condena de ser pobre y de familia numerosa ( hijo 24) . Aprendió a leer como pudo y conoció la cultura de los libros como pocos y también la de sus pares, los de abajo; la cultura de la calle.

Peleó con sangre su destino de poeta y escritor del mundo a pesar de su condición de autodidacta.
La postergación no pudo con él, todo lo contrario, fue pontenciadora para sobreponerse a los clásicos modelos de destrucción cultural y de grave inequidad instalados desde siempre en nuestro país. Todo le fue difícil, pero no claudicó en su postura de elevarse sin perder jamás la esencia de su origen y su destacado compromiso y fundamental coherencia ante la vida.
 Ese nombre es un símbolo de todos los postergados del mundo, que han podido lograr salir del moderno esclavismo que imponen las políticas implementadas para no crecer como ser humano;
Esto que trato de reflejar y comparto, pretende ser una muestra de algo necesario que debemos hacer conocer, y en especial para quienes ejecutan la tarea de formar a los niños y jóvenes de escasos recursos. Es algo que nos hace falta enseñar.


Un forma de poder avanzar hacia la esperanza.
En la obra de este poeta Argentino, se puede encontrar la mejor receta para enfrentar el horizonte sombrío que hace décadas los modelos de la decadencia han implementado, con la pretensión de convertir al individuo en un ser que deberá acostumbrarse a ser desclasado, a no poder pensar en cultivarse cultural y espiritualmente porque eso no es para los de su incalificable clase social. Aquí está la prueba de nada es así y todo es cuestión de encontrar las ganas y la tenáz persistencia de ponerlo en práctica.
El poeta mendocino falleció a los 63 años cuando diseñaba un futuro de nuevos libros y presentaciones. Sus obras
Respecto a las novelas citadas en la entrevista, Dios era olvido recibió el Premio Internacional de Novela en Bilbao, España, mientras que Cuatrocientas sudestadas salió publicada con el título de El río de la legua.


Por otra parte, sus poemarios inéditos, a los que habría que agregar Capitán del sur y Luz de entonces,
no salieron por lo menos con esos títulos, aunque Estado de sangre se publicó póstumamente, en 1986,
como Bajo estado de sangre y en 1994 salió otro libro suyo: Los telares del sol.
Pablo Neruda a propósito de Ahí va Lucas Romero, sentenció: Me parece un documento de belleza y contenido excepcional, al tiempo que Ezequiel Martínez Estrada prefería Los compadres del horizonte, libro del que dijo:
Lo guardaré como una verdadera obra maestra. De su lado, el poeta Julio Félix Royano recuerda el momento cuando Tejada llegó a Buenos Aires a mediados de los años 60: Nosotros editábamos la revista Mensaje y Tejada, que colaboraba desde Mendoza donde era locutor de radio, nos visitó. Cuando decidió erradicarse en Buenos Aires vino a verme al diario La Nación donde yo trabajaba; decía que iba a dedicarse a dar recitales. Nos frecuentábamos.
Cuando le dieron un premio en España por su novela Dios era olvido, estaba muy entusiasmado; recuerdo que me trajo los originales de otro intento de prosa, El río de la legua, buscando una opinión.
Lo extraño era que se trataba de una novela escrita en endecasílabos. Era un poeta para la música.
De sus libro tengo buen concepto de Los compadres del horizonte y Ahí va Lucas Romero, que es el libro que mejor representa su tierra cuyana y al carácter de los hombres que conocía bien.
Utilizaba mucho a la palabra compadre, que es una de las modalidades cuyanas por excelencia.
De sus composiciones me gusta una pieza de largo aliento, Hay un niño en la calle, que nos lo devuelve como poeta para ser leído. Era un poeta a la antigua como para ser dicho a toda voz sobre el escenario.
Él decía con gran elegancia y mucho vigor.

Sus obras
La de los humildes
Zamba de la distancia
Zamba del riego
Tierno nogal
Volveré siempre a San Juan
Canto al abuelo de greda
Luna de Córdoba
Canción para un niño en la calle
Coplera del prisionero
Cosa de todos
Zamba de Chilecito
Qué decoro doña Clara
Zamba del nuevo día
Regreso a la tonada
Paloma y laurel
Zamba del laurel
El viejo luchador
La Rioja verde
Milonga para una calle
Flor de la leña
Canción de la ternura
Balada de marzo
Canción de lejos
Canción del forastero
Canción con todos
Fuego en Anymaná
Canción con aire a María
Zamba azul
Triunfo agrario
La Pancha Alfaro
Canción de simples cosas
Resurrección de la alegría


romi

viernes, 17 de septiembre de 2010

Alberto Adellach


Poeta argentino                                                                                                
Su nombre real era Carlos Creste y, a pesar de la restitución democrática, en 1984 decidió no regresar definitivamente a su tierra. El exilio y la posterior distancia impuesta por su permanencia voluntaria en Estados Unidos hicieron que los vínculos de este gran dramaturgo con la escena local se fueran desarticulando, salvo contadas y loables excepciones, como su inclusión en el ciclo “Teatro Abierto” y algunos estrenos aislados. La mayor parte de las piezas de Teatro completo son absolutamente desconocidas en el medio nacional y nunca antes habían sido editadas aquí. La iniciativa del Instituto salda una parte de la deuda argentina con Adellach. Es de esperar que ahora vengan las puestas en escena.

Adellach es un dramaturgo excepcional. Piezas de la talla de “Job y Cordelia de pueblo en pueblo” así lo demuestran. Por alguna razón no declarada, los editores del Teatro completo no agruparon cronológicamente las obras. Sugerimos al lector que restituya ese orden, porque seguir la secuencia temporal de la escritura le permitirá reconocer el devenir estético-político de Adellach y lo ubicará en el centro de los acontecimientos culturales de la Argentina, en el país o desde el exilio, durante más de dos décadas. Hay por supuesto una constante transtemporal, que el mismo autor señaló: "Lo mío es el compromiso".
Adellach inició su producción en los años sesenta, bajo el sello de la vanguardia europea y norteamericana, con textos breves como “Palabras y Criaturas”, más tarde reunidos junto a “Marcha” en la trilogía “Homo dramaticus” (1968). En los años setenta derivó hacia nuevas poéticas políticas, como las desplegadas en “Esa canción es un pájaro lastimado” y “Chau, papá” (1971). En las obras del exilio, reescribió grandes textos universales – “King Lear”, de Shakespeare, “Fausto”, de Goethe, “Bartleby”, de Herman Melville, la Biblia - o se detuvo en la elaboración metafórica de materiales provenientes de la experiencia política y social. A esta última línea responde una de sus creaciones más ambiciosas y queridas: “Por amor a Julia”, trilogía compuesta por los textos “Pájaros blancos sobre calles grises”, “Yiyo” y “El sol es verde”, cuya escritura comenzó en la Argentina y culminó en el exilio.
En el programa de mano del estreno de “Arena que la vida se llevó” (1976), Adellach definió su proyecto estético - ideológico con estas palabras: "Había que extraer un poema de nuestra inmediatez. Pintar sucesos conocidos sin ser costumbristas. Aferrarse a la realidad sin ser realistas. Decidirse a ser corrosivos sin ser crueles. Volver a la ternura sin ser simples. Gustar de lo nuestro sin ser tolerantes. Trabajar con el sentimiento sin caer en complacencias de bajo cuño".
Según testimonio de su hijo, Esteban Creste, Adellach padeció el exilio y sintió que el alejamiento del público argentino era "una pérdida" que lo limitaba a la hora de escribir para la escena. El teatro que compuso en el exilio fue la culminación de proyectos iniciados en la Argentina. La única pieza que gestó íntegramente lejos de su tierra, “Romance de Tudor Place” (1985), tiene como protagonista a una Madre de Plaza de Mayo.



“CORDELIA” de Alberto Adellach dirigida por Jaime Jaimes en el Misión Cultural Center de San Francisco- 1983-

romi













lunes, 13 de septiembre de 2010

La literatura y los bares de Buenos Aires

Un bar tiene siempre sus personajes, sus protagonistas, sus testigos, sus seres anónimos. Y están los dueños de los secretros, ese hombre o esa mujer que habla y cuando habla revela la clave de una historia, lo que no se sabe, lo que no se puede saber, y lo que nunca terminará de saberse o de comprobarse por mucho que se lo cuente y se lo escuche.
“Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese que se yo, viste?”, dice una balada del poeta uruguayo Horacio Ferrer, musicalizada por el gran bandoneonista Astor Piazzolla; y vaya si estas palabras hacen justicia a la capital argentina.

Un elemento indispensable de la cultura porteña, son los cafés. El porteño no sólo va al café a tomar algo, sino que pasa en él gran parte de su día: Lee el diario completo, mira por la vidriera, se encuentra con amigos, conversa, escribe, encuentra la solución a todos los problemas del mundo, teje sueños imposibles. Que no te sorprenda si en un café de Buenos Aires, ves en la mesa de al lado, a una pareja matándose a besos o a insultos. Todo puede suceder allí, no es nada menos que una representación a escala de la ciudad.

Algunos de los bares que acompañaron la evolución de Buenos Aires y brindaron a sus habitantes, una bebida perfumada y cobijo entre sus paredes, a lo largo de los años, fueron:


Café Tortoni
Fundado en el año 1858, por un francés que tomó prestado su nombre de un bar de París, el Café Tortoni fue reducto de artistas y poetas, grandes figuras de la cultura como Benito Quinquela Martín, Jorge Luis Borges, Federico García Lorca, Alfonsina Storni y González Tuñón; y fue pasaje obligado para celebridades como Carlos Gardel, Hillary Clinton, Atahualpa Yupanqui, Rey Juan Carlos de Borbón y Joan Manuel Serrat.
Sus paredes fueron testigo del colorido paso del tiempo, y hoy, cual fiel testimonio de aquellos años, muestran orgullosas una infinidad de fotografías, pinturas y recuerdos, que se entremezclan con los techos y ventanas vitrales, para dar identidad al café más antiguo de Buenos Aires.
En las diferentes salas del bar, se puede disfrutar de espectáculos, así como de una muestra de arte permanente. Para degustar: imperdible el café con churros.

Las Violetas
Otro de los más antiguos cafecitos de Buenos Aires, Las Violetas, fue fundado allá por 1884 (incluso con la presencia del posterior presidente Carlos Pellegrini) y dio cobijo a las figuras de la literatura y la política de la época. Una peculiar anécdota cuenta que un día, el famoso jinete Irineo Leguisamo, se sentó en una mesa de Las Violetas y preguntó por los dulces; el pastelero, gran fanático suyo, se atrevió a dedicarle una torta que terminó bautizada “Leguisamo”.
El edificio del café fue restaurado en diversas ocasiones, pero siempre mantuvo su estilo original; posee columnas con apliques de bronce, cielo razo estucado y preciosas ventanas curvas de vitraux, provenientes de Francia.

El Banderín
Actual templo de adoración masculina del fútbol, El Banderín, fue fundado a fines de la década del 20’ y claramente debe su nombre, a los más de 400 banderines de clubes de fútbol, que hay colgados en su interior, junto a camisetas autografiadas. Por allí pasaron personajes como Carlos Gardel, Ángel Firpo, y el gran humorista Tato Bores. Cuenta la historia, que en el año 1942, el gran bandoneonista Aníbal Troilo, fue a tocar a la cárcel de Caseros y los presos le regalaron una bandera de fútbol hecha con sus propias manos, que hoy, adorna las paredes de El Banderín.


Los 36 billares

Declarado de interés cultural y considerado uno de los cafés notables de Buenos Aires, Los 36 Billares (de los que sólo quedan 19) fue fundado en el año 1984 y actualmente, mezcla con gracia particular el pool con el tango. Detrás de sus puertas, funciona una Academia de Tango que ofrece clases individuales y grupales, de la mano de maestros del 2x4; y también una exclusiva sala de billar y pool, cuyas mesas de paño verde, guardan los mejores secretos del juego.
Durante la semana, también se puede disfrutar de interesantes shows de tango.
La fachada de Los 36 Billares, se destaca por el clásico fileteado porteño; y su interior abunda en material de roble.

Café de García
Funcionando desde el 1900, el Café de García, nombrado “Testimonio vivo de la memoria ciudadana”, pareciera estar detenido en el tiempo. En sus paredes cuelgan publicidades viejas y fotos de un movimiento artístico, deportivo y cultural, tan lejano a la actualidad. Sin embargo, cada día su interior resucita y abre los ojos frente a un nuevo rostro. Recordando los consejos de Horacio Spinetto, sobre como reconocer un buen bar en cinco minutos, sin duda, éste califica, por elementos como: Una camiseta argentina autografiada por Diego Maradona; dibujos de Molina Campos; la partitura del tango Nostalgias firmada por Enrique Cadícamo y fotografías del boxeador Nicolino Locche. Por el Café de García pasaron grandes como Horacio Ferrer, Alejandro Dolina, Mariano Mores, Félix Luna y Francis Ford Cóppola.

La Biela
“La Biela”, con cerca de 150 años de trayectoria, fue uno de los primeros locales gastronómicos del barrio la Recoleta. Debe su nombre a la enorme concurrencia por aquella época, de pilotos automovilísticos; según cuenta la leyenda, sus calles linderas, eran escenario de carreras de autos.
Aparte de pilotos, por La Biela pasaron celebridades y artistas como Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sábato, Joaquín Sabina, Facundo Cabral y Pérez Celis. Los cuadros que adornan el lugar abundan en temáticas de autos y hay joyitas como: Un dibujo hecho a mano por el nieto de Enzo Ferrari, fundador de la gran marca Ferrari; y un cuadro donado por el último descendiente de la familia Lamborghini.



romi

Quien Puede......


Cuando el silencio se hace ensordecedor,

cuando cada minuto lastima el alma

Cuando el eco de cada paso anuncia soledad,

Cuando los ojos destellan solo un brillo opaco....

Quien puede decir como es, donde no ha estado?

Cuando la propia sombra parece esquiva

Cuando la rosa seca tiene todo el sentido

Cuando el martirio oprime y hace imposible respirar,

Cuando el corazón duele tanto q altera su latido...

Quien puede decir como es, donde no ha estado?........
 
 
 
Recibì este poema para de alguna manera recordar a mi amiga, gracias Marcos por estar.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Inesperado final


Lidia era una chica normal, a la que aparentemente no le faltaba de nada; vivía con una familia, iba a un buen colegio y parecia una persona felíz.
Pero ella no pensaba lo mismo. A su entender, nunca nada le había salido bien en la vida. Nunca había tenido pareja estable; en realidad, nunca había tenido una relación con un chico. Tenía pocos amigos, debido quizás a su alterable personalidad y a sus habituales reacciones de antipatía respecto al prójimo. Los pocos amigos que tenía vivian lejos, pues hacia poco que se había mudado a otra ciudad por culpa del trabajo de su padre: un importante hombre de negocios que nunca tenia tiempo para estar con ella.
Se sentía sola, sentía como poco a poco se iba alejando de los amigos y de la familia, sin poder hacer nada por evitarlo, y toda su compañía se reducía a su perro Puki
Un triste día, adjetivo habitual en casi todos sus días, decidió cambiar todo eso, decidió cortar por lo sano todo su sufrimiento y pensó en una sola palabra, que hacía tiempo que le daba vueltas por la cabeza: suicidio.
Fijó una fecha para cumplir su deseo: ese sábado sus padres se iban de compras y no estarían en casa. Llegó el sábado, y Lidia se levantó sabiendo que ese día iba a morir, pero su comportamiento respecto a la familia fue el habitual, nada cambió para ellos; decidió que ni tan sólo se despediria. "Por qué hacerlo si esos ya hace tiempo que dejaron de ser mi familia, que ya no les importa lo que me pase", pensaba. No se lo merecían.
Hacia el mediodia sus padres salieron al centro comercial. Ese era su momento, allí empezaba su fin.
Fue a la cocina y empezó a sellar con esparadrapo cada una de las ranuras de las puertas y ventanas por dónde podía escapar el aire y, tras vacilar un instante, abrió el gas y esperó. Mientras el gas iba llenando la habitación empezó a escribir una nota: un folio donde expresaba lo que ella sentía y por qué quería morir. No estuvo mucho tiempo escribiendo, pues pronto notó que empezaba a perder el conocimiento y decidió no escribir más y esperar tranquilamente el fatídico momento.
Mientras perdía poco a poco el conocimiento, en su cabeza empezaron a desfilar imágenes del pasado, de las quales, muchas, ella ni siquiera recordaba. Se sorprendió al darse cuenta de que no todas eran tan malas, que en su pasado había buenos momentos, e incluso momentos felices.
Pero era demasiado tarde; su devilidad ya era tal que no le quedaban fuerzas ni para moverse. Ya no se podía hacer marcha atrás. Nació en su ojo Una lágrima, que empezó a bajar por su mejilla y murió en los labios. En su interior empezó a sentir miedo, miedo a la muerte que ella misma había provocado.
Un leve sonido de fondo interrumpió su agonía. Era el teléfono. Le estaba llamando Alex, su mejor amigo, y que daba la casualidad que era la misma persona a quién ella amaba, y nunca se había atrevido a decirselo. Probablemente era la unica persona que podía haber evitado que hiciese esa locura. Pbobablemente si hubiera llamado cinco minutos antes ella habría renunciado a su muerte, porque hubiera sentido que almenos para él, ella significaba algo, y ese era motivo de sobras para seguir con vida. Pero otra vez, era demasiado tarde.

Dejó de oir el teléfono, sin embargo, éste seguía sonando. Acababa de quedarse totalmente sin sentido, y por su mente pasó una ultima imágen: la cara de Alex. Pocos segundos después había conseguido lo que tanto tiempo había deseado, y que finalmente llegaba en el primer momento de su vida en que se arrepentía de haberlo pensado. Había muerto.

Romi
 PD/Te extranio amiga y aun no me resigno a pensar porque no supe ayudarte y siempre pensè que en la vida hay una salida...solo hay que saber pedir ayuda, se que no es fàcil....que se yo...al menos hoy no se buscar el porquè

jueves, 2 de septiembre de 2010

MANUEL J. CASTILLA


.Un homenaje a uno de los mejores poetas de la Argentina, que como buen poeta y defensor de sus ideas, murio olvidado por su gente.

Dicen que un día ya cansado de andar masticando fantasmas en su boca, se tomo el vino de la melancolía y se fue despacito con dos Ángeles dormidos entre sus manos. “Aquí me beben y me cantan, y me coquean alegres y me bailan. Por la escalera de papel de seda con alas verdes voy trepando al cielo. Subo muerto.”

Dicen que llego a la vida escondido en una canción, entre poemas y música de trenes perdidos en el tiempo, dicen que se levantaba temprano o a veces que no dormía solo para pintar con sus colores la mañana, dicen que era el poeta de los versos siempre a mano como banderas al viento, dicen que se fue un día de puro curioso, a buscar esas rosas que solo crecen a la sombra del horizonte

Poeta rebelde, dejando su sangre y su alma para defender la bandera que abrazo con tanto amor, la del destino de los desposeídos, tratando siempre de enyesar las fracturas de la historia sobre los huesos de los más débiles, rebelde siempre al destino de toda tu América Latina, condenada al servilismo por parte de los mismos déspotas de siempre, que alargan apellidos y totalitarismo sobre los hijos de los sufridos. Biografìa

Biografìa

Manuel J. Castilla nació en la casa ferroviaria de la Estación de Cerrillos (Salta), el día 14 de agosto de 1918. Realizó estudios primarios en la Escuela Zorrilla para luego estudiar el secundario en el Colegio Nacional de su provincia natal.

Se dedicó al periodismo y las letras. Es uno de los escritores fundadores del grupo "La Carpa". Además de sus colaboraciones en diarios y revistas nacionales, publicó los siguientes poemarios:
Agua de lluvia (1941), Luna Muerta (1944), La niebla y el árbol (1946), Copajira (1949,1964, 1974), La tierra de uno (1951, 1964), Norte adentro (1954), El cielo lejos (1959), Bajo las lentas nubes (1963), Amantes bajo la lluvia (1963), Posesión entre pájaros (1966), Andenes al ocaso (1967), Tres veranos (1970), El verde vuelve (1970) y Cantos del gozante (1972), Triste de la lluvia (1977), Cuatro Carnavales (1979). También publicó un texto en prosa: De solo estar (dos ediciones en 1957) y el libro Coplas de Salta (1972, con prólogo y recopilación de Castilla).
El canto



El Barbudo, junto con Leguizamón, Falú, Jaime Dávalos, Botelli, fue uno de los que renovaron la canción folklórica. La primera obra que él y el Cuchi hicieron juntos fue "Zamba del pañuelo". Y una canción trajo la otra, y un amigo y otro amigo, como decía. Esta actividad tuvo un Mecenas. Don Vicente H. González auspició por radio El Mundo una audición de Eduardo Falú con glosas del Barba, que se llamaba "El corazón de tierra de la guitarra". Posteriormente apoyó a "Los Fronterizos" en un programa con glosas de César Perdiguero y Castilla, "El canto cuenta su historia", que estuvo vigente tres años. González pagó la edición de "El cielo lejos". A las letras del Barbudo le pusieron música, además del Cuchi y Falú, Rolando Valladares y Fernando Portal, con el que ganó el "Concurso Odol de la Canción" con la zamba "Pastor de nubes".

Y con su amigo Pajita García Bes fue titiritero y, como tal, recorrió gran parte de Sudamérica. Y las anécdotas se suman. Como aquella con Nicolás Guillén, que visitó la Argentina en 1947. Una vez en Tucumán el poeta cubano lo escuchó al Barbudo, en una reunión, cantar esa melancólica tonada que dice:


En 1957 obtuvo el Premio Regional de Poesía del Norte (trienio 1954-56, Dirección General de Cultura de la Nación), por su libro Norte adentro fue galardonado con el Premio "Juan Carlos Dávalos" para obras de imaginación en la producción literaria (trienio 1958-60, Gobierno de Salta) por el poemario El cielo lejos, y con el Premio del Fondo Nacional de las Artes (Mendoza, Trienio 1962-64) por su libro Bajo las lentas nubes. En 1967 recibió el Tercer Premio Nacional de Poesía por su obra Posesión entre pájaros. Entre otras de sus más importantes distinciones se incluyen el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (1973), el Primer Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación (trienio 1970-72) y el Primer Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación (trienio 1973-75). Falleció en Salta, el 19 de julio 1980 por razones de diabetes.


En la escritura de Manuel J. Castilla convergen narración, poesía y mito. En el libro De sólo estar, la estructura prosaica y la intensidad lírica condensan la presencia de los mitos del tiempo y del carnaval. La línea de conciencia social trazada por Castilla en su producción lírica y narrativa es fundante en la literatura del NOA y posteriormente otros escritores retomarán esa problemática, como Héctor Tizón, Daniel Moyano, Francisco Zamora o Carlos Hugo Aparicio.


EL GOZANTE

Me dejo estar sobre la tierra porque soy el gozante.

El que bajo las nubes se queda silencioso.

Pienso: si alguno me tocara las manos

se iría enloquecido de eternidad,

húmedo de astros lilas, relucientes.

Estoy solo de espaldas transformándome.

En este mismo instante un saurio me envejece y soy

leña

y miro por los ojos de las alas de las mariposas

un ocaso vinoso y transparente.

En mis ojos cobijo todo el ramaje vivo del quebracho.

De mi nacen los gérmenes de todas las semillas y los riego con rocío.

Sé que en este momento, dentro de mí,

nace el viento como un enardecido río de uñas y de

agua.

Dentro del monte yazgo preñado de quietudes furiosas.

A veces un lapacho me corona con flores blancas

y me bebo esa leche como si fuera el niño más viejo

de la tierra.

De cara al infinito

siento que pone huevos sobre mi pecho el tiempo.

Si se me antoja, digo, si esperase un momento,

puedo dejar que encima de mis ingles

amamante la luna sus colmillos pequeños.

Zorros la cola como cortaderas,

gualacates rocosos,

corzuelas con sus ángeles temblando a su costado,

garzas meditabundas

yararás despielándose,

acatancas rodando la bosta de su mundo,

todo eso está en mis ojos que ven mi propia triste

nada y mi alegría.

Después, si ya estoy muerto,

échenme arena y agua. Así regreso.




romi